Discursos y proclamas - A los ciudadanos venezolanos de la Villa de San Antonio


Discursos y proclamas

A los ciudadanos venezolanos de la Villa de San Antonio

Simón Bolívar, comandante en jefe del ejército combinado de Cartagena y de la Unión, a los ciudadanos venezolanos de la Villa de San Antonio.
Ciudadanos:
Yo soy uno de vuestros hermanos de Caracas, que arrancado prodigiosamente por el Dios de las misericordias de las manos de los tiranos que agobian a Venezuela vuestra patria, he venido a redimiros del duro cautiverio en que yacíais bajo el feroz despotismo de los bandidos españoles que infestan nuestras comarcas. He venido digo, a traeros la libertad, la independencia y el reino de la justicia, protegido generosamente por las gloriosas armas de Cartagena y de la Unión, que han arrojado ya de su seno a los indignos enemigos que pretendían subyugarlas, y han tomado a su cargo el heroico empeño de romper las cadenas que arrastra todavía una gran porción de los pueblos de Venezuela.
Vosotros tenéis la dicha de ser los primeros que levantáis le cerviz, sacudiendo el yugo que os abrumaba con mayor crueldad, porque defendisteis en vuestros propios hogares vuestros sagrados derechos. En este día ha resucitado la República de Venezuela. tomando el primer aliento en la patriótica y valerosa Villa de San Antonio, primera en respirar, la libertad como lo es en el orden local de vuestro sagrado territorio.
Venezolanos: vuestro júbilo es igual a la grandeza del bien que acabáis de recibir; y aunque superior a todos los sentimientos que puede inspirar la naturaleza, sólo le iguala el que experimenta mi alma, siendo el instrumento de vuestra redención, y recibiéndola yo también como hijo de Venezuela, de mis compañeros de armas los ínclitos soldados de Cartagena y de la Unión.
Prosternaos delante del Dios omnipotente, y elevad vuestros cánticos de alabanza hasta su trono, porque os ha restituido el augusto carácter de hombres.
Cuartel General de la Villa redimida de San Antonio de Venezuela a 1° de marzo de 1813. -3°
SIMÓN BOLÍVAR.

CARTA. Año 1826 - A S. E. el Gran Mariscal Antonio José de Sucre.




