Discursos y proclamas a los españoles europeos de los castillos de Guayana.

Discursos y proclamas
Simón Bolívar, jefe supremo de la república de Venezuela a los españoles europeos de los castillos de Guayana.
1 de julio de 1817
¡Desgraciados defensores de la tiranía en Venezuela! Vuestra miseria ha tocado mi corazón y ha excitado sentimientos compasivos en vuestro favor. El amor a la patria, a la independencia y a la justicia, os hizo tomar las armas para combatir a los invasores de vuestro suelo la España. Arrastrados después por la fuerza, y más aún por la seducción, habéis venido a colmar de calamidades .a la inocente América, a manchar vuestros timbres, y a cubriros de ignominia. Multitud de combates han reducido vuestro ejército a la nada, y el esfuerzo que os trajo a Coupigní ha tenido la misma suerte en Margarita. Ya los americanos han abandonado vuestras tiránicas banderas: habéis quedado solos en la lucha: por todas partes os halláis cercados de la muerte y del deshonor.
Españoles europeos. Vuestra Península, vuestros propios hermanos combaten en el día contra el ingrato e imbécil Fernando. Abandonad, pues, sus banderas, y abrazad al fin la causa de la justicia, de la libertad y de la independencia. Tan sólo por estos sagrados motivos es noble hacer el sacrificio de la guerra. No vaciléis entre un hombre y un pueblo, que será vuestro hermano si vosotros no continuáis vuestra obstinada crueldad, y adoptáis esta tierra, que habéis cubierto de sangre, por vuestra propia patria. Venid a estrecharos con los mismos que hasta ahora han sido vuestros enemigos: la unión será nuestra divisa y vosotros seréis tratados como americanos.
Cuartel General de Casacoima, julio 31 de 1817. -7°
BOLÍVAR.

En la última frase el original dice "vuestra divisa", probablemente por error del amanuense.

Discursos y proclamas A los Caraqueños 9 de enero de 1817

Discursos y proclamas
A los Caraqueños
9 de enero de 1817
Simón Bolívar, jefe supremo y capitán general de los ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada
A los Caraqueños:
El ejército libertador pisa el territorio de Caracas. Las armas de la República coronadas de repetidas victorias, no pueden temer a los tiranos que oprimían la patria. Ellos expiraron en los campos de Quebrada Honda, del Alacrán y del Juncal.
Caraqueños: el ejército granadino marcha por los Llanos. La División del general Mariño marcha contra Cumaná. El general Piar marcha sobre Guayana y el general Arismendi marcha a libertar nuestra capital.
Caraqueños: el periodo de la tiranía ha terminado. Nuestros soldados son invencibles y debéis recibirlos como a vuestros protectores. No los temáis.
Yo vuelo a la cabeza de mis compañeros de armas a romper vuestras cadenas. Ya no habrá más esclavos en Venezuela. Todos los ciudadanos serán iguales ante la ley. La cruel España no reinará más tiempo en nuestras comarcas. Seremos para siempre libres, iguales e independientes.
Cuartel General del Tuy, 9 de enero de 1817.
SIMÓN BOLÍVAR
Es copia.
Moxó.

Archivo General de Indias. Sección de Estado. Caracas. Signatura antigua. Leg. 12. Copiada por Francisco Vetancourt Vigas. Publicada incompleta en la Gaceta de Caracas, del 22 de enero de 1817.

Discursos y proclamas Barceloneses 13 de enero de 1817

Discursos y proclamas
Barceloneses
13 de enero de 1817
Simón Bolívar, jefe supremo y capitán general de los ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada
Barceloneses:
Los sucesos de la guerra me han llamado a vuestra capital donde me hallo rodeado de los más valerosos defensores de la Patria. Yo he traído y espero inmensos auxilios militares suficientes para libertar la República. Armas, pertrechos y material poseemos bastantes para arrollar todas las fuerzas españolas de Venezuela:
La ciudad de Barcelona ya está perfectamente fortificada, guarnecida y municionada de guerra y boca. Los satélites del Rey son incapaces de tomar a Barcelona, porque yo la defiendo con soldados aguerridos y oficialmente expertos.
Barceloneses: El Exmo. Señor general Arismendi ha marchado a los llanos a tomar el mando en jefe de los ejércitos del general Zaraza, del general Piar y del general Urdaneta que manda ocho mil hombres de la Nueva Granada, y vienen todos a unirse en el cuartel general del Chaparro donde debemos verificar nuestra reunión general.
Todas las tropas de la República marchan de común acuerdo a ejecutar mis órdenes contra los tiranos.
Tan inmensas fuerzas son irresistibles: los enemigos están destruídos: nada pueden oponernos.
S. E. el general Mariño manda un grande ejército contra Cumaná y los españoles perecen de hambre. El bárbaro Morales se halla en la Villa de Cura y un tal Real manda en Chaguaramas 800 a 1.000 hombres que no pueden abandonar los llanos porque el general Urdaneta posee a Calabozo con más de 3.000 hombres.
Los bandidos que infestan a Clarines no han podido llegar hasta Píritu porque temen al señor general Monagas que debe atacarlos por la espalda.
Barceloneses: Reuníos todos a vuestro gobernador el general Freites. El lleva un indulto para aquellos que han faltado a su deber y abandonado sus banderas en medio de los peligros de la guerra. Reuníos todos a mí y no temáis a los tiranos porque ellos son débiles, injustos y cobardes.
Cuartel General de Barcelona, a 13 de enero de 1817.
SIMÓN BOLÍVAR.

