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Lima, a octubre 18 de 1823


Lima, a octubre 18 de 1823
Muy señor mío:
Tiene usted mi amor verdadero, con el prendimiento de mi corazón por usted. No me calmo hasta que usted me dé su explicación de su ausencia de usted, sin que yo sepa qué se ha hecho usted. ¿Es que no ve el peligro? ¿O yo no le intereso más que ayer? Decida usted, porque yo me regreso aun sin la gloria de usted, que no vacila en hacerme sufrir.
Suya,
Manuela Saenz
Fuente: Las más Hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
acompañadas de los Diarios de Quito y Paita,
así como de otros documentos
© Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia
Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2010
Depósito Legal: lf000000000000
ISBN: 0000000000000

Bolívar: El Hombre de América


Bolívar: El Hombre de América
Por: Juvenal Herrera Torres/ Historiador Colombiano
b.) Necesidad de un acuerdo sobre derecho de gentes. Porque no existiendo soberanía interna del Estado colombiano; no pudiendo imponerse sus autoridades en la integridad del territorio, y no pudiéndose develar la rebeldía que persigue el poder, las partes en conflicto tienen la obligación ética de comprometerse en aliviar, como decía el Libertador, “los horrores de la guerra”. Uno de esos compromisos urgentes es el acogimiento de las prescripciones del Derecho Internacional Humanitario (DIH) para regularizar la guerra, asegurando la protección de las víctimas del enfrentamiento, ya se trate de la población civil inerme o de los combatientes vencidos. Es que todo maltrato a la dignidad humana y con mayor razón de una persona inerme o vencida, hace del agresor un bandido, así se llame policía, soldado, paramilitar o guerrillero. Siempre en el Ejército Libertador se trató con respeto a la población inerme y se le deparó buen trato a los enemigos vencidos, razón por la cual Simón Bolívar es considerado como precursor del Derecho Internacional Humanitario.
c) La misión fundamental de las fuerzas armadas es la defensa de las fronteras patrias. Las fuerzas armadas de América Latina, en particular las de Colombia, han sido adiestradas para eliminar a un presunto “enemigo interno”. De allí la vigencia permanente de los decretos de estado de sitio en contra de los derechos fundamentales de los ciudadanos y en beneficio del capital financiero y de sus administradores.
Hay que reconstruir estas fuerzas formándolas en la concepción bolivariana original, de tal suerte que impidan el desarrollo de normas de guerra dictadas contra los propios hijos de la patria. Y para que cuando se haga urgente su presencia en los conflictos internos actúe únicamente “... empleando su espada en defensa de las garantías sociales...”, como lo expresó el Libertador en su última proclama a los colombianos.
d) La igualdad y la libertad política de los ciudadanos pilares fundamentales de la
democracia. En Colombia no existe libertad política. Y menos igualdad. La historia demuestra que todos aquellos que intentan reivindicar estos valores democráticos son violentamente aniquilados.
Colombia ha sido convertida en un cementerio de combatientes por los valores republicanos, y ¡oh ironía!, han sido asesinados en nombre de esos mismos valores y principios.
El tratamiento igual que el Libertador dio a todas las etnias, particularmente a los negros y a los indios frente a las capas poderosas de la sociedad, se constituyó en la fuente de odios y persecuciones que en su contra desataron las oligarquías locales, los seguidores de Francisco de Paula Santander y las potencias europeas y norteamericana, tal como se demuestra prolijamente en el texto de Herrera Torres.
En el ideario del Libertador la igualdad es un presupuesto de la libertad. Sin esos dos pilares, decía, no puede haber república. Sus pensamientos y teorías fundamentados en extensas lecturas, particularmente da Juan Jacobo Rousseau, enriquecidos en las vivencias con su amigo y maestro Simón Rodríguez, tenían que chocar con el utilitarismo de Jeremías Bentham y de John Stuart Mill, quienes consideraban el voto de los propietarios y de los hombres ilustrados superior al de los indios y los negros, concepción heredada por Santander y sus seguidores de ayer y de hoy.
En efecto, en materia de igualdad y libertad, las de Bolívar y Santander son escuelas diametralmente opuestas. De tal suerte, que la democracia directa como el contenido del Estado verdaderamente Popular y republicano nutrió el pensamiento de Bolívar quien encontró su complemento en la cultura milenaria de los indígenas nuestros, ajena por ejemplo, a la importada teoría de la tridivisión de poder y de la democracia representativa.
Fuente: Bolívar: El Hombre de América
Por: Juvenal Herrera Torres/ Historiador Colombiano

