Simón Bolívar, libertador de Venezuela, y
general en jefe de sus ejércitos
Lisonjeado el ejército de Yáñez con los
sucesos parciales obtenidos en el Occidente por las tropas Españolas que
mandaba Ceballos invadió la indefensa provincia de Barinas, y los pueblos de la
de Caracas hasta Araure, donde estos dos principales corifeos de la tiranía,
reunieron sus fuerzas con las cuales creían poder destruir todas las provincias
de Venezuela. En efecto, la soledad espantosa que reina en los pueblos que
ocuparon, las lágrimas de algunas pocas infelices mujeres por sus maridos,
padres e hijos asesinados, y cuyos cadáveres se hallan atravesados hasta en los
caminos públicos, descubren manifiestamente sus proyectos y que eran los de un
exterminio general de los habitantes.
Habitantes de Venezuela! Todos los soldados
que sostenían a los opresores de Barinas y del Occidente han sido destruidos.
La victoria de Araure que ha sepultado en la nada el más numeroso ejército, con
que os han amenazado, ha hecho caer de las manos de los otros la espada que
empuñaron los cobardes para su oprobio. La buena causa ha triunfado de la mala,
y la justicia, la libertad y la paz empiezan a colmaros con sus dones.
Tenemos que lamentar entre tanto un mal el más
sensible y es el de nuestros compatriotas, que se han prestado a ser el
instrumento odioso de los malvados españoles. Dispuesto a tratarlos con
indulgencia a pesar de sus crímenes, se obstinan no obstante en sus delirios, y
los unos entregados al robo han establecido en los desiertos su residencia, y
los otros huyen por los montes, prefiriendo esta suerte desesperada a volver al
seno de sus hermanos, y al acogerse a la protección de un gobierno que trabaja
por su bien.
Mis sentimientos de humanidad no han podido
contemplar sin compasión el estado deplorable a que as habéis reducido,
vosotros Americanos, demasiado fáciles en alistaros bajo las banderas de los
asesinos de vuestros conciudadanos. El Gobierno legítimo de vuestra patria os
abre por la última vez la puerta a la felicidad. Elegid, compatriotas, o venir
a disfrutar de la libertad bajo el Gobierno independiente, o espirar de miseria
en los bosques o víctimas de una justa persecución.
Yo os empeño mi palabra de honor de olvidar
todos vuestros pasados delitos, si en el término de un mes os restituís a
vuestros hogares. Bajo esta salvaguardia, sagrada para mi, podréis gozar
tranquilos de los bienes que os ofrece vuestra patria y podréis después aspirar
por una buena conducta y útiles servicios a las consideraciones del Gobierno.
Si alguno de vosotros resiste aún esta vía para entrar en el orden, es menester
que sea un monstruo indigno de toda generosidad, y debe ser abandonado a la
venganza de las leyes. Por lo tanto he venido en decretar y decreto lo
siguiente:
1°-Todo americano que se presente al juez de
su pueblo u otra cualquiera autoridad pública, en el término de un mes será
admitido, y no se le perseguirá en manera alguna por haber servido en el
ejército español o por haberse. alistado en las cuadrillas de salteadores.
2°-Tendrá este indulto toda fuerza por un mes,
contado desde el día en que se publicare en cada pueblo. Pasado este término no
será de ningún valor, a vio ser que pruebe el que se presentare, que no ha
podido realizarlo antes, impedido por dificultades invencibles.
3°-Se publicará este indulto, imprimirá y
circulará y registrará en el libro correspondiente.
Dado en el cuartel general de San Carlos,
firmado de A mano y refrendado del infrascrito secretario de estado y del
despacho de gracia y justicia, a 7 de diciembre de 1813, 3° de la República y 1° de la Guerra a Muerte.
SIMÓN BOLÍVAR.
Rafael D. Mérida.
Valencia. Imprenta del Gobierno.
convento de religiosos franciscanos
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