Correspondencia Al general Sucre CARTA. Año 1826


Correspondencia
Al general Sucre
CARTA. Año 1826
1.123.- BLANCO Y AZPURUA, X, 413).
Magdalena, 3 de junio de 1826.
A S. E. el Gran Mariscal Antonio José de Sucre.
Mi querido general:
Con Wilson se me olvidó decir a Vd. que el general San tander en carta del 6 de marzo me dice que en el congreso se discutía la licencia para que Vd. permaneciese en Bolivia, y para disponer de 2.000 hombres en favor de la república. Santander añade que él cree que todo se conseguirá, de modo que cuando llegue el diputado Olañeta se encuentre preparado este negocio. Ahora, pues, es llegado el momento de que vaya el diputado a llenar este objeto, que para Bolivia es de primera necesidad, necesidad que exige su bienestar, su conveniencia y, más que todo, su gratitud. No es mi intención decir que sea Olañeta el que precisamente vaya, porque tal vez Vd. lo empleará allí más útilmente; sino que deseo que vaya un diputado a Colombia, hombre instruido y de buena moral, que establezca relaciones íntimas y estrechas entre Bolivia y Colombia.
Estando ya reconocida la república de Bolivia por el gobierno del Perú, creo que su primer deber es el de enviar sus diputados al Istmo de Panamá para que allí representen a su nación y pro curen sus intereses. Soy, pues, de opinión que el señor Men dizábal debe pasar a Panamá, tomando por compañero de su nueva misión a su actual secretario, que parece ser hombre capaz y ya versado algún tanto en los negocios de su gobierno. Para que estos señores puedan partir cuanto antes, puede Vd. remi tirles sus credenciales e instrucciones por un oficial en posta y enviarle a Mendizábal el nombramiento de secretario en la le gación al Istmo, en blanco, para llenarlo aquí, donde no faltará un buen boliviano apto para este destino. Dos cosas tengo que recomendar a Vd. con relación a este encargo: primera, que se recomiende a la legación boliviana en el Istmo la más perfecta armonía con los enviados de Colombia, porque éstos son los que tienen las mejores instrucciones, y, al mismo tiempo, son hombres muy capaces y que podrán ayudarla con sus buenos consejos. Por mi parte, así lo encargaré a los señores Gual y Briceño, cuyo mérito Vd. bien conoce; segunda, que procure Vd. remitir, con el oficial que traiga las órdenes al señor Mendizábal, el dinero que corresponda a estos señores para el desempeño de su comisión. Aquí no se les puede dar absolutamente porque no lo hay, y por no aumentar la deuda de Bolivia, cuando ella puede muy bien sufragar este gasto. En esto, como en todo, hará Vd. lo que crea más conveniente a los intereses del país que lo ha escogido a Vd. para su jefe; no teniendo otro objeto que el de ayudarlo con mis consejos.
He dispuesto que dentro de tres meses salga para Panamá el batallón Pichincha, llevando 1.000 plazas, más que menos, y lo mejor compuesto que se pueda. Por supuesto, que todos aquellos a quienes corresponda, irán pagados de cuanto se les deba, para lo cual he escrito al general La Fuente, y espero que Vd. por su parte cooperará a que todo se haga a medida de mi deseo. El batallón Pichincha está destinado a Venezuela, donde será muy útil por su moral y por su jefe.
Dentro de seis meses, es decir, tres meses después de la mar cha de " Pichincha ", debe repetirse la misma operación con el batallón Bogotá, que también deberá ir a Venezuela. Por esta razón deseo que " Bogotá " se sitúe en Cochabamba, a fin de que baje a la costa ya aclimatado al calor y olvidado de los fríos del Potosí. " Bogotá " también deberá llevar 1.000 plazas, más que menos, dejando los venezolanos, magdalenos e istmeños, y tomando en reemplazo los peruanos que tenga el resto de la división a que pertenece. Este cuerpo debe ir pagado y recompen sado, en lo que le corresponda, con dinero del Alto Perú, porque habiendo el Bajo Perú hecho lo mismo con las tropas que han salido de Arequipa en la parte que debía darle Bolivia, justo es que Bolivia corresponda a esta deuda, porque en el Perú ya no hay dinero, ni de donde sacarlo. " Bogotá " deberá bajar a la costa escoltado por un batallón de la segunda división, el cual, luego que se haya embarcado " Bogotá ", deberá situarse en Tacna en reemplazo de " Pichincha ", quedando siempre a las órdenes de Vd. En Arequipa quedan 1.500 hombres a las órdenes del general Sandes, de que Vd. puede disponer cuando lo tenga a bien, y que pueden reemplazar el vacío que dejan los dos batallones que se separan de la segunda división; es decir, que Vd. puede llamar al Alto Perú la división del general Sandes después que hayan partido " Bogotá " y " Pichincha ".
Por todo lo que llevo dicho, conocerá Vd. que mi objeto es mandar a Venezuela un cuerpo de tropas extraño a todo des orden y a todo partido, y dejar en el Sur puros colombianos, que harán mucho bien aquí, y podrán hacer mucho mal allá.
Como dije a Vd. en mi última carta, estoy casi resuelto a ir a Colombia no a ejercer la presidencia, porque estoy bien determinado a no admitirla, sino a ver el modo de arreglar las cosas de Venezuela, las de Páez, y, en fin, a hacer el último sa crificio por Colombia.
Ayer se ha embarcado O´Leary llevando mi constitución boliviana a Colombia, y encargado de ver y hablar a todos, parti cularmente a Santander y a Páez, para quienes lleva cartas mías y consejos.
En estos días no hemos tenido noticias de ninguna parte; y así es que, al parecer, todo está tranquilo.
Soy de Vd. el mejor amigo de corazón.

