CARTA DE JAMAICA SIMÓN BOLÍVAR Parte 5

CARTA DE JAMAICA
SIMÓN BOLÍVAR Parte 5
La posición de los moradores del hemisferio americano ha sido por siglos puramente pasiva; su existencia política era nula. Nosotros estábamos en un grado todavía más abajo de la servidumbre, y por lo mismo con más dificultad para elevarnos al goce de la libertad. Permítame V. estas consideraciones para elevar la cuestión. Los estados son esclavos por la naturaleza de su constitución o por el abuso de ella; luego, un pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, holla y usurpa los derechos del ciudadano o súbdito. Aplicando estos principios, hallaremos que la América no solamente estaba privada de su libertad, sino también de la tiranía activa y dominante.
Me explicaré. En las administraciones absolutas no se reconocen límites en el ejercicio de las facultades gubernativas: la voluntad del Gran Sultán, Kan, Dey y demás soberanos despóticos, es la ley suprema, y esta es casi arbitrariamente ejecutada por los bajaes, kanes y sátrapas subalternos de la Turquía y Persia, que tienen organizada una opresión de que participan los súbditos en razón de la autoridad que se les confía.
A ellos está encargada la administración civil, militar, política, de rentas, y la religión. Pero al fin son persas los jefes de Hispahan, son turcos los visires del gran señor, son tártaros los sultanes de la Tartaria.
La China no envía a buscar mandatarios militares y letrados al país de Gengis Kan que la conquistó, a pesar de que los actuales chinos son descendientes directos de los subyugados por los ascendientes de los presentes tártaros.
¡Cuán diferente era entre nosotros! Se nos vejaba con una conducta que, además de privarnos de los derechos que nos correspondían, nos dejaba en una especie de infancia permanente con respecto a las transacciones públicas. Si hubiésemos siquiera manejado nuestros asuntos domésticos en nuestra administración interior, conoceríamos el curso de los negocios públicos y su mecanismo. Gozaríamos también de la consideración personal que impone a los ojos del pueblo cierto respeto maquinal, que es tan necesario conservar en las revoluciones.
He aquí por qué he dicho que estábamos privados hasta de la tiranía activa, pues que no nos está permitido ejercer sus funciones.
Los americanos, en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más el de simples consumidores; y aun esta parte coartada con restricciones chocantes; tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones que el rey monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma península no posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera necesidad; las trabas entre provincias y provincias americanas para que no se traten, entienden, ni negocien; en fin, ¿quiere V. saber cuál era nuestro destino? Los campos para cultivar el añil, la grana, el café, la caña, el cacao y el algodón; las llanuras solitarias para criar ganados; los desiertos para cazar las bestias feroces; las entrañas de la tierra para excavar el oro, que puede saciar a esa nación avarienta.
Tan negativo era nuestro estado que no encuentro semejante en ninguna otra asociación civilizada, por más que recorro la serie de las edades y la política de todas las naciones. Pretender que un país tan felizmente constituido, extenso, rico y populoso, sea meramente pasivo ¿no es un ultraje y una violación de los derechos de la humanidad?
Estábamos, como acabo de exponer, abstraídos y, digámoslo así, ausentes del universo cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del Estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos, pocas veces; diplomáticos, nunca; militares, sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes; todo en contraversión directa de nuestras instituciones.
El emperados Carlos V formó un pacto con los descubridores, conquistadores y pobladores de América que, como dice Guerra, es nuestro contrato social. Los reyes de España convinieron solemnemente con ellos que lo ejecutasen por su cuenta y riesgo, prohibiéndoseles hacerlo a costa de la real hacienda, y por esta razón se les concedía que fuesen señores de la tierra, que organizasen la administración y ejerciesen la judicatura en apelación; con otras muchas exenciones y privilegios que sería proligo detallar. El rey se comprometió a no enajenar jamás las provincias americanas, como que a él no tocaba otra jurisdicción que la del alto dominio, siendo una especie de propiedad feudal la que allí tenían los conquistadores para sí y sus descendientes.
Al mismo tiempo existen leyes expresas que favorecen casi exclusivamente a los naturales del país, originarios de España, en cuanto a los empleos civiles, eclesiásticos y de rentas. Por manera que con una violación manifiesta de las leyes y de los pactos subsistentes, se han visto despojar aquellos naturales de la autoridad constitucional que les daba su código.
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CARTA DE JAMAICA SIMÓN BOLÍVAR parte 4