Reproducida en la Gaceta de Caracas de 19 a 26 de febrero de 1817, según Arístides Rojas, y quien debemos esta copia. Es (te recordar que en dicha gaceta los realistas adulteraban los documentos.

CARTA DE JAMAICA SIMÓN BOLÍVAR Parte 5

CARTA DE JAMAICA
SIMÓN BOLÍVAR Parte 5
La posición de los moradores del hemisferio americano ha sido por siglos puramente pasiva; su existencia política era nula. Nosotros estábamos en un grado todavía más abajo de la servidumbre, y por lo mismo con más dificultad para elevarnos al goce de la libertad. Permítame V. estas consideraciones para elevar la cuestión. Los estados son esclavos por la naturaleza de su constitución o por el abuso de ella; luego, un pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, holla y usurpa los derechos del ciudadano o súbdito. Aplicando estos principios, hallaremos que la América no solamente estaba privada de su libertad, sino también de la tiranía activa y dominante.
Me explicaré. En las administraciones absolutas no se reconocen límites en el ejercicio de las facultades gubernativas: la voluntad del Gran Sultán, Kan, Dey y demás soberanos despóticos, es la ley suprema, y esta es casi arbitrariamente ejecutada por los bajaes, kanes y sátrapas subalternos de la Turquía y Persia, que tienen organizada una opresión de que participan los súbditos en razón de la autoridad que se les confía.
A ellos está encargada la administración civil, militar, política, de rentas, y la religión. Pero al fin son persas los jefes de Hispahan, son turcos los visires del gran señor, son tártaros los sultanes de la Tartaria.
La China no envía a buscar mandatarios militares y letrados al país de Gengis Kan que la conquistó, a pesar de que los actuales chinos son descendientes directos de los subyugados por los ascendientes de los presentes tártaros.
¡Cuán diferente era entre nosotros! Se nos vejaba con una conducta que, además de privarnos de los derechos que nos correspondían, nos dejaba en una especie de infancia permanente con respecto a las transacciones públicas. Si hubiésemos siquiera manejado nuestros asuntos domésticos en nuestra administración interior, conoceríamos el curso de los negocios públicos y su mecanismo. Gozaríamos también de la consideración personal que impone a los ojos del pueblo cierto respeto maquinal, que es tan necesario conservar en las revoluciones.
He aquí por qué he dicho que estábamos privados hasta de la tiranía activa, pues que no nos está permitido ejercer sus funciones.
Los americanos, en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más el de simples consumidores; y aun esta parte coartada con restricciones chocantes; tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones que el rey monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma península no posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera necesidad; las trabas entre provincias y provincias americanas para que no se traten, entienden, ni negocien; en fin, ¿quiere V. saber cuál era nuestro destino? Los campos para cultivar el añil, la grana, el café, la caña, el cacao y el algodón; las llanuras solitarias para criar ganados; los desiertos para cazar las bestias feroces; las entrañas de la tierra para excavar el oro, que puede saciar a esa nación avarienta.
Tan negativo era nuestro estado que no encuentro semejante en ninguna otra asociación civilizada, por más que recorro la serie de las edades y la política de todas las naciones. Pretender que un país tan felizmente constituido, extenso, rico y populoso, sea meramente pasivo ¿no es un ultraje y una violación de los derechos de la humanidad?
Estábamos, como acabo de exponer, abstraídos y, digámoslo así, ausentes del universo cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del Estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos, pocas veces; diplomáticos, nunca; militares, sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes; todo en contraversión directa de nuestras instituciones.
El emperados Carlos V formó un pacto con los descubridores, conquistadores y pobladores de América que, como dice Guerra, es nuestro contrato social. Los reyes de España convinieron solemnemente con ellos que lo ejecutasen por su cuenta y riesgo, prohibiéndoseles hacerlo a costa de la real hacienda, y por esta razón se les concedía que fuesen señores de la tierra, que organizasen la administración y ejerciesen la judicatura en apelación; con otras muchas exenciones y privilegios que sería proligo detallar. El rey se comprometió a no enajenar jamás las provincias americanas, como que a él no tocaba otra jurisdicción que la del alto dominio, siendo una especie de propiedad feudal la que allí tenían los conquistadores para sí y sus descendientes.
Al mismo tiempo existen leyes expresas que favorecen casi exclusivamente a los naturales del país, originarios de España, en cuanto a los empleos civiles, eclesiásticos y de rentas. Por manera que con una violación manifiesta de las leyes y de los pactos subsistentes, se han visto despojar aquellos naturales de la autoridad constitucional que les daba su código.
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CARTA DE JAMAICA SIMÓN BOLÍVAR parte 4

