Retrato moral del libertador Bolívar
Simón bolívar tiene cuarenta y seis años de
edad es de estatura mediana y de
temperamento bilioso. Su constitución, aunque delgada, debe ser robusta en
extremo, para haber resistido a tantas fatigas,
inquietudes y climas malsanos. Sus expresivos ojos brillan como dos
diamantes negros, bajo una frente ancha
que a obscurecido el sol del Ecuador y arrugado el pensamiento. Todo es
meridional: fisionomía lenguaje, mezcla singular de indolencia y energía, dominio de si mismo
en impetuosidad. Reúne Bolívar a una instrucción variada, un talento vasto, penetrante y justo, un conocimiento
profundo de los hombre y de los
intereses de su país. Familiar con
gracia, reservado sin altanería, bueno sin debilidad, siempre está bien
en su puesto, en el vivac como en los palacios, a la mesa y, aún, según
se dice, en el budoir, pues no ha sido
la gloria su sola querida y puede
perdonársele a un filántropo tan practico el que no desprecie la mitad del
género humano.
Nunca la triste pasión de fuego común en toda
la raza española, rozo esta alma entregada
a deberes austeros o recreos que
tenia casi siempre algo de intelectual y de elegante. “mientras que nosotros
pasamos la noche en el juego ” me decía un General colombiano “Bolívar va se
instruye, gobierna y así ha excedido a
todos” Bolívar en efecto se complace mucho
en la conversión con personas de mérito y con los buenos libros que de
todos los interlocutores, son por cierto los enteras en su libracos. Se le
creería a veces un filosofo lúgubre antes que el conquistador de la Nueva Granada y en
el Perú cuando está cansado de todo, de gloria harto de estudios y de trabajo,
recurre para distraer su disgusto, al algunos vasos de champagñe, medio
expedito de restablecer el equilibrio, más valioso aún que Moliere o Cervantes
para aquellos a quienes su género no les impone la obligación de ser
perpetuamente melancólicos. Por lo demás, se reconoce en el orden y la economía
que reinan en su casa, en la sencillez de su partida de gastos y de su mesa, al
funcionario cuidadoso del tesoro público, hombre de bien, y hombre de gusto. El
ejemplo de semejante patrón es ley para todos los que le rodean: así para estar
a gusto en le duro empleo de estar de edecán de Bolívar, se requiere de una constitución
e indiferencia profunda por el lujo y los
goces de la civilización.
De las grandes cualidades del Libertador es preciso poner en primera línea el
desinterés y la perseverancia, lejos de deberle su fortuna a la revolución como
tantos otros, ha sacrificado por ella un patrimonio considerable.
Propietario de esclavos, los emancipó
para hacerlos ciudadanos y soldados. Conquistador de las ricas provincias, no
ha querido serlo, sino su renegador. Presidente de Colombia, y reducido al
módico sueldo de su cargo (150.000 francos), daba la mitad de el a sus hijas y
a las viudas de sus compañeros de armas muertos en la guerra de independencia;
ayudaba de su peculio al famoso Lancáster para que estableciera en Colombia su
método de enseñanza. Pero es a su perseverancia a la que le debe el triunfo,
sobre todo la causa americana. Hundida tres veces son con su patria por los más
espantosos reveses, arrojando pobre y proscrito a playas extranjeras,
perseguido de isla en isla por el puñal español, recompensados tantos
servicios con la calumnia, el hambre y la desnudez, volvió tres veces a la
carga y triunfo como los de los enemigos
de su país. En su calidad de hombre de guerra un viajero lo ha comparado
con Sertorio. Al igual de ese romano famoso, Bolívar ha tenido a menudo ocasión
es decir:
“Roma no está en Roma; está donde yo estoy”.
Pero la extensión de sus correrías los
obstáculos que hubo de transmontar, sus estratagemas para retener bajo su
bandera pequeños ejércitos, y duplicarlos, la rapidez audaz de sus movimientos,
y hasta el color y el carácter de sus
soldados, todo en sus campañas recuerda a Aníbal antes que Sertorio. Como
estadista es él quien, ayudado por Zea y el doctor Gual, ha fundado el poder
político y el crédito de Colombia. Si en vez de cinco o seis mezquinas repúblicas siempre en guerra entre si, y
desgraciadas por disensiones intestinas presenta hoy Colombia al mundo un
frente que se extiende de uno a otro mar, desde las playas de Guayana hasta las
riberas de Guayaquil; si este inmenso territorio, destinado a sostener un día
más de cien millones de hombres,
comprende en sus límites el istmo de
Panamá, centro futuro del comercio del globo, tal importancia nacional , tan
magnifico porvenir, son otros tantos beneficios de Bolívar. Consagrado
incesantemente a extender y perfeccionar su obra, este genio creador había
concebido un plan todavía más grandioso: quiso ligar por un pacto de
familia tres estados cuyo padre es:
Colombia Per, y Bolivia. Los gérmenes de prosperidad que encierra cada uno de
estos estados, hubieran fructificando para todos; abolición de las Aduanas y de
los ejércitos permanentes; independencia inatacable, afuera: seguridad, y
progreso incalculable. Adentro: tales hubiera sido para las tres de los efectos
de este vinculo fraternal. Pero las perturbaciones suscitadas por una
administración corrompida llamaron a Bolívar al seno de su patria. Su proyecto
no fue comprendido sino por algunas inteligencias superiores; los demagogos y
los serviles lo calumniaron sin conocerlo; y a pesar de las enseñanzas de una
experiencia muy próxima (la guerra del Perú contra Colombia) la malaventura de
la época acaso obligara al grande hombre a abandonarla.
Resumamos
Bolívar es el creador de tres estados libres.
Solo sin auxilio extraño, a la cabeza de una población católica embrutecida por
tres siglos de servidumbre. Ha hecho más que el inmortal Washington mismo, con
un pueblo protestante y ilustrado, libre
, guiado por los Jefersson, Los Franklin, los Adams secundado por Francia,
España, Holanda. Bolívar no ha reprimido nunca la libertad sino es por interés
de la libertad misma. Es para hacer valer las naciones el hombre necesario de
que han carecido México, Guatemala,
chile, Buenos Aires, y cuya falta ha entregado esos hermosos países a todos los
azotes de la anarquía. Investido tres veces de la dictadura por la confianza
publica, la ha resignado tres veces en la ara de la patria y no se ha reservado
sino un poder moderador y saludable. Para poner su gloria al abrigo de los
ataques de la envidia y de las seducciones del poder, aún le resta una carga
que deponer: la de la vida.
P. D. Martín Maillefer
Poeta y viajero francés.