DISCURSO PRONUNCIADO POR EL LIBERTADOR EN LIMA, ANTE EL CONGRESO, EL 10 DE FEBRERO DE 1825

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DISCURSO PRONUNCIADO POR EL LIBERTADOR EN LIMA, ANTE EL CONGRESO, EL 10 DE FEBRERO DE 1825, ANIVERSARIO DEL DÍA EN QUE SE ENCARGARA DE LA DICTADURA, DANDO CUENTA DE SU CONDUCTA
SEÑORES, LOS REPRESENTANTES del pueblo peruano se reúnen hoy bajo los auspicios de la espléndida victoria de Ayacucho, que ha fijado para siempre los destinos del Nuevo Mundo.
Hace un año que el Congreso decretó la autoridad dictatorial, con la mira de salvar la república, que fallecía oprimida con el peso de las más espantosas calamidades. Pero la mano bienhechora del
ejército libertador ha curado las heridas que llevaba en su corazón la patria; ha roto las cadenas que había remachado Pizarro a los hijos de Manco-Capac, fundador del imperio del sol, y ha puesto a todo el Perú bajo el sagrado régimen de sus primitivos derechos.
Mi administración no puede llamarse propiamente sino una campaña; apenas hemos tenido el tiempo necesario para armarnos y combatir, no dejándonos el tropel de los desastres otro arbitrio que el de defendernos. Como el ejército ha triunfado con tanta gloria para las armas peruanas, me creo obligado a suplicar al Congreso que recompense debidamente el valor y la virtud de los defensores
de la paria.
Los tribunales se han establecido según la ley fundamental. Yo he mandado buscar el mérito oculto para colocarlo en el tribunal; he solicitado con esmero a los que profesaban modestamente el culto
de la conciencia, la religión de las leyes.
Las rentas nacionales no existían; el fraude corrompía todos sus canales; el desorden aumentaba la miseria del Estado. Me he creído forzado a dictar reformas esenciales y ordenanzas severas, para que la república pudiese llevar adelante su existencia, ya que la vida social no se alimenta sin que el oro corra por sus venas.
La crisis de la república me convidaba a una preciosa reforma, que el curso de los siglos, quizá, no volverá a ofrecer. El edificio político había sido destruido por el crimen y la guerra: yo me encontraba
sobre un campo de desolación; mas con la ventaja de poder constituir en él un gobierno benéfico. A pesar de mi ardiente celo por el bien del Perú, no puedo asegurar al Congreso que esta obra haya llegado al grado de mejora con que me lisonjeaba mi esperanza. La sabiduría del Congreso tendrá que emplear toda su eficacia para dar a su patria la organización que ella requiere, y la dicha que la libertad promete. Séame lícito confesar, que no siendo yo peruano, me ha sido más difícil que a otro la consecución de una empresa tan ardua.
Nuestras relaciones con la república de Colombia nos han proporcionado poderosos auxilios. Nuestra aliada y confederada no ha reservado nada para nosotros; ella ha empleado su tesoro, su marina, su ejército en combatir al enemigo común, como en causa propia.
El Congreso observará por estas demostraciones de Colombia el precio infinito que tiene, en el orden americano, la íntima y estrecha federación de los nuevos estados. Persuadido yo de la magnitud del bien que nos resultará de la reunión del Congreso de representantes, me he adelantado a invitar a nombre del Perú a nuestros confederados, para que, sin pérdida de tiempo, verifiquemos
en el Istmo de Panamá, esa augusta asamblea que debe sellar nuestra alianza perpetua.
La república de Chile ha puesto a las órdenes de nuestro Gobierno una parte de su marina, mandada por el bizarro vicealmirante Blanco, que actualmente bloquea la plaza del Callao, con fuerzas chilenas y colombianas.
Los Estados de México, Guatemala y Buenos Aires nos han hecho ofertas de servicios, aunque sin efecto alguno, a causa de la celeridad de los sucesos. Estas repúblicas se han constituido y mantienen
su tranquilidad interna.
El agente diplomático de la república de Colombia es el único que, en estas circunstancias, ha sido acreditado cerca de nuestro Gobierno.
Los cónsules de Colombia, de los Estados Unidos de América y de la Gran Bretaña se han presentado en esta capital a ejercer sus funciones; el último ha tenido la desgracia de perecer de un modo lamentable; los otros dos han obtenido el exequatur correspondiente, para entrar en los deberes de su cargo.
Luego que los sucesos militares del Perú sean conocidos en Europa, parece probable que aquellos gobiernos decidan definitivamente de la política que hayan de adoptar. Me lisonjeo que la Gran
Bretaña será la primera que reconozca nuestra independencia. Si hemos de dar crédito a las declaraciones de la Francia, ella no está muy distante de unirse a la Inglaterra en esta marcha liberal; y tal vez el resto de la Europa seguirá esta misma conducta. La España misma, si oye los consejos de su propio interés, no se opondrá más a la existencia de los nuevos estados que han venido a completar la sociedad del universo.
Legisladores, al restituir al Congreso el poder supremo que depositó en mis manos, séame permitido felicitar al pueblo porque se ha librado de cuanto hay de más terrible en el mundo: de la guerra,
con la victoria de Ayacucho, y del despotismo con mi resignación.
Proscribid para siempre, os ruego, tan tremenda autoridad, ¡esta autoridad que fue el sepulcro de Roma! Fue laudable, sin duda, que el Congreso, para franquear abismos horrorosos y arrostrar furiosas tempestades, clavase sus leyes en las bayonetas del ejército libertador; pero ya que la nación ha obtenido la paz doméstica y la libertad política, no debe permitir que manden sino las leyes.
Señores: el Congreso queda instalado.
Mi destino de soldado auxiliar me llama a contribuir a la libertad del Alto Perú y a la rendición del Callao, último baluarte del imperio español en la América meridional. Después volaré a mi patria a
dar cuenta a los representantes del pueblo colombiano de mi misión en el Perú, de vuestra libertad y de la gloria del ejército libertador.