CARTA DE JAMAICA
SIMON BOLIVAR
parte 4
«Después de algunos meses, añade V., he hecho muchas reflexiones sobre la situación de los americanos y sus esperanzas futuras; tomo grande interés en sus sucesos; pero me faltan muchos informes relativo a sus estado actual y a lo que ellos aspiran: deseo infinitamente saber la política de cada provincia como también su población; si desean repúblicas o monarquías, si formarán una gran república o una gran monarquía?
Toda noticia de esta especie que V. pueda darme, o indicarme las fuentes a que debo ocurrir, la estimaré como un favor muy particular.»
Siempre las almas generosas se interesan en la suerte de un pueblo que se esmera por recobrar los derechos con que el Criador y la naturaleza le han dotado; y es necesario estar bien fascinado por el error o por las pasiones para no abrigar esta noble sensación; V. ha pensado en mi país, y se interesa por él; este acto de benevolencia me inspira el más vivo reconocimiento.
He dicho la población que se calcula por datos más o menos exactos, que mil circunstancias hacen fallidos, sin que sea fácil remediar esa inexactitud, porque los más de los moradores tienen habitaciones campestres, y muchas veces errantes; siendo labradores, pastores, nómadas, perdidos en medio de espesos e inmensos bosques, llanuras solitarias, y aislados entre lagos y ríos caudalosos. ¿Quién será capaz de formar una estadística completa de semejantes comarcas? Además, los tributos que pagan los indígenas; las penalidades de los esclavos; las primicias, diezmos y derechos que pesan sobre los labradores, y otros accidentes, alejan de sus hogares a los pobres americanos. Esto es  sin hacer mención de la guerra de exterminio que ya ha segado cerca de un octavo de la población, y ha ahuyentado una gran parte; pues entonces las dificultades son insuperables y el empadronamiento vendrá a reducirse a la mitad del verdadero censo.
Todavía es más difícil presentir la suerte futura del Nuevo Mundo, establecer principios sobre su política, y casi profetizar la naturaleza del gobierno que llegará a adoptar. Toda idea relativa al porvenir de este país me parece aventurada. ¿Se pudo prever, cuando el género humano se hallaba en su infancia rodeado de tanta incertidumbre, ignorancia y error, cuál sería el régimen que abrazaría para su conservación?
¿Quién se habría atrevido a decir tal nación será república o monarquía, esta será pequeña, aquella grande? En mi concepto, esta es la imagen de nuestra situación. Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares; nuevos en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo viejos en los usos de la sociedad civil. Yo considero el estado actual de la América, como cuando desplomado el imperio romano, cada desmembración formó un sistema político, conforme a sus intereses y situación, o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias, o corporaciones; con esta notable diferencia que aquellos miembros dispersos volvían a restablecer sus antiguas naciones con las alteraciones que exigían las cosas o los sucesos; mas nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por otra parte, no somos indios, ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país, y los usurpadores españoles; en suma, siendo nosotros americanos por nacimientos, y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar estos a los del país, y que mantenernos en él contra la invasión de los invasores; así nos hallamos en el caso más extraordinario y complicado. No obstante que es una especie de adivinación indicar cuál será el resultado de la línea de política que la América siga, me atrevo a aventurar algunas conjeturas que desde luego caracterizo de arbitrarias, dictadas por un deseo racional, y no por un raciocinio probable.
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sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...