BOLÍVAR.

Correspondencia Al general Santander Magdalena, 7 de abril de 1826.


Correspondencia
Al general Santander
Magdalena, 7 de abril de 1826.
A s. E. el general F. de P. Santander.
Mi querido general:
He recibido la agradable carta de Vd. del 21 de enero en la cual me habla largamente de todo, mas no me dice nada todavía de elecciones que es lo que nos importa, por ahora, más que todo.
Apruebo mucho y me parece perfectamente concebido el plan de la expedición marítima y del armisticio. Esto es lo que nos conviene decididamente. Entiendo que es mejor un armisticio que una paz con España.
No me parece bien que retiremos nuestros corsarios, porque es la única guerra ofensiva que hacemos a la España. En caso de que así se haga, deseo que Vd. mande publicar en las gacetas no ministeriales que el Perú y Bolivia darán patentes a los corsarios de Colombia y otros más, y que ocurran a estos gobiernos por ellas.
Me alegro del nombramiento de Cockburn, aunque se ha dicho que es el almirante Alejandro Cochrane.
Me alegro de que mande Vd. a Madrid a Francia.
Quedo de acuerdo sobre todo lo que Vd. dice del Brasil y Buenos Aires. Rivadavia se apoderó por una estratagema del gobierno, pero pronto saldrá de él. Es un malvado enemigo nuestro, que quiere que nosotros batamos al Emperador, sin quitarnos el sombrero solamente.
Insto a Vd. mucho porque se permita al general Sucre encargarse del mando de Bolivia.
He contestado ya toda su carta.
Estos días hemos estado aquí un poco agitados con motivo de la reunión del primer congreso constitucional, porque los diputados de Arequipa, que son los caraqueños del Perú, han querido que este congreso fuese constituyente y no constitucional como debe ser. La cuestión la suscitaron en una junta preparatoria, y muchos diputados de otras provincias los siguieron, unos por equivocación y otros por seducción. El consejo de gobierno sostenía la constitución por mi consejo, y como yo iba a ser desairado junto con mis delegados, y además temía una nueva anarquía nacer en este congreso constituyente, repetí decididamente lo que digo todos los días: que me iba. Esta palabra causó un alboroto inmenso. Todas las corporaciones, el pueblo y el congreso mismo me rogaron fuerte y unánimemente; además, hubo proyectos de impedirme a todo trance la marcha y de destruir, de paso, a los que me daban este disgusto. Yo soy blando de corazón a los ruegos de las personas que me aman; y, en efecto, todos me aman en el Perú, o a lo menos todos lo dicen con mucho calor; y lo cierto es, que de mil, apenas habrá uno que me aborrezca, o más bien que me tema. Es inútil decir que este incidente decidió de la cuestión en la junta preparatoria, aunque diecisiete votos se opusieron con calor a las miras del gobierno.
El motivo principal de todo esto es que un tal Luna Pizarro, un cleriguito como el doctor Pérez, ha querido que la constitución se varíe, o más bien que él pueda disponer de todo a su antojo. Él fue el que echó de aquí a San Martín y el que perdió a la junta que presidía La Mar; y él es el que ha pedido a Arequipa sus poderes sin restricción alguna, y como no pueden entrar en el congreso con estos poderes, los de Arequipa han querido sostener su partido.
El consejo de gobierno que yo he dejado aquí es compuesto de hombres buenos y honrados como Roscio, don Juan P. Ayala, y Restrepo: por consiguiente, les falta energía y popularidad. No les acusan más que flaquezas e indulgencias y, por lo mismo, dicen que no sirven para gobernar. Piden un nuevo consejo, y yo no encuentro otro mejor. Espero a un tal Pando, que ha ido al Istmo, para ponerlo en el ministerio de estado. Este caballero tuvo el mismo destino en Madrid en tiempo de las cortes. Tiene mucha semejanza con Revenga y en todo es superior, porque ha estado siempre en Europa en la carrera diplomática. Su honradez, su energía y sus luces compiten entre sí; pero no es agradable ni amado, aunque es el primer