Cartas de amor de Manuela y Simón


Las más Hermosas cartas de Amor entre
Manuela y Simón acompañadas de los
Diarios de Quito y Paita,
así como de otros documentos
Cuartel General de Lima, a 13 de septiembre de 1823
A la señora Manuela Sáenz
Mi buena y bella Manuelita:
Profunda preocupación tiene mi corazón, a más de mi admiración por tu valentía al enfrentarte sola al anatema de la luz pública, en detrimento de tu honor y de tu posición.
Sé que lo haces por la causa de la Libertad, a más que por mí mismo, al disolver, con la intrepidez que te caracteriza, ese motín que atosigaba el orden legal establecido por la República, y encomendado al general Solom en Quito.
Tú has escandalizado a media humanidad, pero sólo por tu temperamento admirable. Tu alma es entonces la que derrota los prejuicios y las costumbres de lo absurdo; pero Manuela mía, he de rogarte: prudencia, a fin de que no se lastime tu destino excelso en la causa de la libertad de los pueblos y de la República.
Prefiero que vengas a Lima, a fin de hacerte cargo de la secretaría y de mi archivo personal, así como los demás documentos de la Campaña del Sur.
Con todo mi amor,
Simón Bolívar
Fuente: © Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia
Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2010
Depósito Legal: lf000000000000
ISBN: 0000000000000

Cartas de amor de Manuela y Simón


El Garzal, a 28 de julio de 1822
General Simón Bolívar
Muy señor mío:
Aquí estoy yo, ¡esperándole! No me niegue su presencia de usted. Sabe que me dejó en delirio y no va a irse sin verme y sin hablar… con su amiga, que lo es loca y desesperadamente.
…aquí hay todo lo que usted soñó y me dijo sobre el encuentro de Romeo y Julieta… y exuberancias de mi misma.
Manuela Saenz
Quito, 30 de diciembre de 1822
Al Libertador Simón Bolívar
Incomparable amigo:
En la apreciable de usted, fecha 22 del presente, me hace ver el interés que ha tomado en las cargas de mi pertenencia. Yo le doy a usted las gracias por esto, aunque más las merece usted porque considera mi situación presente. Si esto sucedía antes que estaba más inmediata, ¿qué será ahora que está a más de sesenta leguas de aquí? Bien caro me ha costado el triunfo de Yacuanquer. Ahora me dirá usted que no soy patriota por todo lo que voy a decir. Mejor hubiera querido yo triunfar de él y que haya diez triunfos en Pasto.
Demasiado considero a usted lo aburrido que debe estar usted en ese pueblo; pero, por desesperado que usted se halle, no ha de estar tanto como lo está la mejor de sus amigas, que es:
Manuela Saenz
Fuente: Las más Hermosas cartas de Amor entre
Manuela y Simón acompañadas de los Diarios de Quito y Paita,
así como de otros documentos
© Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia
Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2010
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JURAMENTO EN EL MONTE SACRO


