Lima, a mayo 1 de 1825 A S.E. General Simón Bolívar

Lima, a mayo 1 de 1825
A S.E. General Simón Bolívar
Muy señor mío:
Recibí su apreciable, que disgusta mi ánimo, por lo poco que me escribe; además de que su interés por cortar esta relación de amistad que nos une, al menos en el interés de saberlo triunfante de todo lo que se propone. Sin embargo yo le digo: no hay que huir de la felicidad cuando esta se encuentra tan cerca. Y tan sólo debemos arrepentirnos de las cosas que no hemos hecho en esta vida.
Su Excelencia sabe bien cómo lo amo. Sí, ¡con locura!
Usted me habla de la moral, de la sociedad. Pues, bien sabe usted que todo eso es hipócrita, sin otra ambición que dar cabida a la satisfacción de miserables seres egoístas que hay en el mundo.
Dígame usted: ¿Quién puede juzgarnos por amor? Todos confabulan y se unen para impedir que dos seres se unan; pero atados a convencionalismos y llenos de hipocresía. ¿Por qué
S.E. y mi humilde persona no podemos amarnos? Si hemos encontrado la felicidad hay que atesorarla. Según los auspicios de lo que usted llama moral, ¿Debo entonces seguir sacrificándome porque cometí el error de creer que amaré siempre a la persona con quien me casé?
Usted, mi señor, lo pregona a cuatro vientos: «El mundo cambia, la Europa se transforma, América también»… ¡Nosotros estamos en América! Todas estas circunstancias cambian también. Yo leo fascinada sus memorias por la gloria de usted.
¿Acaso no compartimos la misma? No tolero las habladurías, que no importunan mi sueño. Sin embargo, soy una mujer decente ante el honor de saberme patriota y amante de usted.
Su querida, a fuerza de distancia,

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Fuente:  Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2010

Cuartel General en Ica, a 26 de abril de 1825 Mi adorada Manuelita

Cuartel General en Ica, a 26 de abril de 1825
Mi adorada Manuelita:
Mi amor, marcho hoy con destino al Alto Perú, a Chuquisaca, lleno de proyectos que son mi ilusión de crear una nueva República. Y por lo tanto, la demanda ha de ser mucho trabajo que realizar con la dirección de la Providencia y donde alcanzaré lo más grande de mi gloria, que me tiene pensando en ti, a cada momento en que tu imagen me acompaña a todo lado, haciendo de ideas vivas el palaciego almíbar de mi vida y mis labores.
Sin embargo, soy preso de una batalla interior entre el deber y el amor; entre tu honor y la deshonra, por ser culpable de amor. Separarnos es lo que indica la cordura y la templanza, en justicia ¡Odio obedecer estas virtudes!
Soy tuyo de alma y corazón,
Bolívar

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Fuente:  Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2010

