Lima, 30 de mayo de 1826.
A S. E. el general F. de P. Santander.
Mi querido general:
Después de haber meditado mucho sobre los
negocios del día, he determinado mandar al coronel O´Leary a llevar a Vd. estos
pliegos, que son de poca importancia, pero que pueden servir de mucho para
después.
La mira que he tenido al enviar a O´Leary es
la de que diga a Vd. largamente todo lo que Vd. desee saber del Perú y Bo
livia, Chile y Buenos Aires, del ejército y de mí. Luego que Vd. se haya
informado bien de todo, el debe continuar a Caracas con el objeto de ver al
general Páez de mi parte, y persuadirle que no haga nada contra su deber en el
negocio que tiene pendiente con el congreso de resultas del suceso de Caracas.
Podrá Vd. indicarle cuanto guste para que lo comunique a Páez del modo que sea
más conveniente. He creído de la mayor impor tancia este asunto y por eso me he
resuelto a escribirle por este medio. O´Leary dirá a Vd. todo lo que sea
relativo a esto.
La vicepresidencia de Vd. y mi reelección son
dos motivos también que me hacen dirigir esta comisión. Es el suceso más feliz
que podíamos esperar en estas circunstancias la continua ción del mando de Vd.
Estando Vd. a la cabeza del gobierno, puedo yo ocuparme en los negocios del Sur
y después ir a Ve nezuela a quedarme un año o dos arreglando lo mejor posible
aquellos hombres, o más bien aquellos enredos. Pero yo no debo mandar como
presidente durante estos cuatro años que vienen. De otro modo en el año de 31
va a empezar una tempestad deshecha. Yo quisiera que Vd. fuese elegido de
presidente, para quedarme yo en aptitud de ser reelegido en la próxima presi
dencia. Si faltamos a la ley volviéndome a reelegir, se pierde el respeto que
se debe a la majestad de las leyes y hacemos una verdadera revolución, y si no
me nombran, estoy seguro de que va a ser la crisis de la república el nuevo
presidente y la reforma de la constitución. Por esto, pues, yo deseara que
nuestros amigos se empeñasen en admitir la renuncia que voy a mandar a la nueva
legislatura. De este modo conciliaremos los intereses públicos con mis deseos
privados. Tengo gran necesidad de reposo para volver a trabajar con empeño en
los años que vienen, si no es así estaré aburrido para entonces, y mi primer
paso será irme fuera de Colombia para respirar con un poco de quietud. De
ninguna manera he de mandar estos cuatro años próximos, por que tengo la
intención de quedarme en el Sur hasta conseguir un permiso del congreso para
irme a Venezuela, y cuando esté en Venezuela tendré mil disculpas para no ir a Bogotá.
De suerte que siempre se han de perder mis servicios y me anulan para lo
futuro. Quisiera que Vd. hiciera uso de estas ideas del modo más conveniente al
fin que me propongo.
Como el presidente del senado me llama para ir
a prestar el juramento el 2 de enero, pienso obedecer y marchar de aquí en
agosto para Guayaquil y estarme por allá todo el resto del año, para poder
decir al congreso que no me he quedado fuera del territorio de la república
cuando se me ha llamado; pero que no debo aceptar más el mando por haberlo
ejercido no sólo ocho años que quiere la constitución, sino quince, y otras
muchas cosas que debo añadir.
Dentro de tres meses mandaremos el batallón de
Pichincha al Istmo para que pase a Venezuela: llevará mil plazas y es el más
hermoso batallón del Sur. Después irá otro cuerpo de mil plazas por el mismo
camino y con la misma dirección. De tres en tres meses serán estas
expediciones; yo no quiero ir a Venezuela sino teniendo allí, por lo menos,
tres mil hombres del ejército del Sur. Yo procuraré que no les falte nada, pues
los desórdenes de las rentas se remediarán en gran parte si el congreso me auto
riza en el Norte como me autorizó en el Sur. Crea Vd. que bien se necesita de
esta medida para remediar mil abusos y otros mil desórdenes.
No hablo a Vd. del nuevo proyecto
eclesiástico, porque todavía no lo hemos presentado al gobierno del Perú para
que lo considere. Se espera al general Santa Cruz que es más despreocupado que
el actual presidente.
La república de Bolivia se ha reconocido por
este gobierno. Yo le he mandado al congreso el proyecto de constitución que me
ha pedido y un discurso analítico de mi proyecto. Se lo mando a Vd. para que lo
haga reimprimir del modo más brillante que sea posible, y encargándole este
cuidado a la persona de más instrucción para que cuide de corregir la impresión
y el estilo. En Caracas pueden hacer otro tanto para que corra en toda
Venezuela y sirva para disuadir las ideas monárquicas que se han propagado en
estos días. Mi proyecto concilia los extremos: los federalistas encontrarán
allí sus deseos realizados en gran parte y los aristócratas hallarán un
gobierno permanente, sólido y fuerte; los demócratas verán conservada la
igualdad sobre toda cosa. Mi discurso contiene ideas algo fuertes, porque he creído
que las circunstancias así lo exigían; que los intolerantes y los amos de
esclavos verán mi discurso con horror, mas yo debía hablar así porque creo que
tengo razón y que la política se acuerda en esta parte con la verdad. Quisiera
que algunos amigos dijeran en los papeles públicos el bien que hallasen en mi
proyecto. Muchas gentes me dicen que lo podrán adoptar en el Perú con las
modificaciones que exigen las circunstancias. ¡Ojalá en Colombia quisieran
después aplicar a nuestra consti tución alguna parte de mi proyecto!