hombre del Perú. Nació en Lima y tiene toda su familia aquí; mas no es conocido por haber estado siempre fuera. Yo no sé qué hacer. Este país no se puede componer en cuatro ni en seis años: el congreso será siempre el mismo y lo mismo el ejecutivo. Esto está tranquilo por el encanto de mi opinión. Carrión decía que yo era el caduceo de Mercurio rodeado de serpientes amigas; pero que cuando faltase el caduceo todas se despedazarían. Yo estoy cansado de mandar y quiero irme; de suerte, que me alegrara mucho de que me viniera la orden para volver a Colombia. Lo único que me retiene es la constitución de Bolivia: ya la tengo concluida y quisiera presentarla personalmente al congreso de aquel país. Por lo tanto, si el congreso de Colombia no me ha permitido ir a Bolivia o me ha llamado, ruego a Vd. que me inste fuertemente de oficio para tener este documento con qué justificar y sostener mi marcha a Colombia; pero también suplico a Vd. que de ningún modo haga intervenir al poder legislativo en mi llamada, pues el emperador del Brasil puede batir a los argentinos y poner en gran riesgo estas repúblicas del Sur. Y si el congreso me llama no puedo más que obedecer, piérdase quien se perdiere. Por esta consideración yo deseo que Vd. me llame; pero no el congreso. También añado que ni voy a Bogotá ni voy a mandar. Basta, basta, basta. En este siglo de filosofía nadie adquiere gloria o la conserva si no se arregla religiosamente a los principios. Muchas unidades exigen nuestros críticos políticos para formar una nueva tragedia heroica. Por lo mismo, son muy infaustas las catástrofes.
Dígale Vd. a Soublette que he recibido con mucho gusto su última carta, aunque no apruebo su contenido de retirarse del mando; que lo único que yo apruebo es irse de América a trabajar en una parte donde haya mucha seguridad; que me escriba siempre y le daré tan buenos consejos como ahora.
Vd. habrá sabido por White y por otros también el cuento que viene de Venezuela sobre la corona. Tanto han de hablar sobre esta corona los enemigos y los amigos tontos, que me han de desterrar de Colombia y de América toda; no quieren creer que el mando me disgusta tanto como amo la gloria, y que la gloria no es mandar sino ejercitar grandes virtudes. Yo he querido la gloria y la libertad, ambas se han conseguido y, por lo mismo, no tengo más deseos.
Soy de Vd. de corazón.
BOLÍVAR.
P. D. - Esta carta no la he cerrado todavía porque aguardo la de Vd. que seguramente viene por el conducto de Heres. Hasta ahora no he tenido ninguna noticia ni he recibido gacetas.
Una que me ha remitido el señor Armero contiene la noticia de que los Estados Unidos van a remitir un enviado al Istmo a asistir a nuestras conferencias, exceptuando las que puedan ser beligerantes. Esto es bastante importante.
Armero me ha presentado el proyecto de armisticio con España. Yo he mandado decir que me parece bien que lo presente a este gobierno, que no dudo entrará en él. Este proyecto tiene para nosotros mil ventajas y, por lo mismo, yo debo permanecer en el Sur hasta que se realice, se decida la paz, o continuemos en guerra. Los españoles están mandando muchas tropas a las islas y ahora mismo acaban de llegar cuatro regimientos. Esto, unido a que mi permanencia en el Sur, dará más fuerza a las proposiciones que haga el Perú en el armisticio, me persuade que yo debo estar por aquí hasta ver el resultado de esta importante negociación, bien sea adversa o favorable. Si es contraria y los españoles intentasen alguna operación contra nosotros, yo podré llevar del Sur 20.000 hombres, lo que no obtendríamos si yo me ausento. Además, esté Vd. persuadido de que si yo me voy todo, todo esto se pierde.
Hasta ahora no he recibido la carta de Vd.
BOLÍVAR.

P. D. - El general Sucre me dice que tiene en Guayaquil ocho mil pesos que el gobierno puede tomar, librándole otro tanto a su hermano en Cumaná. Yo me intereso porque Vd. lo sirva en este negocio.