CARTA DE JAMAICA
SIMON BOLIVAR
parte 4
«Después de algunos meses, añade V., he hecho muchas reflexiones sobre la situación de los americanos y sus esperanzas futuras; tomo grande interés en sus sucesos; pero me faltan muchos informes relativo a sus estado actual y a lo que ellos aspiran: deseo infinitamente saber la política de cada provincia como también su población; si desean repúblicas o monarquías, si formarán una gran república o una gran monarquía?
Toda noticia de esta especie que V. pueda darme, o indicarme las fuentes a que debo ocurrir, la estimaré como un favor muy particular.»
Siempre las almas generosas se interesan en la suerte de un pueblo que se esmera por recobrar los derechos con que el Criador y la naturaleza le han dotado; y es necesario estar bien fascinado por el error o por las pasiones para no abrigar esta noble sensación; V. ha pensado en mi país, y se interesa por él; este acto de benevolencia me inspira el más vivo reconocimiento.
He dicho la población que se calcula por datos más o menos exactos, que mil circunstancias hacen fallidos, sin que sea fácil remediar esa inexactitud, porque los más de los moradores tienen habitaciones campestres, y muchas veces errantes; siendo labradores, pastores, nómadas, perdidos en medio de espesos e inmensos bosques, llanuras solitarias, y aislados entre lagos y ríos caudalosos. ¿Quién será capaz de formar una estadística completa de semejantes comarcas? Además, los tributos que pagan los indígenas; las penalidades de los esclavos; las primicias, diezmos y derechos que pesan sobre los labradores, y otros accidentes, alejan de sus hogares a los pobres americanos. Esto es  sin hacer mención de la guerra de exterminio que ya ha segado cerca de un octavo de la población, y ha ahuyentado una gran parte; pues entonces las dificultades son insuperables y el empadronamiento vendrá a reducirse a la mitad del verdadero censo.
Todavía es más difícil presentir la suerte futura del Nuevo Mundo, establecer principios sobre su política, y casi profetizar la naturaleza del gobierno que llegará a adoptar. Toda idea relativa al porvenir de este país me parece aventurada. ¿Se pudo prever, cuando el género humano se hallaba en su infancia rodeado de tanta incertidumbre, ignorancia y error, cuál sería el régimen que abrazaría para su conservación?
¿Quién se habría atrevido a decir tal nación será república o monarquía, esta será pequeña, aquella grande? En mi concepto, esta es la imagen de nuestra situación. Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares; nuevos en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo viejos en los usos de la sociedad civil. Yo considero el estado actual de la América, como cuando desplomado el imperio romano, cada desmembración formó un sistema político, conforme a sus intereses y situación, o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias, o corporaciones; con esta notable diferencia que aquellos miembros dispersos volvían a restablecer sus antiguas naciones con las alteraciones que exigían las cosas o los sucesos; mas nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por otra parte, no somos indios, ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país, y los usurpadores españoles; en suma, siendo nosotros americanos por nacimientos, y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar estos a los del país, y que mantenernos en él contra la invasión de los invasores; así nos hallamos en el caso más extraordinario y complicado. No obstante que es una especie de adivinación indicar cuál será el resultado de la línea de política que la América siga, me atrevo a aventurar algunas conjeturas que desde luego caracterizo de arbitrarias, dictadas por un deseo racional, y no por un raciocinio probable.
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LA NEGRA HIPÓLITA, NODRIZA DEL LIBERTADOR V.- DE BOLÍVAR PARA HIPÓLITA

