Las más Hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón


Las más Hermosas cartas de Amor entre
Manuela y Simón
acompañadas de los
Diarios de Quito y Paita,
así como de otros documentos
Cuartel General Pasto, a 30 de enero de 1823
Mi adorada Manuelita:
Recibí tu apreciable que regocijó mi alma, al mismo tiempo que me hizo saltar de la cama; de lo contrario, esta hubiera sido víctima de la provocada ansiedad en mí.
Manuela bella, Manuela mía, hoy mismo dejo todo y voy, cual centella que traspasa el universo, a encontrarme con la más dulce y tierna mujercita que colma mis pasiones con el ansia infinita de gozarte aquí y ahora, sin que importen las distancias. ¿Cómo lo sientes, ah? ¿Verdad que también estoy loco por ti?…
Tú me nombras y me tienes al instante. Pues sepa usted mi amiga, que estoy en este momento cantando la música y tarareando el sonido que tú escuchas. Pienso en tus ojos, tu cabello, en el aroma de tu cuerpo y la tersura de tu piel y empaco inmediatamente, como Marco Antonio fue hacia Cleopatra. Veo tu etérea figura ante mis ojos, y escucho el murmullo que quiere escaparse de tu boca, desesperadamente, para salir a mi encuentro.
Espérame, y hazlo, ataviada con ese velo azul y transparente, igual que la ninfa que cautiva al argonauta.
Tuyo,
Simón Bolívar
Fuente: © Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia
Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2010
Depósito Legal: lf000000000000
ISBN: 0000000000000

Páez hace que su ejército reconozca la autoridad del Libertador


Páez hace que su ejército reconozca la autoridad del Libertador.El 15 de febrero de 1819 instala su famoso Congreso de Angostura, ante el cual pronunció su más brillante discurso. En él renuncia al mando supremo, propone un gobierno republicano, en el que se reconozca la soberanía del pueblo, que haya libertad civil y libertad de los esclavos; que además de los Poderes Ejecutivo y Judicial, haya también un Poder Moral que sea la base de la moralidad y la educación. Sostiene Bolívar que "moral y luces son nuestras primeras necesidades".
Con los soldados de la Legión Británica que habían venido dispuestos a colaborar con nuestras luchas, Bolívar se dirige hacia los Llanos. Desde la aldea de Setenta, cerca de Mantecal, Bolívar inicia la invasión del territorio neogranadino, en mayo de 1819.
La travesía fue penosísima. Para evitar el encuentro con los españoles, Bolívar ordena cruzar el Páramo de Pisba. El 7 de agosto el ejército patriota se cubre de gloria con la Batalla de Boyacá. Los realistas abandonan Bogotá. Era un hecho la libertad de la Nueva Granada. Bolívar regresa inmediatamente a Angostura. El 17 de diciembre crea la República de Colombia, con tres Departamentos: Venezuela, Cundinamarca y Quito.
En 1820 se firma un Armisticio y el Tratado de Regularización de la Guerra, propuesto por Bolívar, y se llega al acuerdo de suspender las acciones. Aprovechando el Armisticio, Bolívar encarga al General Antonio José de Sucre la campaña del Sur de América. Esta se inicia con la posesión de Guayaquil, continúa con las batallas de Bomboná y Pichincha, que dan libertad al Ecuador y, finalmente, con la estupenda victoria de Ayacucho que liberta al Perú y favorece la creación de Bolivia.
Roto el Armisticio, la guerra lleva directamente a la batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821, con lo que se aseguró la independencia de Venezuela.
En la seguridad de que con la derrota de Carabobo los realistas no se iban a reorganizar en Venezuela, Bolívar decidió irse al Sur a dirigir personalmente la Campaña iniciada por Sucre. Rumbo al sur, Bolívar gana la batalla de Bomboná. El 24 de mayo de 1822 Sucre vence en Pichincha y liberta a Quito. Aquí conoció Bolívar a Manuelita Sáenz, de quien se enamoraría fervientemente.