Correspondencia Al general Sucre CARTA. Año 1826


Correspondencia
Al general Sucre
CARTA. Año 1826
1.122.- DEL BORRADOR).
Magdalena, 3 de junio de 1826.
A S. E. el Gran Mariscal Antonio José de Sucre.
Mi querido general:
Con Wilson se me olvidó decir a Vd. que el general San tander en carta del 6 de marzo me dice que en el congreso se discutía la licencia para que Vd. permaneciese en Bolivia, y para disponer de 2.000 hombres en favor de esa república. San tander añade que él cree que todo se conseguirá, de modo que cuando llegue el diputado Olañeta se encuentre preparado este negocio. Ahora, pues, es llegado el momento de que vaya el diputado a llenar este objeto, que para Bolivia es de primera necesidad, necesidad que exige su bienestar, su conveniencia y, más que todo, su gratitud. No es mi intención decir que sea Olañeta el que precisamente vaya, porque tal vez Vd. lo empleará allá más útilmente, sino que deseo que vaya un diputado a Co lombia hombre instruido y de buena moral que establezca rela ciones íntimas y estrechas con Colombia.
Estando ya reconocida la República Boliviana por el go bierno del Perú, creo que su primer deber es el (*) de enviar sus representantes al Istmo de Panamá para que allí representen a su nación y procuren sus intereses. Soy pues de opinión que el señor Mendizábal debe pasar a Panamá, tomando por com pañero de su nueva misión a su actual secretario, que parece ser hombre capaz, y ya versado en algún tanto en los negocios de su gobierno. Para que estos señores puedan partir cuanto antes, puede Vd. remitirles sus credenciales e instrucciones por un oficial en posta, y enviarle a Mendizábal el nombramiento de secretario de la legación al Istmo, en blanco, para llenarlo aquí, donde no faltará un buen boliviano que llene esta comisión. Dos cosas tengo que recomendar a Vd. a este respecto: primera, que la mejor instrucción que se puede dar a la legación boliviana en el Istmo es que procuren uniformar sus intereses con los de Colombia, siendo éstos los que tienen las instrucciones más am plias y más liberales, y recomendarles que procuren estrecharse con ellos en cuanto puedan: y segunda, que procure Vd. enviar, con el oficial que trae las órdenes, el dinero que necesitan estos señores para desempeñar su comisión. Aquí no se les puede dar, porque no lo hay y el gobierno está muy apurado pagando a sus acreedores. Si se puede conseguir libranzas seguras sería mucho mejor. En esto como en todo hará Vd. lo que crea más conveniente, pues que no tengo más deseo que el de ayudar a Vd. con mis consejos.
He dispuesto que dentro de tres meses salga para Panamá el batallón de Pichincha llevando 1.000 plazas, más que menos, y lo mejor compuesto que se pueda. Por supuesto, que todos aquéllos a que corresponda irán pagados de cuanto se les deba, para lo cual he escrito al general La Fuente y espero que Vd. por su parte cooperará a que todo se haga a medida de mi deseo. El batallón Pichincha está destinado a Venezuela, donde servirá muy bien. Dentro de seis meses, es decir, tres meses después de la salida de " Pichincha ", debe repetirse la misma operación con el de " Bogotá " que también está destinado a Venezuela. Por esta razón deseo que " Bogotá " se sitúe en Cochabamba, a fin de que baje a la costa ya aclimatado al calor y olvide los fríos del Potosí. " Bogotá " también deberá llevar mil plazas, más que menos, dejando los venezolanos, magdalenos e istmeños, y tomando en reemplazo los peruanos que tenga el resto de la división a que pertenece. Vd. conocerá, por todo lo que digo, que mi objeto es llevar a Venezuela un cuerpo de tropas ex traño a todo desorden y a todo partido y dejar en el Sur puros colombianos, que harán mucho bien aquí y podrían hacer mucho mal allá. Luego que parta " Pichincha " y " Bogotá ", podrá Vd. disponer de 1.500 colombianos que quedan en Arequipa a las órdenes de Sandes.
Mando a Vd. mi discurso impreso en una mala imprenta y ejemplares de la constitución. Deseo que Vd. mande muchos a Buenos Aires, para ver qué efecto produce y por el gusto de oír a los editores de allí, que seguramente no lo recibirán bien. En cargue Vd. a alguna persona que lo haga reimprimir todo con el mejor gusto y elegancia que se pueda.
O´Leary saldrá definitivamente el viernes, llevando mi cons tituci n a Colombia y encargado de ver a todo el mundo; de aconsejar a Páez y de encontrarme en Bogotá para darme razón del estado de Venezuela.
Como dije a Vd. en mi última carta, estoy resuelto a ir a Colombia, no a tomar la presidencia, porque estoy bien resuelto a no admitirla, sino a sostener como mejor pueda un edificio que, a fuerza de quererse elevar, está pronto a caer.
El batallón Bogotá debe ir enteramente pagado y recom pensado con dinero del Alto Perú, porque habiendo el Bajo Perú pagado y recompensado a las tropas que han salido de Arequipa en la parte que debía darle el Alto Perú a la tropa, es justo que el Alto Perú haga lo mismo con " Bogotá ", ya que en el Perú no hay dinero, y que han hecho muchos desembolsos a cuenta de Bolivia, que aun no se le ha satisfecho ni se podrán pagar en algún tiempo.
El batallón Bogotá deberá bajar escoltado por un batallón de la división que deberá situarse en Tacna en reemplazo de " Pi chincha " quedando siempre a las órdenes de Vd. Los 1.500 hombres que queden en Arequipa reemplazarán ampliamente la desmembración de los dos batallones que va a separarse y siempre podrá contar Vd. con una división junta y bien organizada.
(*) El borrador dice aquí: creo que su primer debe ser.