LA NEGRA HIPÓLITA, NODRIZA DEL LIBERTADOR
V.- DE BOLÍVAR PARA HIPÓLITA
La distancia no era óbice para que el Libertador se mantuviesependiente y preocupado por atender la situación de su siempre queridaHipólita. Estando en Guayaquil, el 29 de mayo de 1825 envía una carta a susobrino Anacleto Clemente encargándole que del producto delarrendamiento de la Hacienda San Mateo se pase mensualmente “treintapesos para que se mantenga mientras viva”16. Debió ser éste un ingresopermanente que asegurara el sostener un nivel de vida más que regular; sin embargo, consideraciones que no vienen al caso en esta oportunidad, lo hacen inexistente pasado cierto tiempo. Tan pronto como recibe noticias de la irregularidad, escribe a su hermana María Antonia desde el Cuzco, el 10 de julio de 1825 diciéndole: “te mando una carta de mi madre Hipólita, para que le des todo lo que ella quiere, para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que ella”17.
Cuando vuelve a Caracas en busca de frenar el movimiento que años después significará la separación de Venezuela de la Gran Colombia, toma personalmente providencias en beneficio de su antigua nodriza que ahora rebasa los sesenta y cuatro años; y antes de partir instruye por escrito, el 2 de julio de 1827, a su hermana María Antonia con una especial recomendación para que del dinero que quedaba en su poder entregar a Hipólita cuarenta pesos. Meses después María Antonia le escribirá al Libertador, desde San Mateo, explicándole los motivos18 que le imposibilitaron a cumplir las órdenes que le dejara en favor de Hipólita.
Otra demostración de la preocupación del Libertador está en la carta dirigida en septiembre, desde Bogotá, a su amigo caraqueño José Ángel Álamo. Precisamente, el 3 de noviembre de 1827, Hipólita Bolívar envía una carta al mencionado señor Álamo en los siguientes términos: “Mi 
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16 Obras completas de Simón Bolívar, tomo I, Editorial LEX, La Habana, Cuba, 1947. (p. 755, carta a
Anacleto Clemente).
17 Op. Cit. (p. 1124, carta a María Antonia Bolívar).
18 Por cierto que el Libertador Simón Bolívar le escribe a su hermana, el 20 de diciembre de 1827,
diciéndole que ha quedado satisfecho con los motivos que le había comunicado.
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estimado señor: He recibido una carta de mi amo Simón, fecha 21 de septiembre de Bogotá en que me dice que me recomienda a su merced para que me supla la suma de 30 pesos mensualmente. Creo que su merced lo verificará y espero que su merced tendrá la bondad de contestarme lo más pronto posible, porque estoy muy necesitada y debiendo mucho, porque desde que mi amo se fue no he recibido ni medio de mesada. Me alegraré que su merced se halle sin novedad y mande a su humilde servidora”19.
La instrucción dada era que se podía librar contra el Libertador por la pensión de un año, más o menos. Álamo cumple con la solicitud y prueba de ello es que el 19 de diciembre de 1827 en carta enviada desde Bogotá le dice: “Muchas gracias, mi querido Álamo, por la bondad con que Ud. ha atendido la recomendación que le hice a favor de la viejita Hipólita: no esperaba menos de la buena amistad de Ud.”20.
Hipólita, en Caracas, vivía en el número 5, tercera casa hacia la izquierda, de la calle de La Amargura en la Urbanización El Silencio.
Nunca abandonada ni arropada por la miseria. Allí era visitada por María Antonia Bolívar, su hija Valentina Clemente de Camacho y por las hijas de ésta. Allí vivirá hasta la fecha de su fallecimiento. Por cierto que esa su casa es derribada a finales de julio de 1942 para la reurbanización de El Silencio; la puerta de dicha casa era de tablero o cuadritos de buena fabricación y fue donada a la Casa Natal del Libertador por el Banco Obrero (el doctor Diego Nucete Sardi, Director Gerente de dicho Banco hace la entrega y la recibe el señor Emilio Beiner a nombre del doctor Vicente Lecuna)21. Dicha puerta una vez restaurada; pero dejándole todo su aspecto antiguo, con la clara certeza de constituir un recuerdo de valor histórico, fue colocada en una pared de la izquierda de la Casa Natal, que era donde vivían las mujeres del servicio22.
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19 Op. Cit. Tomo II (p. 173, carta autógrafa de Hipólita que se encuentra en la colección de Arístides Rojas).
20 Op. Cit. (p. 229, carta a José Ángel Álamo).
21 Información del diario “AHORA”, Caracas, sábado 1-8-1942.
22 Valga hace notar que, la Negra Hipólita, en su papel de nodriza ocupaba una habitación situada
después del Oratorio familiar, es decir, distante de las habitaciones de los demás servidores.
Fuente: CARMELO PAIVA PALACIOS