Cartas de amor de Manuela y Simón


Quito, a diciembre 30 de 1822
A.S.E. El Libertador Simón Bolívar Señor mío:
Yo agradezco a usted por el interés que toma sobre mi persona, porque usted bien sabe de mi presencia en cuerpo y alma a su lado.
Sobre lo que me dice usted en su carta del 25 del presente, me hace sentir la soledad que acompaña lo que es ahora la distancia.
Considéreme, usted su amor loco y desesperado por unirme hasta la gloria de su ser; supongo que se halla usted en igual condición como lo está la más fiel de sus amigas, que es: Manuela Saenz.
Fuente.Las más Hermosas cartas de Amor entre
Manuela y Simón
acompañadas de los Diarios de Quito y Paita,
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Esta Junta nombra a Bolívar coronel y lo designa embajador en Londres


Esta Junta nombra a Bolívar coronel y lo designa embajador en Londres, para que trate de obtener reconocimiento y ayuda por parte de Gran Bretaña. Al regresar a Caracas, ha convencido al precursor Francisco de Miranda para que retorne a Venezuela y se incorpore a la lucha por la independencia.
Transcurrió el tiempo. El 3 de julio de 1811, ante la demora del Congreso, Bolívar expone la necesidad de que se declare cuanto antes la independencia absoluta. Critica que el Congreso pretenda discutir este proyecto en calma y exclama: "Trescientos años de calma, ¿no bastan? La Junta patriótica respeta, como debe, al Congreso de la Nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: vacilar es perdernos."
Así, dos días después, el 5 de julio de 1811, se declara solemnemente la Independencia de Venezuela.
La reacción de los realistas no se hizo esperar. El marqués del Toro, primero y después Miranda, se encargan de conducir el ejército patriota. A la larga, por razones varias, Miranda también fracasa y se pierde la Primera República, con la capitulación de 1812, que Monteverde no cumplió.
Bolívar logra pasaporte para Curazao, su primer destierro. En octubre de ese mismo año de 1812 viajó a Cartagena, donde dirigió a los ciudadanos granadinos el famoso Manifiesto de Cartagena, en el que invitaba a redimir a los venezolanos de los padecimientos que sufrían.
Al nombrársele Comandante del pueblo de Barrancas, a orillas del Magdalena, inicia una gloriosa campaña a través de los territorios realistas y en menos de dos meses acaba con el poderío español en toda la zona del Magdalena hasta llegar a Cúcuta. Crecido ya en la acción libertadora, Bolívar llega al pueblo fronterizo de San Antonio del Táchira el primero de marzo de 1813.
Acompañado de oficiales de la talla de Rafael Urdaneta, José Félix Ribas, Ricaurte, Girardot, D'Elhuyar, entre otros, Bolívar emprende la campaña de liberación del territorio nacional, estaba empezando lo que se llamó La Campaña Admirable, que después de recorrer victoriosamente los pueblos a su paso, entró triunfalmente en Caracas, el 6 de agosto de 1813. En Mérida había sido aclamado por primera vez como Libertador. En Trujillo dictó la polémica Proclama de Guerra a Muerte, el 15 de junio de 1813.
Ya en Caracas, se le ratificó el título de Libertador y se le dio el grado de Capitán General de los Ejércitos de Venezuela, para enfrentarse, a partir de 1814, con los terribles Boves y Yáñez.
Entre triunfos importantes como La Victoria, San Mateo y Carabobo, y reveses tan nefastos como las batallas de La Puerta, los patriotas se ven acorralados por Boves y Bolívar decide la Emigración a Oriente. En la batalla de Urica muere Boves, pero también se pierde la patria.
Bolívar, nuevamente en la Nueva Granada, recibe el apoyo de las autoridades patriotas. Se le asciende entonces a General de División y se le confía la pacificación de Cundinamarca.
En mayo de 1815 llega a Jamaica, donde escribe su famosa Carta Profética en la que parece adivinar el porvenir de toda la América. Luego se dirige a Haití. Allí, junto con varios patriotas venezolanos, planifica la llamada expedición de Los Cayos, con la ayuda del gobernante de la Isla, Alejandro Petión. Fracasa en su primer intento, pero vuelve a Haití y organiza una segunda expedición. El 28 de diciembre de 1816 desembarca en Juan Griego, de allí pasa a Barcelona, donde hay combates sangrientos, favorables al Libertador.

Cartas de amor de Manuela y Simón


El Garzal, a 28 de julio de 1822
General Simón Bolívar
Muy señor mío:
Aquí estoy yo, ¡esperándole! No me niegue su presencia de usted. Sabe que me dejó en delirio y no va a irse sin verme y sin hablar… con su amiga, que lo es loca y desesperadamente.
…aquí hay todo lo que usted soñó y me dijo sobre el encuentro de Romeo y Julieta… y exuberancias de mi misma.
Manuela Saenz
Quito, 30 de diciembre de 1822
Al Libertador Simón Bolívar
Incomparable amigo:
En la apreciable de usted, fecha 22 del presente, me hace ver el interés que ha tomado en las cargas de mi pertenencia. Yo le doy a usted las gracias por esto, aunque más las merece usted porque considera mi situación presente. Si esto sucedía antes que estaba más inmediata, ¿qué será ahora que está a más de sesenta leguas de aquí? Bien caro me ha costado el triunfo de Yacuanquer. Ahora me dirá usted que no soy patriota por todo lo que voy a decir. Mejor hubiera querido yo triunfar de él y que haya diez triunfos en Pasto.
Demasiado considero a usted lo aburrido que debe estar usted en ese pueblo; pero, por desesperado que usted se halle, no ha de estar tanto como lo está la mejor de sus amigas, que es:
Manuela Saenz
Fuente: Las más Hermosas cartas de Amor entre
Manuela y Simón acompañadas de los Diarios de Quito y Paita,
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JURAMENTO EN EL MONTE SACRO