JURAMENTO EN EL MONTE SACRO
(Roma, 15 de agosto de 1805)
Juramento hecho por Simón Bolívar en Roma, Italia, el 15 de agosto
de 1805, a la edad de 22 años. Se encontraba Bolívar en compañía de
su maestro Don Simón Rodríguez y Fernando Rodríguez del Toro.
En este lugar, colmado de la Historia de la antigua Roma, Bolívar se
inspiró para lanzar al mundo su compromiso de liberar a la América
entera del yugo español.
JURAMENTO EN EL MONTE SACRO
Este texto del Juramento de Bolívar y Simón Rodríguez en el Monte
Sacro de Roma, el 15 de agosto de 1805, fue publicado por el colombiano doctor
Manuel Uribe Ángel, como palabras dichas a él por Rodríguez, en Quito, en
1850. El escritor Fabio Lozano y Lozano lo incluyó en su obra “El Maestro
del Libertador” (páginas 66-70). (Edición de París, 1913).
Después de la coronación de Bonaparte viajábamos Bolívar y
yo, en estrecha compañía y en íntima amistad, por gran parte del
territorio de Francia, Italia y Suiza. Unas veces íbamos a pie y otras
en diligencia.
En Roma nos detuvimos bastante tiempo. Un día, después de
haber comido, y cuando ya el sol se inclinaba al Occidente, emprendimos
paseo hacia la parte del monte Sagrado.
Aunque esos llamados montes no sean otra cosa que rebajadas
colinas, el calor era tan intenso que nos agitamos en la marcha lo
suficiente para llegar jadeantes y cubiertos de copiosa transpiración
a la parte culminante de aquel mamelón. Llegados a ella, nos sentamos
sobre un trozo de mármol blanco, resto de una columna destrozada
por el tiempo.
Yo tenía fijos mis ojos sobre la fisonomía del adolescente,
porque percibía en ella cierto aire de notable preocupación y concentrado
pensamiento.
Después de descansar un poco y con la respiración más libre,
Bolívar, con cierta solemnidad que no olvidaré jamás, se puso en pie
y como si estuviese solo, miró a todos los puntos del horizonte, y a
través de los amarillos rayos del sol poniente, paseó su mirada
escrutadora, fija y brillante, por sobre los puntos principales que
alcanzábamos a dominar.
¿Conque éste es —dijo— el pueblo de Rómulo y de Numa,
de los Gracos y los Horacios, de Augusto y de Nerón, de César y
de Bruto, de Tiberio y de Trajano?. Aquí todas las grandezas han
tenido su tipo y todas las miserias su cuna. Octavio se disfraza
con el manto de la piedad pública para ocultar la suspicacia de su
carácter y sus arrebatos sanguinarios; Bruto clava el puñal en el
corazón de su protector para reemplazar la tiranía de César por la
suya propia; Antonio renuncia los derechos de su gloria para
embarcarse en las galeras de una meretriz, sin proyectos de reforma;
Sila degüella a sus compatriotas, y Tiberio, sombrío como la
noche y depravado como el crimen, divide su tiempo entre la
concupiscencia y la matanza. Por un Cincinato hubo cien
Caracallas. Por un Trajano cien Calígulas y por un Vespasiano cien
Claudios. Este pueblo ha dado para todo: severidad para los viejos
tiempos; austeridad para la República; depravación para los
Emperadores; catacumbas para los cristianos; valor para conquistar
el mundo entero; ambición para convertir todos los Estados
de la tierra en arrabales tributarios; mujeres para hacer pasar las
ruedas sacrílegas de su carruaje sobre el tronco destrozado de sus
padres; oradores para conmover, como Cicerón; poetas para seducir
con su canto, como Virgilio; satíricos, como Juvenal y
Lucrecio; filósofos débiles, como Séneca, y ciudadanos enteros,
como Catón. Este pueblo ha dado para todo, menos para la causa
de la humanidad: Mesalinas corrompidas, Agripinas sin entrañas,
grandes historiadores, naturalistas insignes, guerreros ilustres,
procónsules rapaces, sibaritas desenfrenados, aquilatadas virtudes
y crímenes groseros; pero para la emancipación del espíritu,
para la exteripación de las preocupaciones, para el enaltecimiento
del hombre y para la perfectibilidad definitiva de su razón, bien
poco, por no decir nada. La civilización que ha soplado del Oriente,
ha mostrado aquí todas sus faces, ha hecho ver todos sus elementos;
mas en cuantoa resolver el gran problema del hombre en libertad,
parece que el asunto ha sido desconocido y que el despejo
de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el Nuevo
Mundo.
Y luego, volviénsose hacia mí, húmedos los ojos, palpitante el
pecho, enrojecido el rostro, con una animación febril, me dijo:
¡Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por
ellos; juro por mi honor y juro por la Patria, que no daré descanso a
mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que no haya roto las cadenas que
nos oprimen por voluntad del poder español!. (1)
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(1) Texto Original tomado de: Simón Rodríguez, Obras Completas, Caracas, Ediciones
del Congreso de la República, 1988, t. II, pp. 375 – 378.
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Fuente: © Despacho del Presidente
Simón Bolívar, Ideario Político
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2004
Depósito Legal: lf53320043203141
ISBN: 980-03-0342-1
Impresión: Italgráfica S.A.

sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...