O´Leary lleva orden de volver a encontrarme en
Bogotá para enero, aunque dudo mucho que me halle para entonces en esa capital.
El general Sucre quedará mandando en Bolivia
por dos o tres años. El general Santa Cruz se pondrá a la cabeza del con sejo
de gobierno. En este país quedan las cosas muy poco seguras, porque faltan por
ejecutar las operaciones políticas más peli grosas y de mayor interés. Se debe
nombrar un nuevo ejecutivo por indicación del pueblo y también se debe hacer una
nueva constitución, también consultado el pueblo. No sé cómo saldrán de tan
tremendas operaciones; mucho temo grandes disturbios.
El nuevo empréstito que fueron a contratar en
Inglaterra los enviados del Perú está en muy mal estado: dicen los comi sionados
que no esperan conseguirlo sin una pérdida inmensa. Este gobierno les ha
respondido que contraten solamente un millón de libras esterlinas, con el
objeto de pagar a Colombia y al ejército nuestro, que en parte está sin pagar;
pero sin hacer grandes sacrificios arreglándose a uno de los mejores
empréstitos para que la pérdida sea menor. Esta noticia debe serle a Vd. muy
desagradable. Podría Vd. mandar a Londres el derecho al millón contra el nuevo
empréstito del Perú para que los inte resados en su cobro negociasen con los
agentes del Perú el mismo millón. En caso que hubiese alguna pequeña pérdida
entre las diferencias del valor real y del valor en el cual se contratase el
millón, esta diferencia la pagaría probablemente el gobierno del Perú o la
perdería Colombia en el último caso. Todo sería una bagatela. Yo le diré a
Armero que trate esto con el ministro de estado del Perú para que autoricen a
sus enviados en el Perú a que se convengan en este negocio con el ministro de
Colombia. Todo esto debe ser hipotético, porque todo puede suceder, pues es
posible también que ya se haya contratado el nuevo emprés tito para cuando
lleguen estas órdenes y, por consiguiente, habrá con que pagar el millón.
En cuanto a marineros, es inútil pensar en los
del Perú por que no los hay. Este gobierno ha tenido que enganchar mari neros
ingleses para sus buques. No hay comercio de cabotaje porque no hay marineros
del país, y los extranjeros hacen este comercio contra todas las reglas. Los
pocos que podríamos tomar en Payta desertarían en el Istmo antes de embarcarse
en Portobelo. Si los llevamos amarrados hasta Cartagena se vería esto como un
ultraje atroz, y con una onza por cabeza está evitado este disgusto,
enganchando marineros en las Antillas.
El señor Illingworth marcha para Colombia y se
llevará algunos oficiales subalternos de quienes tiene plena confianza. Repito
que Illingworth es el más hábil marino que tenemos.
Gual me ha escrito de Panamá, y toda su carta
se reduce a hablarme sobre la necesidad en que estamos de apresurar la
negociación de límites entre el Perú y Colombia; él es de opinión que por tal
de que se consiga este tratado dejásemos la pro vincia de Loja del lado
peruano. Yo he contestado que no soy de este parecer, ni que debemos perder a
(Mojos) ni Bracamoros, cuando estas provincias deben quedarnos porque nos
pertenecen y no son desiertos como los del Marañón. Le digo que de Jaén al
Marañón se puede tirar una línea y este río puede servirnos de límites entre
los dos desiertos; los antiguos límites de las provincias de Quito y las
peruanas deberán servirnos de frontera. Creo, pues, que Colombia podría
autorizar a Heres para que entablase esta negociación sobre esta base, que
puede y aun debe ser aceptada, siendo esto lo que verdaderamente conviene a
ambos. Yo no dudo que Heres logre un buen efecto en su misión, porque, además
de la justicia del reclamo, la amistad que tiene con el general Santa Cruz, que
va a ser el presidente del consejo de gobierno, le facilitará los medios de
obtener el buen resultado que desea Gual sin sacrificar nuestros intereses
perdiendo a Loja. Además para perder siempre hay tiempo y mucho menos cuando
esta pérdida es inexcusable.
Soy de Vd. afmo. servidor y amigo.
BOLÍVAR.
P. D. Recomiendo a Vd. infinito a mi edecán
O´Leary: a él se le debe su haber, y si Vd. toma interés en que se le pague me
hará un servicio. Lo mismo vuelvo a recomendar al pobre López Aldana. Su hijo
nos sirve bien, bien.