JURAMENTO EN EL MONTE SACRO
(Roma, 15 de agosto de 1805)
Juramento hecho por Simón Bolívar en Roma, Italia, el 15 de agosto
de 1805, a la edad de 22 años. Se encontraba Bolívar en compañía de
su maestro Don Simón Rodríguez y Fernando Rodríguez del Toro.
En este lugar, colmado de la Historia de la antigua Roma, Bolívar se
inspiró para lanzar al mundo su compromiso de liberar a la América
entera del yugo español.
JURAMENTO EN EL MONTE SACRO
Este texto del Juramento de Bolívar y Simón Rodríguez en el Monte
Sacro de Roma, el 15 de agosto de 1805, fue publicado por el colombiano doctor
Manuel Uribe Ángel, como palabras dichas a él por Rodríguez, en Quito, en
1850. El escritor Fabio Lozano y Lozano lo incluyó en su obra “El Maestro
del Libertador” (páginas 66-70). (Edición de París, 1913).
Después de la coronación de Bonaparte viajábamos Bolívar y
yo, en estrecha compañía y en íntima amistad, por gran parte del
territorio de Francia, Italia y Suiza. Unas veces íbamos a pie y otras
en diligencia.
En Roma nos detuvimos bastante tiempo. Un día, después de
haber comido, y cuando ya el sol se inclinaba al Occidente, emprendimos
paseo hacia la parte del monte Sagrado.
Aunque esos llamados montes no sean otra cosa que rebajadas
colinas, el calor era tan intenso que nos agitamos en la marcha lo
suficiente para llegar jadeantes y cubiertos de copiosa transpiración
a la parte culminante de aquel mamelón. Llegados a ella, nos sentamos
sobre un trozo de mármol blanco, resto de una columna destrozada
por el tiempo.
Yo tenía fijos mis ojos sobre la fisonomía del adolescente,
porque percibía en ella cierto aire de notable preocupación y concentrado
pensamiento.
Después de descansar un poco y con la respiración más libre,
Bolívar, con cierta solemnidad que no olvidaré jamás, se puso en pie
y como si estuviese solo, miró a todos los puntos del horizonte, y a
través de los amarillos rayos del sol poniente, paseó su mirada
escrutadora, fija y brillante, por sobre los puntos principales que
alcanzábamos a dominar.
¿Conque éste es —dijo— el pueblo de Rómulo y de Numa,
de los Gracos y los Horacios, de Augusto y de Nerón, de César y
de Bruto, de Tiberio y de Trajano?. Aquí todas las grandezas han
tenido su tipo y todas las miserias su cuna. Octavio se disfraza
con el manto de la piedad pública para ocultar la suspicacia de su
carácter y sus arrebatos sanguinarios; Bruto clava el puñal en el
corazón de su protector para reemplazar la tiranía de César por la
suya propia; Antonio renuncia los derechos de su gloria para
embarcarse en las galeras de una meretriz, sin proyectos de reforma;
Sila degüella a sus compatriotas, y Tiberio, sombrío como la
noche y depravado como el crimen, divide su tiempo entre la
concupiscencia y la matanza. Por un Cincinato hubo cien
Caracallas. Por un Trajano cien Calígulas y por un Vespasiano cien
Claudios. Este pueblo ha dado para todo: severidad para los viejos
tiempos; austeridad para la República; depravación para los
Emperadores; catacumbas para los cristianos; valor para conquistar
el mundo entero; ambición para convertir todos los Estados
de la tierra en arrabales tributarios; mujeres para hacer pasar las
ruedas sacrílegas de su carruaje sobre el tronco destrozado de sus
padres; oradores para conmover, como Cicerón; poetas para seducir
con su canto, como Virgilio; satíricos, como Juvenal y
Lucrecio; filósofos débiles, como Séneca, y ciudadanos enteros,
como Catón. Este pueblo ha dado para todo, menos para la causa
de la humanidad: Mesalinas corrompidas, Agripinas sin entrañas,
grandes historiadores, naturalistas insignes, guerreros ilustres,
procónsules rapaces, sibaritas desenfrenados, aquilatadas virtudes
y crímenes groseros; pero para la emancipación del espíritu,
para la exteripación de las preocupaciones, para el enaltecimiento
del hombre y para la perfectibilidad definitiva de su razón, bien
poco, por no decir nada. La civilización que ha soplado del Oriente,
ha mostrado aquí todas sus faces, ha hecho ver todos sus elementos;
mas en cuantoa resolver el gran problema del hombre en libertad,
parece que el asunto ha sido desconocido y que el despejo
de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el Nuevo
Mundo.
Y luego, volviénsose hacia mí, húmedos los ojos, palpitante el
pecho, enrojecido el rostro, con una animación febril, me dijo:
¡Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por
ellos; juro por mi honor y juro por la Patria, que no daré descanso a
mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que no haya roto las cadenas que
nos oprimen por voluntad del poder español!. (1)
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(1) Texto Original tomado de: Simón Rodríguez, Obras Completas, Caracas, Ediciones
del Congreso de la República, 1988, t. II, pp. 375 – 378.
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Fuente: © Despacho del Presidente
Simón Bolívar, Ideario Político
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2004
Depósito Legal: lf53320043203141
ISBN: 980-03-0342-1
Impresión: Italgráfica S.A.