La mitad de este borrador se halla en la sección del archivo conservada por O´Leary, y la otra mitad apareció en la de J. de Francisco Martín.

Correspondencia Al general Santander Plata, 26 de noviembre de 1825.

 
                                                                        
 Correspondencia
Al general Santander Plata, 26 de noviembre de 1825.
A s. E. el general F. de P. Santander.
Mi querido general:
Hasta ahora no he recibido ni el correo pasado ni el que debe partir mañana. No sé con qué motivo sea este retardo, pero lo siento infinito, porque, privado de tan importantes comunicaciones, no sé qué responder.
Yo me hallo en esta capital organizando su nuevo gobierno, del mejor modo que es posible. Sin duda, el 19 de abril del próximo año será proclamada la república, y entonces le presentaré la constitución; la que será ciertamente muy fuerte y muy liberal, y mi discurso será igualmente muy fuerte y muy liberal. Estoy recogiendo materiales para hacer una obra regular: desde luego, creo que será mejor que el de Angostura, porque tengo más materiales acopiados. Ya he mandado al general Lara que esté pronto a embarcarse para marzo con su división, y repito que deseo que este brillante cuerpo de tropas marche a Venezuela por el Istmo. En teniendo el Norte de Colombia 5 ó 6.000 soldados del orden, todo está hecho, y todo está asegurado. Cada día estoy mejor con las repúblicas del Sur, pero casi nada sé de las del Norte, ni del Istmo tampoco, que parece encantado: supongo que por allá nada habrá de consideración, pero nosotros tenemos noticias de Europa muy frescas, y nada hay de nuevo; por lo mismo estoy tranquilo con respecto a Vds. Puede ser que antes de cerrar esta carta sepa algo de bueno y entonces contestaré largamente de lo que ocurra. De letra del Libertador: No ha llegado el correo y debe partir éste; lo que siento infinito pues no sé qué cosa de importancia puede haber que contestar de los dos correos que nos faltan, ni tampoco sé por qué nos faltan. Soy de Vd. de corazón.

BOLÍVAR.

Discursos y proclamas 6 de Enero de 1817

                                                                       

   Discursos y proclamas
6 de Enero de 1817
Simón Bolívar, jefe supremo y capitán general de los ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada
Como es necesario que las fuerzas de la República deban operar por tierra como por mar, contra las ciudades de Guayana, Cumaná, La Guaira y Puerto Cabello, hemos tenido a bien declarar dichas ciudades y son por ésta declaradas en el estado de riguroso bloqueo; dejando libres de él todos los demás lugares de la costa, aunque la conducta de nuestros enemigos es suficiente para bloquearlos, como ellos hicieron en Cartagena y otros lugares de gran. extensión en la América, sin una marina capaz de sostener su declaración.
En consecuencia de esta resolución, todo buque sin excepción de Nación, que después de cuarenta días de la fecha, sea tomado a tres millas de dichos puertos de Guayana, Cumaná, La Guaira y Puerto Cabello, será buena presa, sin admitir excusa alguna o pretexto.
Pero sin embargo los usos, leyes y costumbres de las Naciones marítimas serán en tales casos rigurosamente observados, y cualesquiera duda que hubiere sobre lo dicho, será en favor del buque apresado.
Y para que esta declaración se haga saber a todos los comerciantes que trafican con la Costa Firme, se publicará en todas partes, y además se mandarán copias a sus Excelencias los Almirantes y Gobernadores de las Colonias.
Cuartel General de Barcelona, a 6 de enero de 1817. 7°.
SIMÓN BOLÍVAR.
J. G. Pérez.

Secretario.

Correspondencia Al general Santander Lima, 30 de mayo de 1826.


