Palabras dirigidas al coronel al recibir de
sus manos el titulo de hijo
benemérito del estado de Cartagena
Caracas 3 de mayo de 1814.
Nada puede serme más lisonjero que verme
colocado entre los hijos beneméritos del Estado de Cartagena. Acepto, pues, con
la más cordial gratitud un titulo que por todos respectos lisonjea mi corazón.
Yo recibí de aquel Estado los auxilios que me pusieron en aptitud de libertar a
mi patria. Yo combatí con los bravos cartagineses, cuyo denuedo ayudó
constantemente mis esfuerzos. Si he tenido la gloria de romper las cadenas de
mi país esclavizado, lo debo principalmente al acogimiento favorable y a los
generosos sacrificios que merecí del Estado de Cartagena. Estos jamás se
borrarán de mi memoria. La amistad más sólida, la unión más perfecta reinarán
siempre entre Cartagena y Venezuela. Nuestros vínculos aumentarán la grandeza
de la República
y nuestros enemigos al vernos unidos abandonarán el loco proyecto de dominarnos
que les ha fascinado. Los hijos de Cartagena y Venezuela serán los hijos de una
misma familia, unidos por reconocimiento, unidos por amor e intereses mutuos.
Yo, a nombre de los pueblos que tengo la gloria de mandar, y que me han
confiado su custodia durante la guerra, ofrezco al Estado de Cartagena cuanto
esté de mi parte y pueda contribuir a la destrucción de nuestros enemigos y a
nuestra mutua seguridad.