Correspondencia Al general Santander Puerto Cabello, 3 de enero de 1827.

                                                    Correspondencia
Al general Santander

Puerto Cabello, 3 de enero de 1827.
A s. El general F. de P. Santander.
Mi querido general:
Desde Maracaibo no he escrito a Vd. porque estaba en marcha a esta plaza, adonde llegué ahora tres días. La encontré en guerra abierta con Valencia; tuve noticias del estado del Occidente y Oriente de Venezuela, donde ya se combatían, y últimamente vino el general Silva a darme noticias del Llano, que ya ardía. Los tres días que llevo en esta plaza los he empleado en comunicaciones con el general Páez, que, al fin, ha mandado reconocer mi autoridad como presidente de la república en todo el territorio de Venezuela, y él mismo se somete a ella bajo el título de jefe superior, que no tendrá otras atribuciones que las que le son concedidas a este destino. Por mi parte, no he podido menos que dar el decreto que Vd. verá; él evita la guerra civil que devoraba ya a Venezuela y, calmando el furor de los partidos, es un triunfo para la patria y también para la república. No puede Vd. imaginarse, mi querido general, la fermentación en que se hallan todos los partidos en Venezuela, y la serie de males que tenía delante era tan terrible como dilatada: dentro de poco no hubiéramos encontrado sino escombros anegados en sangre. En fin, mi querido general, la guerra civil está evitada; mi autoridad, que es perteneciente a la república, reconocida; y ¿puede desearse un triunfo más completo? De otro modo cada pueblo habría sido un escombro o un sepulcro. El general Páez tenía elementos de qué valerse y aun ya había empezado por dar libertad a sus esclavos. Se decía que lo perseguían, porque era de la clase del pueblo. El Bajo Apure y Cumaná hubieran encendido una guerra de ilotas. Yo no sé adónde hubiéramos ido a parar. El decreto que le confiere el mando civil y militar de Venezuela se limita a la autoridad conferida al general Soublette, pero solamente para el departamento de Venezuela, pues en el día no se conoce otra Venezuela, y no es extensiva al Zulia ni al Oriente; por consiguiente, es menos que lo que ha mandado Soublette.
La autoridad del general Mariño ha reemplazado a la anarquía sanguinaria que había en el Oriente y es increíble lo que ha trabajado por restablecer mi opinión y mi autoridad. Guzmán se ha apoderado de su alma y me asegura de su fidelidad. Estaba resuelto a combatir contra Páez. Esto responde Guzmán de ello, en cuanto se puede asegurar lo que es falible. En una palabra antes de saber nada se ha puesto a mis órdenes y abandonó a Páez. Contra su voluntad se le ha hecho la guerra a Bermúdez en Barcelona; porque el pueblo está furioso contra aquel pobre general. Todo lo demás que digan a Vd. es mentira; siempre me refiero a lo que me dice Guzmán como muy positivo; y yo tengo a Guzmán como amigo seguro y fiel que ha trabajado divinamente en todo esto. Últimamente estaba temblando de los partidarios de Páez. Sólo el honor lo hubiera hecho marchar a Valencia en misión y ahora ha ido a Caracas.
Nadie puede explicarme cómo ha sido la ocupación de Barinas por las tropas de Páez después de la llegada de Ibarra; después sí me han explicado todos el terror que me han tenido todos inclusive el mismo Páez. A pesar de todo esto, no hay persona que no me asegure que sí tiene mucha, mucha estimación, mucha adhesión por mí. Dice Austria que el general Páez es el que ha tenido más calma durante toda esta borrasca. En fin, mañana yo veré a Páez y escribiré a Vd. más latamente. Ya le he mandado la carta que Vd. me dio para él en prueba de la anticipación de sus ideas.
Soy de Vd. de todo corazón.
BOLÍVAR
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P. D. - Ya no se necesita que venga el batallón Paya ni el escuadrón. Deles Vd. orden que contramarchen.
A todo esto aquí estamos cargados de deudas y todo, todo, todo arruinado con el gran desorden; mientras tanto tenemos cuatro o cinco mil hombres en Venezuela sola, sin contar con el Zulia y con los otros departamentos: ¡Plata!

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