Correspondencia
Al general Santander
Lima, 30 de mayo de 1826.
A S. E. el general F. de P. Santander.
Mi querido general:
Después de haber meditado mucho sobre los negocios del día, he determinado mandar al coronel O´Leary a llevar a Vd. estos pliegos, que son de poca importancia, pero que pueden servir de mucho para después.
La mira que he tenido al enviar a O´Leary es la de que diga a Vd. largamente todo lo que Vd. desee saber del Perú y Bo livia, Chile y Buenos Aires, del ejército y de mí. Luego que Vd. se haya informado bien de todo, el debe continuar a Caracas con el objeto de ver al general Páez de mi parte, y persuadirle que no haga nada contra su deber en el negocio que tiene pendiente con el congreso de resultas del suceso de Caracas. Podrá Vd. indicarle cuanto guste para que lo comunique a Páez del modo que sea más conveniente. He creído de la mayor impor tancia este asunto y por eso me he resuelto a escribirle por este medio. O´Leary dirá a Vd. todo lo que sea relativo a esto.
La vicepresidencia de Vd. y mi reelección son dos motivos también que me hacen dirigir esta comisión. Es el suceso más feliz que podíamos esperar en estas circunstancias la continua ción del mando de Vd. Estando Vd. a la cabeza del gobierno, puedo yo ocuparme en los negocios del Sur y después ir a Ve nezuela a quedarme un año o dos arreglando lo mejor posible aquellos hombres, o más bien aquellos enredos. Pero yo no debo mandar como presidente durante estos cuatro años que vienen. De otro modo en el año de 31 va a empezar una tempestad deshecha. Yo quisiera que Vd. fuese elegido de presidente, para quedarme yo en aptitud de ser reelegido en la próxima presi dencia. Si faltamos a la ley volviéndome a reelegir, se pierde el respeto que se debe a la majestad de las leyes y hacemos una verdadera revolución, y si no me nombran, estoy seguro de que va a ser la crisis de la república el nuevo presidente y la reforma de la constitución. Por esto, pues, yo deseara que nuestros amigos se empeñasen en admitir la renuncia que voy a mandar a la nueva legislatura. De este modo conciliaremos los intereses públicos con mis deseos privados. Tengo gran necesidad de reposo para volver a trabajar con empeño en los años que vienen, si no es así estaré aburrido para entonces, y mi primer paso será irme fuera de Colombia para respirar con un poco de quietud. De ninguna manera he de mandar estos cuatro años próximos, por que tengo la intención de quedarme en el Sur hasta conseguir un permiso del congreso para irme a Venezuela, y cuando esté en Venezuela tendré mil disculpas para no ir a Bogotá. De suerte que siempre se han de perder mis servicios y me anulan para lo futuro. Quisiera que Vd. hiciera uso de estas ideas del modo más conveniente al fin que me propongo.
Como el presidente del senado me llama para ir a prestar el juramento el 2 de enero, pienso obedecer y marchar de aquí en agosto para Guayaquil y estarme por allá todo el resto del año, para poder decir al congreso que no me he quedado fuera del territorio de la república cuando se me ha llamado; pero que no debo aceptar más el mando por haberlo ejercido no sólo ocho años que quiere la constitución, sino quince, y otras muchas cosas que debo añadir.
Dentro de tres meses mandaremos el batallón de Pichincha al Istmo para que pase a Venezuela: llevará mil plazas y es el más hermoso batallón del Sur. Después irá otro cuerpo de mil plazas por el mismo camino y con la misma dirección. De tres en tres meses serán estas expediciones; yo no quiero ir a Venezuela sino teniendo allí, por lo menos, tres mil hombres del ejército del Sur. Yo procuraré que no les falte nada, pues los desórdenes de las rentas se remediarán en gran parte si el congreso me auto riza en el Norte como me autorizó en el Sur. Crea Vd. que bien se necesita de esta medida para remediar mil abusos y otros mil desórdenes.
No hablo a Vd. del nuevo proyecto eclesiástico, porque todavía no lo hemos presentado al gobierno del Perú para que lo considere. Se espera al general Santa Cruz que es más despreocupado que el actual presidente.
