Magdalena, 12 de mayo de 1826
A.s. E. El gran mariscal de Ayacucho Antonio
José de Sucre
Mi querido general:
Incluyo a Vd. una carta que he dirigido al
general Santander, para que se imponga más por ella del alarmante estado de
cosas.
El señor Pando, que ha venido del Istmo, me
asegura que Colombia está en un estado de no poder marchar, y que todo amenaza
ruina: primero, por los partidos; segundo por hacienda; tercero, por la
organización civil, que es lo más complicada y costosa; cuarto, porque las leyes
son tantas que ahogan a la república. De suerte que en Quito están envidiando
el estado del Perú, y Demarquet, que acaba de llegar, me ha confirmado esto con
superabundancia de pruebas y una profusión de hechos que me han afligido
sobremanera. Demarquet dice que Quito no se ha levantado contra el gobierno por
respeto a mí, y porque me espera de un momento a otro. La municipalidad de
Bogotá se queja de que ya no se puede soportar el peso de las leyes, porque son
innumerables y contrarias al estado de las cosas. En Venezuela todo va peor,
porque el ejército tiene un partido y el pueblo otro. Páez es aborrecido del
pueblo en tanto que es jefe del ejército, y la pardocracia va ganando terreno
en todo lo que pierden los demás partidos.
El congreso dividido: la cámara de
representantes está por el pueblo y contra el gobierno, y pide que yo vaya. El
senado, al contrario, por el gobierno y me permite que me quede.
El ministerio dividido: Castillo tiene perdida
la república por su mala administración de hacienda y ha querido ser
vicepresidente; por consiguiente, enemigo de Santander. Revenga dice que no lo
quiere Santander, y por consiguiente, ha renunciado tres veces en una semana, y
me encarga que predique la virtud.
Soublette está por Santander y contra Páez: me
llama, y me dice que no debo ir, porque ellos están perdiendo lo que yo haga.
Dice que la cámara de representantes está hecha un volcán juzgando a Páez, a
Santander, a Hurtado y al empréstito.
El Vicepresidente me dice que tiene poco que
comunicarme en su última carta; pero esta carta indica un disgusto sumo, pues
no quiere encargarse mas de la vicepresidencia, aunque no sabía todavía,
entonces, que lo habían nombrado de vicepresidente. Después fue nombrado el 15
de marzo por una gran mayoría de votos, y la carta de él del 21 no ha llegado,
aunque debió haber venido en el correo del 8 del corriente.
En una palabra, Colombia presenta el cuadro
más lamentable por una superabundancia de fuerza liberal mal empleada; y una
sobriedad absoluta en el gobierno es el único remedio. Por esta consideración
tengo que irme a Colombia dentro de dos o tres meses, y no espero, para
ejecutar mi marcha, más que tener respuesta de Vd. a esta carta, y ver
establecer aquí, por dos o tres meses, el nuevo consejo de gobierno, que voy a
organizar con Santa Cruz de presidente; Unanúe, vicepresidente; Pando,
secretario de estado; Larrea, de Hacienda y Heres, de guerra. Cada vez tengo
más confianza en estos señores del consejo: ellos desean la reunión de las tres
repúblicas en una federación más estrecha que la de los Estados Unidos, mandaba
por mi como presidente. y por el vicepresidente de mi elección, que debe ser
Vd.
Se está imprimiendo hoy mismo mi constitución
boliviana: ésta debe servir para los estados en particular y para la federación
en general, haciéndose aquellas variaciones que se crean necesarias. Vd. debe
dar el ejemplo con Bolivia a esta federación, adoptando desde luego la
constitución que ha recibido una perfección casi inesperable. Pando dice que es
divina, que es la obra del genio y que es la perfección posible. Pando que es
un hombre incapaz de adular, recto hasta ser inexorable, instruido y firme más
que nada; por consiguiente, debemos creer la aprobación de Pando: él cree la
constitución adaptable al gobierno de un estado y de muchos a la vez, por las
variaciones del caso. Todos recibirán esta constitución como el arca de la
alianza y como la transacción de la
Europa con la
América , del ejército con el pueblo, de la democracia con la
aristocracia y del imperio con la república. Todos me dicen que mi constitución
va a ser el gran móvil de nuestra reforma social.
Empéñese Vd. pues, con su congreso para que la
acepte sin restricción alguna. Dígale Vd. a esos señores que su sabiduría en el
primer congreso ha salvado la
América , y que no la pierdan ahora por una negativa que sería
terrible. Dígales más, que los pueblos aguerridos en la anarquía y veteranos en
la revolución, están todos clamando por un imperio, porque nuestras reformas
han probado su incapacidad para hacer el bien y su incompatibilidad con
nuestros pueblos. El clero y el ejército están ligados contra los principios,
porque el clero y el ejército están hollados por nuestras reformas; que mi vida
es la esperanza y la vida de nuestras repúblicas, pero que se acuerden de
Epaminondas, cuyos funerales fueron celebrados por Alejandro con la destrucción
absoluta de Tebas; que muchos tiranos van a levantarse sobre mi sepulcro y que
estos tiranos serán otros Silas, otros Marios que anegarán en sangre sus guerras
civiles. Yo doy a los pueblos, que el ejército ha liberado, un código de salud
que reúne la permanencia a la libertad, al grado más eminente que se conoce en
el gobierno de los hombres; y que si aspiran a lo perfecto alcanzarán lo
ruinoso.
El consejo de gobierno va a reconocer a
Bolivia y a proponerle un pacto de unión, para que ese mismo pacto sirva a
Colombia, donde yo lo haré adoptar.