LA NEGRA HIPÓLITA, NODRIZA DEL LIBERTADOR

Discursos y proclamas Venezolanos -He aquí el tercer período de la República

Discursos y proclamas
Venezolanos
Simón Bolívar, jefe supremo de la república y capitán general de los ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada
Venezolanos:
He aquí el tercer período de la República
La inmortal isla de Margarita, acaudillada por el intrépido general Arismendi, ha proclamado de nuevo el Gobierno independiente de Venezuela, y le ha sostenido con un valor sublime, contra todo el imperio español.
Nuestras reliquias dispersas por la caída de Cartagena, se reunieron en Haití. Con ellas, y con los auxilios de nuestro magnánimo Brion, formamos una expedición que, por sus elementos, parece destinada a terminar para siempre el dominio de los tiranos en nuestro patrio suelo.
Venezolanos, vuestros hermanos y vuestros amigos extranjeros no vienen a conquistaros: su designio es combatir por . vuestra libertad, para poneros en actitud de restaurar la República sobre los fundamentos más sólidos. El Congreso de Venezuela será nuevamente instalado donde y cuando sea vuestra voluntad. Como los pueblos independientes me han hecho el honor de encargarme la autoridad suprema, yo os autorizo para que nombréis vuestros diputados en Congreso, sin otra convocación que la presente; confiándoles las mismas facultades soberanas que en la primera época de la República.
Yo no he venido a daros leyes, pero os ruego que oigáis mi voz: os recomiendo la unidad del Gobierno y la libertad absoluta, para no volver a cometer un absurdo y un crimen, pues que no podemos ser libres y esclavos a la vez. Si formáis una masa sola del pueblo, si erigís un Gobierno central, y si os unís con nosotros, contad con la victoria.
Españoles que habitáis a Venezuela, la guerra a muerte cesará si vosotros la cesáis: si no, tomaremos una justa represalia y seréis exterminados.
Venezolanos, no temáis la espada de vuestros libertadores: vosotros sois siempre inocentes para vuestros hermanos.
Cuartel General de la Villa del Norte, a 8 de mayo de 1816.

SIMÓN BOLÍVAR.