FUENTE: FUNDACIÓN BIBLIOTECA AYACUCHO

DISCURSO PRONUNCIADO EL 13 DE SEPTIEMBRE DE 1823, EN LIMA, ANTE EL CONGRESO DEL PERÚ

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DISCURSO PRONUNCIADO EL 13
DE SEPTIEMBRE DE 1823, EN LIMA,
ANTE EL CONGRESO DEL PERÚ
EL CONGRESO constituyente del Perú ha colmado para conmigo la medida de su bondad. Jamás mi gratitud alcanzará a la inmensidad de su confianza. Yo llenaré, sin embargo, este vacío con todos los
sacrificios de mi vida; haré por el Perú mucho más de lo que admite mi capacidad, porque cuento con los esfuerzos de mis generosos compañeros. La sabiduría del Congreso será mi antorcha en medio
del caos de dificultades y peligros en que me hallo sumergido. El presidente del Estado, por sus servicios, patriotismo y virtud, habría él solo salvado su patria, si se le hubiese confiado este glorioso empeño: el Poder Ejecutivo será mi diestra y el instrumento de todas mis operaciones. Cuento también con los talentos y virtudes de todos los peruanos, prontos a elevar el edificio de su hermosa república, ellos han puesto en las aras de la patria todas sus ofrendas; no les queda más que su corazón, pero este corazón es para mí el palladium de su libertad. Los soldados libertadores que han venido desde el Plata, el Maule, el Magdalena y el Orinoco no volverán a su patria si no cubiertos de laureles, pasando por arcos triunfales, llevando por trofeos los pendones de Castilla. Vencerán y dejarán libre el Perú o todos morirán: yo lo prometo...
Yo ofrezco la victoria confiado en el valor del ejército unido y en la buena fe del pueblo peruano. Así el Perú quedará independiente y soberano por todos los siglos de existencia que la providencia
divina le señale.