DISCURSO PRONUNCIADO POR BOLÍVAR ANTE EL CONGRESO DE ANGOSTURA,

DISCURSO PRONUNCIADO POR BOLÍVAR ANTE EL CONGRESO DE ANGOSTURA, EL 14
DE DICIEMBRE DE 1819, A SU REGRESO DEL NUEVO REINO DE GRANADA, QUE ACABABA DE REDIMIR EN LAS ACCIONES DE BONZA, GÁMEZA, PANTANO DE VARGAS Y BOYACÁ
AL ENTRAR en este augusto recinto, mi primer sentimiento es de gratitud por el honor infinito que se ha servido dispensarme el Congreso, permitiéndome volver a ocupar esta silla que no ha un año
cedí al presidente de representantes del pueblo.
Cuando, inmerecidamente y contra mis más fuertes sentimientos, fui encargado del Poder Ejecutivo al principio de este año, representé al cuerpo soberano que mi profesión, mi carácter y mis talentos eran incompatibles con las funciones de magistrado; así, desprendido de estos deberes, dejé su cumplimiento al vicepresidente, y sólo tomé sobre mí el encargo de dirigir la guerra.
Marché luego al ejército de Occidente, a cuyo frente se hallaba el general Morillo con fuerzas superiores. Nada habría sido más aventurado que dar una batalla en circunstancias en que la capital
de Caracas debía ser ocupada por las tropas expedicionarias, últimamente venidas de Europa, y en momentos en que esperábamos nuevos auxilios. El general Morillo, al aproximarse el invierno, abandonó las llanuras del Apure, y juzgué que más ventajas produciría a la república la libertad de la Nueva Granada que completar la de Venezuela.
Sería demasiado prolijo detallar al Congreso los esfuerzos que tuvieron que hacer las tropas del ejército libertador para conseguir la empresa que nos propusimos. El invierno en llanuras anegadi zas, las cimas heladas de los Andes, la súbita mutación de clima, un triple ejército aguerrido y en posesión de las localidades más militares de la América meridional, y otros muchos obstáculos tuvimos
que superar en Paya, Gámeza, Vargas, Boyacá y Popayán para libertar, en menos de tres meses, doce provincias de la Nueva Granada.
Yo recomiendo a la soberanía nacional el mérito de estos grandes servicios por parte de mis esforzados compañeros de armas, que, con una constancia sin ejemplo, padecieron privaciones mortales, y con un valor sin igual en los anales de Venezuela, vencieron y tomaron el ejército del rey.
Pero no es solamente al ejército libertador a quien debemos las ventajas adquiridas. El pueblo de la Nueva Granada se ha mostrado digno de ser libre. Su eficaz cooperación reparó nuestras pérdidas y
aumentó nuestras fuerzas. El delirio que produce una pasión desenfrenada es menos ardiente que el que ha sentido la Nueva Granada al recobrar su libertad.
Ese pueblo generoso ha ofrecido todos sus bienes y todas sus vidas en aras de la patria. Ofrendas tanto más meritorias cuanto que son espontáneas. ¡Sí!, la unánime determinación de morir libres y
de no vivir esclavos ha dado a la Nueva Granada un derecho a nuestra admiración y a nuestro respeto. Su anhelo por la reunión de sus provincias a las provincias de Venezuela es también unánime. Los
granadinos están íntimamente penetrados de la inmensa ventaja que resulta, a uno y otro pueblo, de la creación de una nueva república, compuesta de estas dos naciones. La reunión de la Nueva Granada
y Venezuela es el objeto único que me he propuesto desde mis primeras armas: es el voto de los ciudadanos de ambos países y es la garantía de la América del Sur.
¡Legisladores! El tiempo de dar una base fija y eterna a nuestra  república ha llegado.
A vuestra sabiduría pertenece decretar este grande acto social y establecer los principios del pacto sobre los cuales va a fundarse esta vasta república.
Proclamadla a la faz del mundo y mis servicios quedarán recompensados.

