Cartas- Al general Nariño



Cartas
Al general Nariño
Barinas, 21 de abril de 1821.
Señor general Antonio Nariño.
Mi muy estimable amigo y señor:
Mucho celebraré que Vd. haya llegado a Cúcuta sin ninguna novedad particular. Debe ser un poco triste para Vd. el pronto término de sus predecesores, y no quiera el cielo que Vd. los siga en su viaje a la patria de los muertos. Aquí se ha asegurado que nuestro común y digno amigo Azuola debe haber expirado: muy sensible me será si tal desgracia le sucede a la república y a su familia.
Yo tengo mucha confianza en que Vd. allanará todas las dificultades que se opongan a la instalación del congreso, y es el objeto, en el día, más ardiente para mi corazón. Deseo, sobre toda exageración, que el cuerpo legislativo se reúna para que eche los últimos cimientos al edificio de la república, que aun está por construir; pues que no tenemos más que despejado el terreno de veinte y dos provincias, y un libro que no habla con nadie, que llaman constitución.
Pero Vd. verá por sí mismo, que no hay otra cosa, porque la transición del gobierno, la comisión de unos individuos en países extranjeros, la muerte de dos vicepresidentes, la ausencia de los ministros, la dificultad de la reunión del congreso, la no existencia de una dirección general de rentas, y la incoherencia de todos los ramos, mi ausencia de la capital, y mi estada en el ejército, todo esto y otras muchas cosas tienen, por decirlo así, la república en orfandad. Colombia se gobierna por la espada de los que la defienden, y en lugar de ser un cuerpo social, es un campo militar. Por consiguiente, los abusos, las negligencias y la carencia de todo elemento orgánico, es inevitablemente el efecto de aquellos principios que no ha estado en mi poder corregir, por muchas razones: la primera, porque un hombre en muy poco tiempo, y escaso de conocimientos generales, no puede hacerlo todo, ni bien ni mal; segunda, porque me he dedicado exclusivamente a expulsar a nuestros enemigos; tercera, porque hay muchas consideraciones que guardar en este caos asombroso de patriotas, godos, egoístas, blancos, pardos, venezolanos, cundinamarqueses, federalistas, centralistas, republicanos, aristócratas, buenos y malos, y toda la caterva de jerarquías en que se subdividen tan diferentes bandos; de suerte que, amigo, yo he tenido muchas veces que ser injusto por política, y no he podido ser justo impunemente.
Convencido íntimamente de que a la cabeza del gobierno se debe poner otro que no sea un soldado como yo, siempre en la frontera; y de que debe dividirse el mando del ejército y el de la república, mando mi dimisión, para que, tanto Vd. como los demás buenos ciudadanos, se empeñen en que se acepte. De no, cuente Vd. con la orfandad eterna del gobierno, y aun con mi deserción el día mismo que bata los enemigos. Crea Vd., amigo mío, que yo he meditado mucho esta materia, en ocho años que he gobernado la república. Yo no sé, ni puedo, ni quiero gobernar: para hacer eficazmente una cosa es menester tener inclinación a ella, y aun quererla con pasión vehemente.
Por mi parte, cada día me siento con más repugnancia por el mando, y si continúo y continuaré a la cabeza del ejército, es porque desde el primer día de mi vida pública me encontré fuertemente animado de la ansia de contribuir a la expulsión de nuestros antiguos opresores. De suerte, que este servicio lo hago por pasión, no por mérito. Yo espero que Vd. emplee todo su influjo en que no se me fuerce a cometer una acción más contraria a mí mismo que al crédito de la república, y en que ambos padeceríamos más de lo que se puede prever; porque suponga Vd. qué impresión haría a los extranjeros la deserción del jefe del estado y ¡qué anarquía la que se establecería en nuestro pueblo colombiano!
Si Vd. no quiere ser presidente, puede Vd. indicar otro que lo sea tan dignamente como Vd. mismo. E] general Santander es excelente sujeto; y si no, Urdaneta, Montilla, Restrepo, Peñalver, Zea y otros muchos que tienen más o menos mérito que los precedentes. Mi opinión es en esta parte que el presidente debe ser militar y cundinamarqués; y el vicepresidente paisano y venezolano, para evitar celos y discordias; si es que se pueden evitar en el tumulto de tan ciegas pasiones.
Adiós, mi querido amigo.
BOLIVAR.
P. D.- Se puede comunicar esta carta al señor Peñalver.