Fuente: www.bibliotecayacucho.gob.ve

Ica, 20 de abril de 1825 Mi bella y buena Manuela

Ica, 20 de abril de 1825
Mi bella y buena Manuela:
Cada momento estoy pensando en ti y en el destino que te ha tocado. Yo veo que nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de la inocencia y del honor. Lo veo bien, y gimo de tan horrible situación por ti; porque te debes reconciliar con quien no amabas; y yo, porque debo separarme de quien idolatro!!! Sí, te idolatro hoy más, que nunca jamás. Al arrancarme de tu amor y de tu posesión se me ha multiplicado el sentimiento de todos los encantos de tu alma y de tu corazón divino, de ese corazón sin modelo.
Cuando tú eras mía, yo te amaba más por tu genio encantador que por tus atractivos deliciosos. Pero ahora, ya me parece que una eternidad nos separa, porque mi propia determinación, me ha puesto en el tormento de arrancarme de tu amor, y tu corazón justo nos separa de nosotros mismos, puesto que nos arrancamos el alma que nos daba existencia, dándonos el placer de vivir. En lo futuro, tú estarás sola aunque al lado de tu marido; yo estaré solo en medio del mundo. Sólo la gloria de habernos vencido será nuestro consuelo. El deber nos dice que ya no somos más culpables! No, no lo seremos más.

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Fuente: © Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia
Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela

DISCURSO PRONUNCIADO EN GUAYAQUIL (JULIO DE 1823) EN LA RECEPCIÓN OFICIAL DE OLMEDO Y SÁNCHEZ CARRIÓN

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DISCURSO PRONUNCIADO EN GUAYAQUIL (JULIO DE 1823) EN LA RECEPCIÓN OFICIAL DE OLMEDO Y SÁNCHEZ CARRIÓN, DIPUTADOS AL CONGRESO DEL PERÚ, QUE COMPONÍAN LA TERCERA EMBAJADA DE AQUELLA REPÚBLICA CERCA DEL FUNDADOR DE COLOMBIA PARA EXCITARLO A PASAR AL TERRITORIO PERUANO Y PONERSE AL FRENTE DE LAS TROPAS DE AMBOS PAÍSES

SEÑOR DIPUTADO, mi religioso respeto por las instituciones de Colombia ha sido premiado por una victoria que el cielo ha querido conceder a nuestras armas, destruyendo para siempre los elementos de la guerra civil.
Mucho tiempo ha que mi corazón me impele hacia el Perú; mucho tiempo ha que los más valientes guerreros de toda la América colman la medida de mi gloria, llamándome a su lado; pero yo
no he podido vencer la voz del deber que me ha detenido en las playas de Colombia. He implorado el permiso del Congreso general para que me fuese permitido emplear mi espada en servicio de mis
hermanos del sur: esta gracia no me ha venido aún. Yo me desespero en esta inacción, cuando las tropas de Colombia están entre los peligros y la gloria... ¡Y yo lejos de ellas!
Señor diputado, yo ansío por el momento de ir al Perú; mi buena suerte me promete que bien pronto veré cumplido el voto de los hijos de los incas y el deber que yo mismo me he impuesto de no reposar, hasta que el Nuevo Mundo no haya arrojado en los mares a todos sus opresores.
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1. Se dirigía a Olmedo, presidente de la Comisión.
2. La victoria a que Olmedo se refiere es la victoria de Ibarra recién alcanzada por el Libertador sobre los indomables y fanáticos pastusos, alzados en armas a favor del rey, nuevamente, cuando supieron que Bolívar y el ejército de Colombia se enderezaban al Perú.
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Fuente: ©Fundación Biblioteca Ayacucho, 2007
Colección Claves de América Digital, Nº 1
Hecho Depósito de Ley
Depósito Legal lfi50120079003760
ISBN 978-980-276-451-8
Apartado Postal 14413
Caracas 1010 - Venezuela
www.bibliotecayacucho.gob.ve

DISCURSO PRONUNCIADO EN GUAYAQUIL (MARZO DE 1823)