Discursos y proclamas A los habitantes de la provincia de Caracas

Discursos y proclamas
A los habitantes de la provincia de Caracas
Simón Bolívar, jefe supremo y capitán general de los ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada
A los habitantes de la provincia de Caracas.
Un ejército provisto de artillería y cantidad suficiente de fusiles y municiones está hoy a mi disposición para libertaros. Vuestros tiranos serán destruidos, o expelidos del país, y vosotros restituidos a vuestros derechos, a vuestra patria y a la paz.
La guerra a muerte que nos han hecho nuestros enemigos cesará por nuestra parte: perdonaremos a los que se rindan, aunque sean españoles. Los Que sirvan la causa de Venezuela serán considerados como amigos, y empleados según su mérito y capacidad.
Las tropas pertenecientes al enemigo que se pasen a nosotros, gozarán de todos los beneficios' que la patria concede a sus bienhechores.
Ningún español sufrirá la muerte fuera del campo de batalla. Ningún americano sufrirá el menor perjuicio por haber seguido el partido del rey, o cometido actos de hostilidad contra sus conciudadanos.
Esa porción desgraciada de nuestros hermanos que ha gemido bajo las miserias de la esclavitud ya es libre. La naturaleza, la justicia y la política piden la emancipación de los esclavos: de aquí en adelante sólo habrá en Venezuela una clase de hombres, todos serán ciudadanos.
Luego que tomemos la capital convocaremos el Congreso General de los representantes del pueblo, y restableceremos el Gobierno de la República. Mientras nosotros marchamos hacia Caracas, el general Mariño a la cabeza de un cuerpo numeroso de tropas, debe atacar a Cumaná. El general Piar sostenido por los generales Rojas y Monagas ocupará los Llanos, y avanzará sobre Barcelona, mientras el general Arismendi con su ejército victorioso ocupará la Margarita. Cuartel general de Ocumare, 6 de julio de 1816.

SIMÓN BOLÍVAR.

Discursos y proclamas Simón Bolívar, jefe supremo y capitán general de los ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada

Discursos y proclamas
Simón Bolívar, jefe supremo y capitán general de los ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada
Notándose la renuencia de los habitantes de Carúpano Arriba para servir a la República; y que, lejos de querer contribuir al restablecimiento de la libertad de su país, se alistan voluntariamente en las banderas de los tiranos españoles, y cooperan de un modo el más activo a nuestra destrucción, sin que hasta ahora ninguno haya tomado las armas bajo las nuestras, a pesar de las muchas convocatorias con que han sido llamados por espacio de 21 días, he venido en decretar, como por la presente decreto:
1°-Por la última vez se invita a los habitantes de Carúpano Arriba, para que se restituyan a sus casas, presentándose en este cuartel general dentro del término preciso de 24 horas que se darán por cumplidas mañana a las dos de la tarde.
2°-El cortijo de Carúpano Arriba será quemado y destruido absolutamente con cuanto pertenezca a sus habitantes, dos horas después de cumplido el término que se señala, sin que jamás pueda ser reedificado si no cumplieren con el tenor de este decreto.
Publíquese por bando y fíjese en los lugares más públicos para que llegue a noticia de todos.
Dado en el cuartel general en Carúpano, a 21 de junio de 1816. -6°
BOLÍVAR.

Publicado en planeo y Azpurúa, tomo V, página 446, con alteraciones. El editor de O'Leary, tomo XV, página 78, copió la versión de Blanco y Azpurúa.

Discursos y proclamas Habitantes de la Costa Firme

Discursos y proclamas
Habitantes de la Costa Firme
Simón Bolívar, jefe supremo y capitán general de los ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada
Habitantes de la Costa Firme:
Vuestro suelo fue la cuna de la libertad americana el 19 de abril de 1810, sin que desde entonces hayáis dejado de combatir constantemente por vuestra patria. El mismo espíritu que ha guiado vuestras operaciones, guía las de vuestros hermanos de Margarita, a quienes hemos venido a socorrer. Ya es tiempo de completar la obra de vuestros esfuerzos.
Mis numerosos y bravos compañeros, con un inmenso parque de armas y municiones, parten mañana conmigo para vuestro país. Nos lisonjeamos que os uniréis con nosotros para destruir juntos a los tiranos. Cooperad eficazmente y seremos invencibles.
La patria os reconoce como a sus hijos beneméritos, y en su nombre os congratulo por vuestros distinguidos servicios.
Los pueblos libres me han honrado con la autoridad Suprema. Yo la ejerceré solo en vuestro favor. No habrá, pues, más esclavos en Venezuela que los que quieran serlo. Todos los que prefieran la libertad al reposo, tomarán las armas para sostener sus derechos sagrados, y serán ciudadanos.
Cuartel General de la Villa del Norte, en la isla de Margarita, a 23 de mayo de 1816.

SIMÓN BOLÍVAR.

sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...