A los caraqueños 8 de agosto de 1813



A  los caraqueños 8 de agosto de 1813

Simón Bolívar, brigadier de la unión, y general en jefe del ejército libertador de Venezuela.
A los Caraqueños.
Anonadados por las vicisitudes físicas, y políticas, hasta el último punto de oprobio y de infortunio, a que la suerte ha podido reducir a un pueblo civilizado, os veis ya libres de las calamidades espantosas que os hicieron desaparecer de la escena del mundo; y por decirlo así, hasta de la faz de la tierra: pues sepultados, muertos en los Templos, y vivos en las cavernas que el arte y la naturaleza han formado, estabais privados de la influencia del Cielo, y de los auxilios de vuestros semejantes.
En un estado tan cruel y lamentable; y a tiempo que las persecuciones habían llegado a su colmo, un ejército bienhechor compuesto de vuestros hermanos los ínclitos soldados granadinos parecen, y como ángeles tutelares, os hacen salir de las selvas, y os arrancan de las horribles mazmorras donde yacíais sobrecogidos de espanto, o cargados de las cadenas tanto más pesadas, cuanto más ignominiosas. Parecen, digo, vuestros libertadores, y desde las márgenes del caudaloso Magdalena, hasta los floridos valles del Aragua, y recintos de esta ilustre capital, victoriosos, han surcado los ríos del Zulia, del Táchira, del Bocanó, del Masparro, la Portuguesa, el Morador, y Acarigua, transitando los helados páramos de Mucuchies, Boconó y Níquitao, atravesando los desiertos y montañas de Ocaña, Mérida y Trujillo, triunfando siete veces en las campales batallas de Cúcuta, la Grita, Betijoque, Carache, Niquitao, Barquisimeto y Tinaquillo, donde han quedado vencidos cinco ejércitos que en número de diez mil hombres, devastaban las hermosas provincias de Santa Marta, Pamplona, Mérida, Trujillo, Barinas y Caracas.
Caraqueños: El ejército de bandidos que profanaron vuestro territorio sagrado ha desaparecido delante de las huestes Granadinas y Venezolanas, que animadas del sublime entusiasmo de la libertad y de la gloria, han combatido con un valor divino, y han llenado de un pánico terror a los tiranos cuya sangre regada en los campos ha. expiado una parte de sus enormes crímenes. Vuestros ultrajes han sido vengados por nuestra espada libertadora, que a un solo golpe ha inmolado los verdugos, y cortado las ligaduras de las víctimas.
Los habéis visto, Caraqueños, escaparse como tránsfugas de vuestra Capital, y puertos, temiendo vuestra justa indignación, y no temiendo la vergüenza de huír de un pueblo todavía encadenado. No esperaron, no, la clemencia del vencedor a que ellos no eran acreedores por las infracciones impías que han cometido en todas las partes del Mundo Americano: pero el magnánimo carácter de nuestra nación ha querido superarse a sí mismo concediendo a nuestros bárbaros enemigos tratados tan benéficos que le han asegurado sus bienes y sus vidas, únicos objetos de su codicia.
Mirad cuán pérfidos deben ser unos hombres que entregandoos a la anarquía os pusieron en la necesidad absoluta de existir en medio de los tumultos sin gobierno y sin orden. Mirad cual será su carácter fementido y protervo, cuando abandonan a sus propios defensores a la merced de un vencedor, y de un pueblo irritado que con razón clamaba a la venganza de tres siglos de opresión, y de un año de exterminio. Mirad en fin con el vilipendio que ellos merecen a esos miserables que erguidos en la prosperidad, y cobardes en el infortunio, precipitan a sus hermanos al peligro, y los abandonan en él.
Por fin, compatriotas míos, vuestra República acaba de renacer bajo los auspicios del Congreso de la Nueva Granada vuestra auxiliadora, que ha enviado sus ejércitos, no a daros leyes, sino a restablecer las vuestras extinguidas por la irrupción de los bárbaros, que envolvió en el caos, la confusión y la muerte los Estados Soberanos de Venezuela, que hoy existen nuevamente libres e independientes y colocados de nuevo al rango de Nación.
Esta es, caraqueños, mi misión; aceptad con gratitud los heroicos sacrificios que han hecho por vuestra salud mis compañeros de armas, que al daros la libertad se han cubierto de una gloria inmortal.
Cuartel General de Caracas, 8 de agosto de 1813, 3° de la Independencia y 1° de la Guerra a Muerte.
Antonio Muñoz Tébar.
Secretario de Estado.
Imprenta de Juan Baillio. Caracas.