Fuente:  FUNDACIÓN BIBLIOTECA AYACUCHO

DISCURSO PRONUNCIADO POR BOLÍVAR ANTE EL CONGRESO DE ANGOSTURA

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DISCURSO PRONUNCIADO POR BOLÍVAR
ANTE EL CONGRESO DE ANGOSTURA, EL 14
DE DICIEMBRE DE 1819, A SU REGRESO
DEL NUEVO REINO DE GRANADA, QUE ACABABA
DE REDIMIR EN LAS ACCIONES DE BONZA,
GÁMEZA, PANTANO DE VARGAS Y BOYACÁ
AL ENTRAR en este augusto recinto, mi primer sentimiento es de gratitud por el honor infinito que se ha servido dispensarme el Congreso, permitiéndome volver a ocupar esta silla que no ha un año
cedí al presidente de representantes del pueblo.
Cuando, inmerecidamente y contra mis más fuertes sentimientos, fui encargado del Poder Ejecutivo al principio de este año, representé al cuerpo soberano que mi profesión, mi carácter y mis
talentos eran incompatibles con las funciones de magistrado; así, desprendido de estos deberes, dejé su cumplimiento al vicepresidente, y sólo tomé sobre mí el encargo de dirigir la guerra.
Marché luego al ejército de Occidente, a cuyo frente se hallaba el general Morillo con fuerzas superiores. Nada habría sido más aventurado que dar una batalla en circunstancias en que la capital
de Caracas debía ser ocupada por las tropas expedicionarias, últimamente venidas de Europa, y en momentos en que esperábamos nuevos auxilios. El general Morillo, al aproximarse el invierno, abandonó las llanuras del Apure, y juzgué que más ventajas produciría a la república la libertad de la Nueva Granada que completar la de Venezuela.
Sería demasiado prolijo detallar al Congreso los esfuerzos que tuvieron que hacer las tropas del ejército libertador para conseguir la empresa que nos propusimos. El invierno en llanuras anegadizas, las cimas heladas de los Andes, la súbita mutación de clima, un triple ejército aguerrido y en posesión de las localidades más militares de la América meridional, y otros muchos obstáculos tuvimos que superar en Paya, Gámeza, Vargas, Boyacá y Popayán para libertar, en menos de tres meses, doce provincias de la Nueva Granada.
Yo recomiendo a la soberanía nacional el mérito de estos grandes servicios por parte de mis esforzados compañeros de armas, que, con una constancia sin ejemplo, padecieron privaciones mortales, y con un valor sin igual en los anales de Venezuela, vencieron y tomaron el ejército del rey.
Pero no es solamente al ejército libertador a quien debemos las ventajas adquiridas. El pueblo de la Nueva Granada se ha mostrado digno de ser libre. Su eficaz cooperación reparó nuestras pérdidas y
aumentó nuestras fuerzas. El delirio que produce una pasión desenfrenada es menos ardiente que el que ha sentido la Nueva Granada al recobrar su libertad.
Ese pueblo generoso ha ofrecido todos sus bienes y todas sus vidas en aras de la patria. Ofrendas tanto más meritorias cuanto que son espontáneas. ¡Sí!, la unánime determinación de morir libres y de no vivir esclavos ha dado a la Nueva Granada un derecho a nuestra admiración y a nuestro respeto. Su anhelo por la reunión de sus provincias a las provincias de Venezuela es también unánime. Los
granadinos están íntimamente penetrados de la inmensa ventaja que resulta, a uno y otro pueblo, de la creación de una nueva república, compuesta de estas dos naciones. La reunión de la Nueva Granada
y Venezuela es el objeto único que me he propuesto desde mis primeras armas: es el voto de los ciudadanos de ambos países y es la garantía de la América del Sur.
¡Legisladores! El tiempo de dar una base fija y eterna a nuestra república ha llegado.
A vuestra sabiduría pertenece decretar este grande acto social y establecer los principios del pacto sobre los cuales va a fundarse esta vasta república.
Proclamadla a la faz del mundo y mis servicios quedarán recompensados.

Fuente: BIBLIOTECA AYACUCHO

Cuartel General Ica, a 21 de abril de 1825 Mi adorada Manuelita

Cuartel General Ica, a 21 de abril de 1825
Mi adorada Manuelita:
Voy acompañado, quiero decir, con la compañía de tus gratísimos recuerdos. Pienso, dentro de mis relaciones, que mucho ha de ser el trabajo que debo realizar y sé que me esperan la Grandeza y la Gloria. Sin embargo, todo se empaña en la remembranza de tu imagen vestal y hermosa, casi causante de esta lucha interna de mi corazón que se halla entre mis deberes; la disciplina, mi trabajo intelectual y el amor. No sabes, Manuela mía, cómo te ansía este corazón viejo y cansado, en el deseo ferviente de que tu presencia lo rejuvenezca y lo haga palpitar de nuevo al ritmo de como sano!
Sobre la base de mi temor, sé que no está bien insistir en tu viaje acá, pues faltarías a las obligaciones para con tu marido. Sin embargo, ni yo mismo puedo engañarme. Tu suerte que te ha tocado, me entristece mucho por lo de tus sacrificios que quieres sólo para conmigo. Yo te lo agradezco. Mis sentimientos se agigantan junto con mis deseos, al pensar en ti, y en todo lo arrobador de tu espíritu sin igual, además de tu encantamiento femenino.
Muy pronto sabré qué determinación habremos de tomar ante esta situación que nos destroza el alma. Por lo pronto, debemos tener paciencia de franciscano.
Tuyo en el alma,