La república de Bolivia se ha reconocido por este gobierno. Yo le he mandado al congreso el proyecto de constitución que me ha pedido y un discurso analítico de mi proyecto. Se lo mando a Vd. para que lo haga reimprimir del modo más brillante que sea posible, y encargándole este cuidado a la persona de más instrucción para que cuide de corregir la impresión y el estilo. En Caracas pueden hacer otro tanto para que corra en toda Venezuela y sirva para disuadir las ideas monárquicas que se han propagado en estos días. Mi proyecto concilia los extremos: los federalistas encontrarán allí sus deseos realizados en gran parte y los aristócratas hallarán un gobierno permanente, sólido y fuerte; los demócratas verán conservada la igualdad sobre toda cosa. Mi discurso contiene ideas algo fuertes, porque he creído que las circunstancias así lo exigían; que los intolerantes y los amos de esclavos verán mi discurso con horror, mas yo debía hablar así porque creo que tengo razón y que la política se acuerda en esta parte con la verdad. Quisiera que algunos amigos dijeran en los papeles públicos el bien que hallasen en mi proyecto. Muchas gentes me dicen que lo podrán adoptar en el Perú con las modificaciones que exigen las circunstancias. ¡Ojalá en Colombia quisieran después aplicar a nuestra consti tución alguna parte de mi proyecto!
O´Leary lleva orden de volver a encontrarme en Bogotá para enero, aunque dudo mucho que me halle para entonces en esa capital.
El general Sucre quedará mandando en Bolivia por dos o tres años. El general Santa Cruz se pondrá a la cabeza del con sejo de gobierno. En este país quedan las cosas muy poco seguras, porque faltan por ejecutar las operaciones políticas más peli grosas y de mayor interés. Se debe nombrar un nuevo ejecutivo por indicación del pueblo y también se debe hacer una nueva constitución, también consultado el pueblo. No sé cómo saldrán de tan tremendas operaciones; mucho temo grandes disturbios.
El nuevo empréstito que fueron a contratar en Inglaterra los enviados del Perú está en muy mal estado: dicen los comi sionados que no esperan conseguirlo sin una pérdida inmensa. Este gobierno les ha respondido que contraten solamente un millón de libras esterlinas, con el objeto de pagar a Colombia y al ejército nuestro, que en parte está sin pagar; pero sin hacer grandes sacrificios arreglándose a uno de los mejores empréstitos para que la pérdida sea menor. Esta noticia debe serle a Vd. muy desagradable. Podría Vd. mandar a Londres el derecho al millón contra el nuevo empréstito del Perú para que los inte resados en su cobro negociasen con los agentes del Perú el mismo millón. En caso que hubiese alguna pequeña pérdida entre las diferencias del valor real y del valor en el cual se contratase el millón, esta diferencia la pagaría probablemente el gobierno del Perú o la perdería Colombia en el último caso. Todo sería una bagatela. Yo le diré a Armero que trate esto con el ministro de estado del Perú para que autoricen a sus enviados en el Perú a que se convengan en este negocio con el ministro de Colombia. Todo esto debe ser hipotético, porque todo puede suceder, pues es posible también que ya se haya contratado el nuevo emprés tito para cuando lleguen estas órdenes y, por consiguiente, habrá con que pagar el millón.
En cuanto a marineros, es inútil pensar en los del Perú por que no los hay. Este gobierno ha tenido que enganchar mari neros ingleses para sus buques. No hay comercio de cabotaje porque no hay marineros del país, y los extranjeros hacen este comercio contra todas las reglas. Los pocos que podríamos tomar en Payta desertarían en el Istmo antes de embarcarse en Portobelo. Si los llevamos amarrados hasta Cartagena se vería esto como un ultraje atroz, y con una onza por cabeza está evitado este disgusto, enganchando marineros en las Antillas.
El señor Illingworth marcha para Colombia y se llevará algunos oficiales subalternos de quienes tiene plena confianza. Repito que Illingworth es el más hábil marino que tenemos.
Gual me ha escrito de Panamá, y toda su carta se reduce a hablarme sobre la necesidad en que estamos de apresurar la negociación de límites entre el Perú y Colombia; él es de opinión que por tal de que se consiga este tratado dejásemos la pro vincia de Loja del lado peruano. Yo he contestado que no soy de este parecer, ni que debemos perder a (Mojos) ni Bracamoros, cuando estas provincias deben quedarnos porque nos pertenecen y no son desiertos como los del Marañón. Le digo que de Jaén al Marañón se puede tirar una línea y este río puede servirnos de límites entre los dos desiertos; los antiguos límites de las provincias de Quito y las peruanas deberán servirnos de frontera. Creo, pues, que Colombia podría autorizar a Heres para que entablase esta negociación sobre esta base, que puede y aun debe ser aceptada, siendo esto lo que verdaderamente conviene a ambos. Yo no dudo que Heres logre un buen efecto en su misión, porque, además de la justicia del reclamo, la amistad que tiene con el general Santa Cruz, que va a ser el presidente del consejo de gobierno, le facilitará los medios de obtener el buen resultado que desea Gual sin sacrificar nuestros intereses perdiendo a Loja. Además para perder siempre hay tiempo y mucho menos cuando esta pérdida es inexcusable.
Soy de Vd. afmo. servidor y amigo.
BOLÍVAR.