Simón Bolívar, brigadier de la unión y general en jefe del ejército del norte, Libertador de Venezuela 9 de octubre de 1813



Simón Bolívar, brigadier de la unión y general en jefe del ejército del norte,
Libertador de Venezuela

9 de octubre de 1813
Soldados:
El ejército español que concibió el extravagante proyecto de subyugan nuevamente la República de Venezuela, no existe ya: destruido en la; dos gloriosas acciones de Bárbula y las Trincheras, donde vuestro valor deshizo sin el menor esfuerzo esas bandas de mercenarios que los tiranos de la España enviaron a inmolar al filo de vuestra espada, pensando sin duda, que vosotros erais los mismos esclavos que en otros tiempos ellos desgraciaban a la esfera de los brutos. Pero su exterminio ha sido el resultado de tan audaces delirios. El ejército de Monteverde con su indigno caudillo, ha desaparecido; y sus miserables reliquias sólo han podido salvarse por el camino del deshonor, huyendo como liebres y sepultándose en sus antiguas guaridas.
Sólo quinientos hombres, sin oficiales ni jefes, se han acogido al castillo de Puerto Cabello a morir de hambre, peste y temor; así se ha desvanecido la única y última esperanza de nuestros cobardes enemigos, que habían colocado toda su confianza en sus jactanciosos compatriotas los soldados españoles.
El celo que protege siempre la buena causa, y abandona a su rigor a los tiranos de la humanidad ha señalado su justicia haciendo perecer al azoté de Venezuela, el abominable Monteverde, y a sus cómplices. Su mayor número ha quedado en el campo, y el menor anda errante por los bosques, buscando un asilo digno de su ferocidad en las cavernas de las fieras.
Soldados, nuestras armas libertadoras han vengado a Venezuela, inmolando a los tiranos que tan pérfidamente la engataron para sacrificarla a sus miras de ambición y avaricia. La sangre de estos monstruos apacigua el clamor de los manes de nuestras víctimas: ya ellas están satisfechas, y el honor nacional vindicado. Mas nuevas glorias os esperan en los campos de Coro, Maracaibo y Guayana; partid, pues, a libertar a vuestros hermanos que gimen bajo el yugo español. El impertérrito brigadier Rafael Urdaneta, vuestro mayor general, os conducirá a la victoria en los campos de Coro, para donde marcháis: en tanto que los vencedores de Maturín unidos a los valientes caraqueños de la división del invicto comandante Campo Ellas, castigan a Boves, expulsan a Yáñez de San Fernando, y marchan contra Guayana. El resto de los vencedores de Monteverde estrechan a Puerto Cabello, hasta que perezca o se rinda, bajo las órdenes del bizarro comandante D'Elhuyar.
Yo no me aparto de vosotros, amados compañeros míos, sino por ir a conducir en triunfo a Caracas el gran corazón del inmortal Girardot; y a recibir con los honores debidos a los libertadores de Cumaná y Barcelona, que ansiosos de adquirir nuevos trofeos vienen a participar de nuestros peligros, y de nuestras glorias, guiados por el joven héroe general Santiago Mariño, salvador de su patria. No me aparto, no, de vosotros, soldados granadinos y venezolanos, pues mi espíritu, mis sentimientos, y mi amor os quedan. Yo os ofrezco volver más pronto a la luz a dividir con vosotros los trabajos marciales que hacéis por la salud de la patria, que ya os titula con el sublime renombre de Libertadores de Venezuela.
Cuartel General de Valencia, 9 de octubre de 1813, 3° y 1º
SIMÓN BOLÍVAR.
Antonio Rafael Mendiri,
Secretario Interino de Guerra. 

Al Batallón sin nombre



Al Batallón sin nombre
6 de diciembre de 1813
Soldados: Vuestro valor ha ganado ayer, en el campo de batalla, un nombre para vuestro cuerpo, y aun en medio del fuego, cuando os vi triunfar, le proclamé el Batallón Vencedor de Araure. Habéis quitado al enemigo banderas que un momento fueron victoriosas; se ha ganado la famosa llamada invencible de Numancia.
Llevad, soldados, esta bandera de la República. Yo estay seguro que la seguiréis siempre con gloria.
BOLÍVAR.
Cuartel General en la Aparición de la Corteza, a 6 de diciembre de 1813.
Se componía este batallón de las tropas batidas días antes en la jornada de Barquisimeto, a las cuales el Libertador, al reconvenirlas por su conducta, les había negado nombre y el uso de la bandera.
Simón Bolívar

Las más Hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón



Las más Hermosas cartas de Amor
entre Manuela y Simón
acompañadas de los Diarios de Quito y Paita,