La intención de este pacto será la más
perfecta unidad posible bajo un forma federal. El gobierno de los estados
particulares quedará al presidente y vicepresidente con sus cámaras, con todo
lo relativo a la religión, justicia, administración civil, económica, y, en
fin, todo lo que no sea relaciones exteriores, guerra y hacienda nacional. El
gobierno general se compondrá de un presidente, vicepresidente y tres cámaras
para manejar la hacienda nacional, la guerra y las relaciones exteriores. Cada
departamento de las tres repúblicas mandará un diputado al gran congreso
federal, y ellos se dividirán en las tres acciones correspondientes, teniendo
cada sección un tercio de diputados de cada república. Estas tres cámaras, con
el vicepresidente y los secretarios de estado (que serán escogidos éstos en
toda la república) gobernarán la federación.
El Libertador, como jefe supremo, marchará
cada año a visitar los departamentos de cada estado. La capital será un punto
céntrico como Quito o Guayaquil, Colombia deberá dividirse en tres estados,
Venezuela, Cundinamarca y Quito; uno tomará el nombre de Colombia, que
probablemente será Cundinamarca; la federación llevará el nombre que se quiera,
pero sería probable que fuese Boliviana. Habrá una bandera, un ejército y una
nación sola. Heres dice que es mejor que haya dos naciones como Bolivia
compuesta del Bajo y Alto Perú, y Colombia compuesta con sus partes
constituyentes. Que yo sea el presidente de ambas naciones y haga lo mismo que
con una. El consejo de gobierno quiere la reunión de las tres repúblicas, como
he dicho antes, y Pando se inclina a uno y otro partido.
Por consiguiente, debemos dar el ejemplo de
esta federación entre Bolivia y el Perú, y en marcha a Colombia yo veré lo que
conviene más. Colombia no puede quedarse más en el estado en que está, porque
todos quieren una variación, sea federal o sea imperial. Aquí se quiere lo
mismo; y Bolivia no puede quedar en el estado en que está, pues el Río de la Plata , y el Emperador por su
parte, al fin destruirán esa república. No hay otro partido que un ejército,
una bandera y una nación en Colombia como en Bolivia. De otro modo los desórdenes
serán tantos, que forzosamente pedirán un imperio, pues el ejército, el clero y
la Europa lo
quieren absolutamente;
De cualquier modo que sea, creo indispensable
el que se dé principio a este plan por Bolivia y Perú, y todavía creo más
indispensable el que Vd. conduzca los negocios de ese país hasta que yo vuelva
a darle una dirección general a esta federación. Entonces no faltará algún
amigo a quien convenga favorecer para esa presidencia. El general Santa Cruz
servirá ésta del Perú, a menos que se desagraden de él, lo que no espero,
porque él es bastante agradable y sagaz.
¡Amigo! Vd. no debe abandonarnos en esta
coyuntura tan difícil y cuando más necesitamos de hombres capaces, llenos de
gloria y popularidad como Vd. Yo soy el que estoy más cansado y el que necesito
de más reposo; pero la presencia del peligro y de las dificultades estimulan a
mi espíritu decaído. Para un valiente el riesgo es el verdadero apetito, y como
yo estoy cierto que Vd. participa de mis sentimientos, no he dudado un instante
de que, al saber el gran riesgo de la América , sus deseos de servir se habrán
reanimado. Persuádase Vd. que los más grandes destinos le esperan. A mí me han
ofrecido una corona que no puede venir a mi cabeza, y que yo concibo en la
oscuridad de las combinaciones futuras planeando sobre las sienes del vencedor
de Ayacucho; y si no fuere esta diadema, será otra mil vece más gloriosa, la de
los laureles, recompensa de las virtudes. En una palabra, yo sin Vd. no soy
nada, y por consiguiente, el mundo que pesa sobre nuestros hombres, caerá a
sumergirse en un vasto océano de anarquía.
Haga Vd. escribir mucho sobre estas cosas, y
no dude que me marche a Colombia y vuelva a poner las grandes bases.
Chile y el Río de la Plata junto con Guatemala
pueden entrar en nuestro proyecto como aliados.
Escriba Vd. a Córdoba y a los amigos del Río
de la Plata ,
para mantener aquellas buenas relaciones.
De un momento a otro tendremos a Chile por
nosotros, y Guatemala tiembla de Méjico y, por lo mismo, Panamá.
Resumiré mis demandas:
Que Vd. se quede en Bolivia hasta mi vuelta;
Que se adopte la constitución;
Que se negocie la reunión de estas dos
repúblicas;
Que se guarde Vd. la mejor armonía con este
consejo de gobierno; y
Que trabaje Vd. en el Río de la Plata por establecer
nuestros buenos principios.
No tema Vd. al emperador del Brasil, pues la Inglaterra se entiende
con nosotros en esta materia, y guardará armonía por necesidad y por política.
Los Estados Unidos con la Rusia y la Francia están trabajando
con España para que nos reconozca; por lo mismo, no hay necesidad de levantar
los batallones más que a seiscientas plazas, en lugar, de mil como he dicho
antes. El emperador de Rusia no es Constantino, a quien tocaba, sino su hermano
Nicolás. Este tiene los principios de Alejandro, mientras que el otro es un
cosaco. Dicen que costó un poco de sangre el advenimiento al trono, por causa
del celo de las tropas, pero que los hermanos se portaron con generosidad
recíproca etc. etc.
BOLÍVAR
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