P. D. Recomiendo a Vd. infinito a mi edecán O´Leary: a él se le debe su haber, y si Vd. toma interés en que se le pague me hará un servicio. Lo mismo vuelvo a recomendar al pobre López Aldana. Su hijo nos sirve bien, bien.

Correspondencia Al general Sucre Tinta, 29 de julio de 1825

Correspondencia
Al general Sucre
Tinta, 29 de julio de 1825.
Al Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José De Sucre.
Mí querido general:
Al salir del Cuzco recibí en Oropeza las dos o tres cartas que Vd. me escribió por el oficial portador de ésta; las que voy a contestar muy por encima, porque toda la correspondencia se ha ido adelante con las cargas, habiéndome yo quedado aquí hoy para ver el fondo de un volcán apagado que está en estas cercanías.
Me he alegrado mucho que haya venido el decreto de Buenos Aires como el oficio del gobierno, y más aún de que la conducta de Vd. haya sido aprobada por esos señores tan descontentadizos y tan injustos con nosotros. Su impotencia ha sido la fortuna de Vd. y la mía, pues no pudiendo gobernar el Alto Perú, se conforman con abandonarlo. Digo la mía, porque la conducta de Vd. siempre me la hubieran atribuido; y porque mi decreto no será desaprobado.
El general Arenales me ha escrito que siente mucho que no se haya publicado mi decreto; él va a decir en Buenos Aires que Vd. lo ha suspendido por miras de intrigas, porque hacía honor al gobierno de Buenos Aires el fundamento de mi decreto. Por otra parte, esto no parecerá bien y dirán que Vd. deshace lo que yo hago, de lo cual se alegrarán los porteños, para hacer ver que en todas partes hay cubiletes, y qué sé yo más lo que dirán. Puede ser que supongan que yo tengo buena fe con respecto a los negocios del Alto Perú, y que Vd. no tiene la misma buena fe. El hecho es que Arenales me ha escrito a mí mismo directamente sobre esto: ¿qué no hará con su gobierno? (*)
La memoria no va por la misma razón que he dicho: la ida de las cargas adelante hasta Puno. En Puno la corregiré y la mandaré. Yo estaré allí para el día 5 del que viene. Estaré allí cuatro días, dictando cosas favorables a aquel departamento y proveyendo a las mejoras del gobierno. Es lo menos que puedo estar en conciencia, cuando no pienso volver, sino marcharme a Arica para embarcarme para el Callao, cuando me haya desocupado de los negocios del Alto Perú.
Apruebo el que Vd. le mande al señor Funes los quinientos pesos. Yo pienso mandarle algún dinero más, porque me parece justo y conveniente.
De Colombia no han venido dos correos porque los pastusos se han vuelto a levantar; la correspondencia estaba detenida en Pasto para que no fuese tomada; pero ya debe estar marchando hace tiempo. El general Castillo ha mandado a Pasto 1.000 veteranos de los que han venido de Colombia.
Lo que Vd. me indica sobre las tropas del Callao yo lo había ordenado antes, y ahora lo repito de nuevo. Le he mandado al general Salom el despacho de general de división, suponiéndolo en el Callao, pues a principios de agosto esperaba éste buen resultado.
En todo el curso de este año pueden ir a Colombia 5.000 hombres, según las órdenes que he dado a todas partes. Nos quedarán sobre 3.000 hombres, puros colombianos, y alguno que otro peruano que no dejará de quedar en nuestras filas. En el Alto Perú no quedarán más que 2.000 colombianos y 4.000 en el Bajo, con los dos cuerpos que van de escolta a Arica. De este modo, en el Alto Perú quedarán 5.000 hombres, que supongo que habrá 1.000 peruanos cuando más, y 2.000 del Alto Perú. Así será muy fácil mantenerlos bien.
Yo no sé de dónde ha sacado Vd. que se les pagan quince pesos a los soldados del Perú, cuando no se les paga más que diez pesos desde el tiempo de San Martín, y desde que yo sé las cosas del Perú.
Escriba Vd. a esos señores comisionados por Buenos Aires que yo fijaré mi cuartel general en La Paz a mediados de agosto y parte del de setiembre; que si a ellos les parece, pueden venir a La Paz; hágales Vd. mil cumplimientos y asegúreles que yo tendré mucha satisfacción en verlos y recibirlos conforme a la dignidad de su legación. Supongo que Vd. les pondrá otras palabras más dignas, más elevadas, pues esas son muy comunes.
Saliendo de Puno el 9 y yendo a la laguna de Titicaca un día, estaré en La Paz del 18 al 19, y si puedo será el 17. Pero yo no sé cuáles serán las verlo y despacharlo todo, y mi comitiva es un poco grande y no puedo andar volando, jornadas del itinerario que me hagan en Puno. Por otra parte, me es imposible andar deprisa, porque quiero menos aun yo, porque me hallo tan acabado, y cada vez que me veo en el espejo lo siento conozco que no estoy para nada, sino para vivir. Lo peor de todo es que Vd. está lo mismo, según dice, conque así desertaremos juntos el día que no podamos más; y nos meteremos en un hospital.
Dele Vd. mil expresiones de mi parte a Córdoba; dígale que me alegro mucho saber que ha ganado mucha plata, y que la fortuna lo acompaña en todas partes.
Soy de Vd. de corazón.
BOLÍVAR

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sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...