Cuartel General de Junín a 6 de agosto de 1824
Al señor teniente de Húzares de S.E.
El Libertador y presidente de Colombia
Señora Manuela Sáenz
Mi muy querida Manuela:
En consideración a la resolución de la Junta de Generales de División, y habiendo obtenido de ellos su consentimiento, y alegada su ambición personal de usted de participar en la contienda; visto su coraje y valentía de usted; de su valiosa humanidad en ayudar a planificar desde su columna las acciones que culminaron en el glorioso éxito de este memorable día; me apresuro, siendo las 16:00 horas en punto, en otorgarle el grado de Capitán de Húzares; encomendándole a usted las actividades económicas y estratégicas de su regimiento, siendo su máxima autoridad en cuanto tenga que ver con la atención a los hospitales, y siendo este, el último escaño de contacto de mis oficiales con la tropa.
Cumplo así con la justicia, de dar a usted su merecimiento de la gloria de usted, congratulándome de tenerla a mi lado como mi más querido oficial del ejército colombiano.
Su afectísimo,
Simón Bolívar
S.E. El Libertador,
Fuente: © Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia
Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2010
Depósito Legal: lf000000000000
ISBN: 0000000000000

Así como los grandes hombres de la Revolución francesa



Así como los grandes hombres de la Revolución francesa ejecutaron un
programa antifeudal y antimonárquico, defendiendo los valores de la libertad, la
igualdad, la justicia y la moralidad, también Bolívar en América, aparece como el
hombre que tiene plena conciencia, de las tarea transformadoras y revolucionaria s que
tiene por delante. Oigan señores sus reflexiones modernas e ilustradas “…Armando lo
más útil, animada de lo más justo, y aspirando a lo más perfecto, al separarse Venezuela
de la nación española, ha recobrado su independencia, su libertad, su igualdad, su
soberanía nacional. Constituyéndose en una república democrática, proscribió la
monarquía, las distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios: declaró los derechos
del hombre, la libertad de obrar, de pensar, de hablar y de escribir”.5
No quiero concluir mis palabras, sin recordar que de 1830 (fecha de la muerte de
Bolívar) hasta acá han transcurrido justamente 176 años. La pregunta obligada es la
siguiente, ¿tiene vigencia el pensamiento de Simón Bolívar? La respuesta es que sí.
Creo que el gran sueño de Bolívar de formar una gran nación americana es un
camino que vale la pena transitar, por que mientras nuestros pueblos no se unan contra
las potenc ias imperiales, siempre serán víctimas de su control y dominio. Creo que la
persistencia de Bolívar, es un ejemplo a tomar en cuenta, por todos los que luchan por
un mundo mejor, en el contexto neoliberal y globalizador. Tiene vigencia la idea de
educar e ilustrar a la gente, para que puedan cumplir con la condición de sujeto social y
moral, y de paso convertirse en ciudadanos conscientes de sus deberes y derechos, para
con la sociedad y la patria.

Fuente: Bolívar y la Ilustración1
Rafael Morla.
Universidad Autónoma de Santo Domingo
4 Simón Bolívar, Ob.cit., p. P.72
5 Simón Bolívar, Ob.cit., Págs. 63-64.
168 Eikasia. Revista de Filosofía, II 8 (enero 2007). http://www.revistadefilosofia.org

SIMÓN BOLÍVAR: ENSAYO DE UNA INTERPRETACIÓN BIOGRÁFICA A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS



SIMÓN BOLÍVAR: ENSAYO DE UNA
INTERPRETACIÓN BIOGRÁFICA A
TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS
Tomás Polanco Alcántara