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Fuente: La presente edición ha sido tomada de:
Biblioteca Popular para los Consejos Comunales.
Serie las Artes y los Oficios.
Fundación Editorial el perro y la rana, 2007

DISCURSO PRONUNCIADO EN LIMA, ANTE EL CONGRESO EL 10 DE FEBRERO DE 1825,

DISCURSO PRONUNCIADO EN LIMA, ANTE
EL CONGRESO EL 10 DE FEBRERO DE 1825,
RENUNCIANDO LA DICTADURA, CON QUE
LO INVISTIERA EL CONGRESO UN AÑO ANTES,
EN AQUELLA MISMA FECHA
LEGISLADORES: hoy es el día del Perú, porque hoy no tiene un dictador.
El Congreso salvó la patria, cuando trasmitió al ejército libertador la sublime autoridad que le había confiado al pueblo, para que lo sacase del caos y de la tiranía. El Congreso llenó altamente su deber,
dando leyes sabias en la constitución republicana que mandó cumplir. El Congreso, dimitiéndose de esa autoridad inenajenable que el pueblo mismo apenas podía prestar, ha dado el ejemplo más
extraordinario de desprendimiento y de patriotismo. Consagrándose a la salud de la patria, y destruyéndose a sí mismo, el Congreso constituyó al ejército en el augusto encargo de dar libertad al Estado, de salvar sus flamantes leyes y de lavar con la sangre de los tiranos las manchas que la nación había recibido de esos hombres nefandos, a quienes se había confiado la autoridad de regirla.
Me es imposible expresar la inmensidad de gloria que me ha dado el Congreso encargándome de los destinos de su patria. Como representante yo del ejército libertador me atreví a recibir la formidable
carga que apenas podrían sobrellevar todos mis compañeros de armas; pero la virtud y el valor de estos ínclitos guerreros me animaron a aceptarla. Ellos han cumplido la celeste misión que les
confió el Congreso; en Junín y Ayacucho han derramado la libertad por todo el ámbito del imperio que fue de Manco-Capac; han roto el yugo y las cadenas que le imponían los representantes del procónsul de la santa alianza en España. Ellos marchan al Alto Perú; pues sean cuales fueren las miras del que allí manda, al fin es un español.
Yo volaré con ellos; y la plaza del Callao será tomada al asalto por los bravos del Perú y Colombia.
Después, señores, nada me queda que hacer en esta república; mi permanencia en ella es un fenómeno absurdo y monstruoso, es el oprobio del Perú.
Yo soy un extranjero: he venido a auxiliar como guerrero, y no a mandar como político. Los legisladores de Colombia, mis propios compañeros de armas, me increparían un servicio que no debo consagrar sino a mi patria, pues unos y otros no han tenido otro designio que el de dar la independencia a este gran pueblo. Pero si yo aceptase su mando, el Perú vendría a ser una nación parásita ligada así a Colombia, cuya presidencia obtengo y en cuyo suelo nací. Yo no puedo, señores, admitir un poder que repugna mi conciencia: tampoco los legisladores pueden conceder una autoridad que el pueblo les ha confiado sólo para representar su soberanía. Las generaciones futuras del Perú os cargarían de execración; vosotros no tenéis facultad de librar un derecho de que no estás investidos. No siendo la soberanía del pueblo enajenable, apenas puede ser representada por aquellos que son los órganos de su voluntad; mas un forastero, señores, no puede ser el órgano de la representación nacional. Es un intruso en esta naciente república.
Yo no abandonaré, sin embargo, el Perú; le serviré con mi espada y con mi corazón, mientras un sólo enemigo huelle su suelo.
Luego, ligando por la mano las repúblicas del Perú y de Colombia, daremos el ejemplo de la grande confederación que debe fijar los destinos futuros de este nuevo universo.

Fuente: BIBLIOTECA AYACUCHO

sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...