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DISCURSO PRONUNCIADO EN GUAYAQUIL
(MARZO DE 1823) EN LA RECEPCIÓN DEL
GENERAL PORTOCARRERO, ENVIADO POR
EL MARISCAL RIVA-AGÜERO, PRESIDENTE DEL
PERÚ, PARA SOLICITAR EL APOYO DE BOLÍVAR,
EN FAVOR DE AQUELLA REPÚBLICA

EL PERÚ no podía elegir ni un jefe más digno de su administración que el presidente Riva-Agüero, ni un mensajero más agradable y más digno de representar al Perú en Colombia. La suerte de la bella
república peruana está ya asegurada, porque tiene un gobierno de su corazón, un ejército peruano y a Colombia de auxiliar. Sí: Colombia hará su deber en el Perú: llevará sus soldados hasta el Potosí,
y estos bravos volverán a sus hogares con la sola recompensa de haber contribuido a destruir a los últimos tiranos del Nuevo Mundo.
Colombia no pretende un grano de arena del Perú, porque su gloria, su dicha y su seguridad, se fincan en conservar la libertad para sí, y en dejar independientes a sus hermanas.
Señor general: responda U.S. al gobierno del Perú, que los soldados de Colombia ya están volando en los bajeles de la república, para ir a disipar las nubes que turban el sol del Perú.

Fuente:©Fundación Biblioteca Ayacucho, 2007
Colección Claves de América Digital, Nº 1
Hecho Depósito de Ley
Depósito Legal lfi50120079003760
ISBN 978-980-276-451-8
Apartado Postal 14413
Caracas 1010 - Venezuela
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CAPITULO QUINTO Dulce Hechizo del Alma Mía