En ese viaje, en especial por su carga de dinero y mercancías, era necesario burlar la
vigilancia inglesa. Por esa razón el Almirante Alcalá Galiano dispuso que el San
Ildefonso, junto con las otras embarcaciones, subiera algo más por el Atlántico hasta
cerca de los bancos de Terranova y que, en lugar de acercarse a Cádiz, navegase por
las costas del norte para buscar el puerto de Santoña, donde arribó el 13 de mayo de
1799.
El viaje duró 115 días de los cuales pasaron 14 entre La Guaira y Veracruz, 46 en tierra
mexicana, unas horas en La Habana y 55 en el mar hasta Santoña.
Santoña, puerto ubicado a 47 kilómetros al este de Santander, dispone de una bahía
propia muy adecuada para sus fines y tuvo su tiempo de prosperidad hasta que ataques
franceses, a fines del Siglo XVII, casi acabaron con sus instalaciones. A finales del siglo
XVIII comenzó a recuperarse por el comercio con América.
Aunque es cierto que un joven de diez y seis años tiene, ordinariamente, una gran
capacidad de adaptación a nuevas circunstancias, la experiencia de un viaje marítimo
tan largo tuvo que causar efectos especiales en Bolívar. Aprendió las ventajas que
entonces tenía el uso del mar como medio de transporte, es posible que durante el viaje
haya nacido su interés por la astronomía al observar la forma como el barco era
conducido y comenzó a prepararse para una realidad que luego le sería característica, la
de tener que estar alejado de lo poco que le quedaba como familia.
Bolívar, al llegar a Santoña, debió partir inmediatamente para Madrid. Es casi seguro
que ese viaje fue directo, vía Burgos, sin serle necesario haber pasado por Bilbao en la
forma que han insinuado algunos historiadores. Fuentes Carvallo, en sus estudios sobre
la España de los tiempos de Bolívar, pudo comprobar que, tal como aparece en los
mapas de la época, era muy difícil, por no decir imposible, por la falta de caminos de
cómodo tránsito, viajar por tierra de Santoña a Bilbao, además de innecesario para quien
quería llegar rápidamente a Madrid(19).
Pedro Palacios informará a su hermano Carlos, desde Lisboa, el 5 de junio de 1799, cuál
fue el itinerario de su sobrino Simoncito: llegó a Veracruz, siguió a México, volvió a
Veracruz, siguió a La Habana, de esa isla "salió en convoy de embarcaciones de guerra"
y arribó a Santoña, "Puerto de la Vizcaya de donde ha corrido su ruta hasta llegar a
Madrid" (20).
La ruta Santoña-Madrid necesariamente debió impresionar al viajero por 105 cambios de clima, de alturas y de paisajes. Madrid tuvo que causarle sensación. Era algo distinto a todo cuanto había podido ver hasta ese momento.
Llegó a Madrid casi sin equipaje, tal como el 29 de junio y desde Madrid Pedro informa a Carlos: "Simoncito llegó derrotado y ha sido preciso equiparlo nuevamente". "Derrotado" significa, en buen español, "que anda con vestidos deteriorados o raídos". Era explicable que una trayectoria tan larga, sin servicios adecuados a bordo, hubiese causado tal efecto, especialmente en un viajero joven e inexperto.
La lista de ropa y accesorios hecha por el sastre madrileño llegó a costar la cantidad de
cuatro mil y más pesos y abarcaba una importante cantidad de vestimenta (21).
Esteban se encontraba encantado por la llegada de su sobrino a quien tanto quería. Sus
deseos eran atenderlo y hacerlo fe1iz (22).
La presencia del sobrino y la llegada de Pedro Palacios a Madrid obligó a los hermanos
Palacios a tomar algunas providencias, entre ellas la de formar casa aparte, por no
querer seguir ocupando "la de Mallo" donde al parecer vivía Esteban hasta entonces. Se
debe tratar de la de don Manuel de Mallo (23)De la carta de Pedro a Carlos, donde le
avisa tal circunstancia, no se deduce que Simón haya vivido en la casa de Mallo, como
muchas veces se ha creído, sino solamente que fue necesario para ellos contratar una
nueva casa.
Explicará más tarde que cuando él (Pedro) llegó Esteban vivía en casa de Mallo, pero
que penetrados de que "ya los tres con nuestros criados éramos una familia entera
resolvió separarse a pesar de Mallo", todo sin romper amistad y sin dejar de frecuentar la casa para comer (24).
De allí en adelante se encuentran dos líneas de opiniones e ideas en las cartas de los
hermanos Palacios, unas referentes al sobrino, otras a las propias actividades.
En cuanto al sobrino, la nueva forma de vida le produjo una cierta calma, al menos
temporal, que le permitió iniciar con provecho sus estudios. Así lo explica Pedro a Carlos diciéndole que Esteban lo tiene muy aplicado y él sigue con gusto y exactitud el estudio de la lengua castellana, el escribir en que está muy ventajoso, el baile, la historia en buenos libros y se le tiene preparado el idioma francés y las matemáticas. Está sujetico y observa mediana conducta o por mejor decir buena"(25).
El joven "sujetico", es decir tranquilo, se iniciaba en actividades que le gustarán por toda la vida: estudiar historia, bailar y hablar francés.
Como no era buena la situación de los Palacios en Madrid se les nota cierto interés en
cargar a la cuenta de Simón algunos gastos de la casa y por ello Pedro pide que se le
envíe a Simón licencia de su curador para hacer "apuntes, testamento y cualquier otras
disposiciones en orden a sus bienes".
Los señores Palacios Blanco vivían angustiados por los gastos crecientes y la poca
efectividad de las gestiones que estaban realizando.
Fuente: SIMÓN BOLÍVAR: ENSAYO DE UNA
INTERPRETACIÓN BIOGRÁFICA A
TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS
Tomás Polanco Alcántara

sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...