Cartas de amor de Manuela y Simón


Cartas de amor de Manuela y Simón

Cuartel General en Guaranda a 3 de julio de 1822
A la distinguida dama, Sra. Manuela Sáenz
Apreciada Manuelita:
Quiero contestarte, bellísima Manuela, a tus requerimientos de amor que son muy justos. Pero he de ser sincero para quien, como tú, todo me lo ha dado. Antes no hubo ilusión, no porque no te amara Manuela y es tiempo de que sepas que antes amé a otra con singular pasión de juventud, que por respeto nunca nombro.
No esquivo tus llamados, que me son caros a mis deseos y a mi pasión. Sólo reflexiono y te doy un tiempo a ti, pues tus palabras me obligan a regresar a ti; porque sé que esta es mi época de amarte y de amarnos mutuamente.
Sólo quiero tiempo para acostumbrarme, pues la vida militar no es fácil ni fácil retirarse. Me he burlado de la muerte muchas veces, y esta me acecha delirante a cada paso.
Qué debo brindarte: ¿un encuentro vivo acaso? Permíteme estar seguro de mí, de ti y verás querida amiga quién es Bolívar al que tú admiras. No podría mentirte.
¡Nunca miento! Que es loca mi pasión por ti, lo sabes.
Dame tiempo. Simón Bolívar
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El Garzal, a 27 de julio de 1822
A Su Excelencia General Simón Bolívar
Muy señor mío:
Aquí hay de vivaz todo un hechizo de la hermosa naturaleza. Todo invita a cantar, a retozar; en fin, a vivir aquí. Este ambiente, con su aire cálido y delicioso, trae la emoción vibrante del olor del guarapo que llega fresco del trapiche, y me hace experimentar mil sensaciones almibaradas. Yo me digo: este suelo merece recibir las pisadas de S.E. El bosque y la alameda de entrada al Garzal, mojados por el rocío nocturno, acompañarían su llegada de usted, evocando la nostalgia de su amada Caracas. Los prados, la huerta y el jardín que está por todas partes, serviránle de inspiración fulgurante a su amor de usted, por estar S.E. dedicado casi exclusivamente a la guerra.
Las laderas y campos brotando flores y gramíneas silvestres, que son un regalo a la vista y encantamiento del alma. La casa grande invita al reposo, la meditación y la lectura, por lo estático de su estancia. El comedor, que se inunda de luz a través de los ventanales, acoge a todos con alegría; y los dormitorios reverentes al descanso, como que ruegan por saturarse de amor…
Los bajíos a las riberas del Garzal hacen un coloquio para desnudar los cuerpos y mojarlos sumergidos en un baño venusiano; acompañado del susurro de los guaduales próximos y del canto de pericos y loros espantados por su propio nerviosismo. Le digo yo, que ansío de la presencia de usted aquí. Toda esta pintura es de mi invención; así que ruego a usted que perdone mis desvaríos por mi ansiedad de usted y de verlo presente, disfrutando de todo esto que es tan hermoso.
Suya de corazón y de alma,
Manuela Sáenz
Fuente: © Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia
Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2010
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sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...