CAPITULO QUINTO
Dulce Hechizo del Alma Mía
El Subteniente Simón Bolívar y Palacios, como huésped de la casa en Madrid del Marqués de Ustáriz, (1)tenía que saber que el Marqués, quien ya había actuado durante cerca de seis años como Ministro del Supremo Consejo de Guerra, estaba a punto de ser designado para otro cargo.
La causa del traslado, que poco importa a los fines de estas consideraciones, bien podía ser la normal rotación de los funcionarios, la necesaria presencia en otro lugar de una persona tan especial como el Marqués de Ustáriz o la enemistad de Godoy, quien al parecer quizás estaba interesado en alejarlo de la Corte. (2)
En esos momentos, tanto Esteban como Pedro Palacios se encontraban fuera de Madrid y en situaciones delicadas. Esteban, por razones que no se han conocido, fue hecho preso e incomunicado y Pedro confinado en Cádiz. (3) Por lo tanto Bolívar se acercaba el momento de resolver, como exigencia de la realidad, la forma de llevar su vida en Madrid.
Una posibilidad para él era volver a Caracas, pues en cierto modo los objetivos de su viaje, al menos parcialmente, se habían logrado.
Sobre su persona pesaban las disposiciones del testamento del Dr. Aristeguieta conforme al cual, para poder gozar del Vínculo o Mayorazgo instituido en ese documento, tenía que estar establecido en Caracas, es decir ser vecino de la ciudad.
Además, fue voluntad del Dr. Aristeguieta, que los hijos del beneficiario del "Vínculo" sólo gozarían del mismo "Vínculo" si el matrimonio de dicho beneficiario había sido celebrado con mujer "noble e igual, sin tener necesidad de dispensa", salvo el libre y nocondicionado consentimiento de sus padres.
Esas consideraciones debían de pesar seriamente en el ánimo del Subteniente. Sucedió entonces algo inesperado. Lo fue el haber conocido "a una señorita de las más bellas circunstancias y recomendables prendas".
Así lo escribe a su tío don Pedro a quien le explica que, por las modalidades ya dichasdel Vínculo o Mayorazgo, "atendiendo al aumento de mis bienes para mi familia" y por haberse "apasionado" de esa señorita Teresa Toro, había "determinado contraer alianza con dicha señorita para evitar la falta que puedo causar si fallezco sin sucesión, pues haciendo tan justa liga, querrá Dios darme algún hijo que sirva de apoyo a mis hermanos y de auxilio a mis tíos". (4)
Maria Teresa Toro era muy joven (no había cumplido 20 años pues nació en octubre de 1781), hija de don Bernardo Rodríguez del Toro y Ascanio y de doña Benita Alaiza y Medrano.
Don Bernardo era hermano menor del tercer Marqués del Toro, don Sebastián Rodríguez del Toro. Doña Benita, hermana del Marqués de Inicio y Conde de Rebolledo.
Las condiciones de calidad de Teresa cubrían por tanto y sobradamente las exigencias del Mayorazgo. (5)
Los dos hermanos Rodríguez del Toro, Don Sebastián el Marqués y don Bernardo, a pesar de estar uno en Caracas y otro en España, mantuvieron estrechas relaciones. Don Bernardo y su esposa recibieron en su hogar español a tres de sus sobrinos, Tomás, Pedro y Fernando, hijos del Marqués del Toro; Pedro vivió en la casa de don Bernardo y allí conoció, no solamente a María Teresa sino a una prima de ella María Pilar, sobrina de doña Benita y con quien contrajo matrimonio. Tomás regresó a Caracas. Fernando Toro, permaneció en Madrid y allí se inició su amistad con Bolívar, quien lo llamó su primer "amigo".(6) Fernando Toro volvió a Venezuela en 1809.
Por sus especiales circunstancias los jóvenes María Teresa y Simón estaban obligados a cumplir ciertas formalidades para poder contraer matrimonio.
El Marqués de Ustáriz fue enseguida informado por Bolívar "como al único tutor que tengo aquí". Don Gerónimo procedió a cumplir las exigencias correspondientes: unas de simple cortesía y otras de necesario compromiso familiar. Por ejemplo debía hacer saber el proyecto a don Bernardo Toro por ser "exigencia del parentesco y de la amistad" y tal lo hizo "en confianza". Otro aviso necesario era a Don Pedro Palacios "por ser el pariente más cercano de mí".
Legalmente Don Pedro era la persona que daría su consentimiento para que el menor
Simón pudiera casarse. Su cercanía afectiva la explica el mismo novio con estas expresiones precisas y gráficas: "nadie tiene el interés y el dominio en mis cosas como usted".

Fuente: SIMÓN BOLÍVAR: ENSAYO DE UNA
INTERPRETACIÓN BIOGRÁFICA A
TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS
Tomás Polanco Alcántara

Lima a 14 de abril de 1825 A S.E. General Simón Bolívar

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Lima a 14 de abril de 1825
A S.E. General Simón Bolívar
Muy señor mío:
Sé que ha partido con usted mi única esperanza de felicidad. ¿Por qué, entonces, le he permitido escurrirse de mis brazos como agua que se esfuma entre los dedos? En mis pensamientos estoy más que convencida de que usted es el amante ideal, y su recuerdo me atormenta durante todo el tiempo.
Encuentro que satisfaciendo mis caprichos se inundan mis sentidos, pero no logro saciarme, en cuanto a que es usted a quien necesito; no hay nada que se compare con el ímpetu de mi amor. Comprar perfumes, vestidos costosos, joyas, no halaga mi vanidad. Tan sólo sus palabras logran hacerlo. Si usted me escribiera con letras diminutas y cartas grandotas, yo estaría más que feliz.
Mis labores no terminan nunca, pues empieza una y no termina y ya tengo otra empezada. Confieso que estoy como embotada y no logro hacer nada. Dígame qué debo hacer, pues no atino ni una, y todo por el vacío de usted aquí.
Si usted me dijera venga, yo iría volando ¡así fuera al fin del mundo!
Su pobre y desesperada amiga,
Manuela
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Fuente: © Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia
Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2010
Depósito Legal: lf000000000000
ISBN: 0000000000000

sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...