CARTA. Año 1826
1.122.- DEL BORRADOR).
Magdalena, 3 de junio de 1826.
A S. E. el Gran Mariscal Antonio José de Sucre.
Mi querido general:
Con Wilson se me olvidó decir a Vd. que el general Santander en carta del 6 de marzo me dice que en el congreso se discutía la licencia para que Vd. permaneciese en Bolivia, y para disponer de 2.000 hombres en favor de esa república. Santander añade que él cree que todo se conseguirá, de modo que cuando llegue el diputado Olañeta se encuentre preparado este negocio. Ahora, pues, es llegado el momento de que vaya el diputado a llenar este objeto, que para Bolivia es de primera necesidad, necesidad que exige su bienestar, su conveniencia y, más que todo, su gratitud. No es mi intención decir que sea Olañeta el que precisamente vaya, porque tal vez Vd. lo empleará allá más útilmente, sino que deseo que vaya un diputado a Colombia hombre instruido y de buena moral que establezca relaciones íntimas y estrechas con Colombia.
Estando ya reconocida la República Boliviana por el gobierno del Perú, creo que su primer deber es el (*) de enviar sus representantes al Istmo de Panamá para que allí representen a su nación y procuren sus intereses. Soy pues de opinión que el señor Mendizábal debe pasar a Panamá, tomando por compañero de su nueva misión a su actual secretario, que parece ser hombre capaz, y ya versado en algún tanto en los negocios de su gobierno. Para que estos señores puedan partir cuanto antes, puede Vd. remitirles sus credenciales e instrucciones por un oficial en posta, y enviarle a Mendizábal el nombramiento de secretario de la legación al Istmo, en blanco, para llenarlo aquí, donde no faltará un buen boliviano que llene esta comisión. Dos cosas tengo que recomendar a Vd. a este respecto: primera, que la mejor instrucción que se puede dar a la legación boliviana en el Istmo es que procuren uniformar sus intereses con los de Colombia, siendo éstos los que tienen las instrucciones más amplias y más liberales, y recomendarles que procuren estrecharse con ellos en cuanto puedan: y segunda, que procure Vd. enviar, con el oficial que trae las órdenes, el dinero que necesitan estos señores para desempeñar su comisión. Aquí no se les puede dar, porque no lo hay y el gobierno está muy apurado pagando a sus acreedores. Si se puede conseguir libranzas seguras sería mucho mejor. En esto como en todo hará Vd. lo que crea más conveniente, pues que no tengo más deseo que el de ayudar a Vd. con mis consejos.
He dispuesto que dentro de tres meses salga para Panamá el batallón de Pichincha llevando 1.000 plazas, más que menos, y lo mejor compuesto que se pueda. Por supuesto, que todos aquéllos a que corresponda irán pagados de cuanto se les deba, para lo cual he escrito al general La Fuente y espero que Vd. por su parte cooperará a que todo se haga a medida de mi deseo. El batallón Pichincha está destinado a Venezuela, donde servirá muy bien. Dentro de seis meses, es decir, tres meses después de la salida de " Pichincha ", debe repetirse la misma operación con el de " Bogotá " que también está destinado a Venezuela. Por esta razón deseo que " Bogotá " se sitúe en Cochabamba, a fin de que baje a la costa ya aclimatado al calor y olvide los fríos del Potosí. " Bogotá " también deberá llevar mil plazas, más que menos, dejando los venezolanos, magdalenos e istmeños, y tomando en reemplazo los peruanos que tenga el resto de la división a que pertenece. Vd. conocerá, por todo lo que digo, que mi objeto es llevar a Venezuela un cuerpo de tropas extraño a todo desorden y a todo partido y dejar en el Sur puros colombianos, que harán mucho bien aquí y podrían hacer mucho mal allá. Luego que parta " Pichincha " y " Bogotá ", podrá Vd. disponer de 1.500 colombianos que quedan en Arequipa a las órdenes de Sandes.
Mando a Vd. mi discurso impreso en una mala imprenta y ejemplares de la constitución. Deseo que Vd. mande muchos a Buenos Aires, para ver qué efecto produce y por el gusto de oír a los editores de allí, que seguramente no lo recibirán bien. En cargue Vd. a alguna persona que lo haga reimprimir todo con el mejor gusto y elegancia que se pueda.
O´Leary saldrá definitivamente el viernes, llevando mi constitución a Colombia y encargado de ver a todo el mundo; de aconsejar a Páez y de encontrarme en Bogotá para darme razón del estado de Venezuela.
Como dije a Vd. en mi última carta, estoy resuelto a ir a Colombia, no a tomar la presidencia, porque estoy bien resuelto a no admitirla, sino a sostener como mejor pueda un edificio que, a fuerza de quererse elevar, está pronto a caer.
El batallón Bogotá debe ir enteramente pagado y recom pensado con dinero del Alto Perú, porque habiendo el Bajo Perú pagado y recompensado a las tropas que han salido de Arequipa en la parte que debía darle el Alto Perú a la tropa, es justo que el Alto Perú haga lo mismo con " Bogotá ", ya que en el Perú no hay dinero, y que han hecho muchos desembolsos a cuenta de Bolivia, que aun no se le ha satisfecho ni se podrán pagar en algún tiempo.
El batallón Bogotá deberá bajar escoltado por un batallón de la división que deberá situarse en Tacna en reemplazo de " Pi chincha " quedando siempre a las órdenes de Vd. Los 1.500 hombres que queden en Arequipa reemplazarán ampliamente la desmembración de los dos batallones que va a separarse y siempre podrá contar Vd. con una división junta y bien organizada.
(*) El borrador dice aquí: creo que su primer debe ser.
La mitad de este borrador se halla en la sección del archivo conservada por O´Leary, y la otra mitad apareció en la de J. de Francisco Martín.

Cartas - Al Gran Mariscal de Ayacucho- Antonio José De Sucre,


Cartas

Tinta, 29 de julio de 1825.
Al Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José De Sucre.
Mi querido general:
Al salir del Cuzco recibí en Oropeza las dos o tres cartas que Vd. me escribió por el oficial portador de ésta; las que voy a contestar muy por encima, porque toda la correspondencia se ha ido adelante con las cargas, habiéndome yo quedado aquí hoy para ver el fondo de un volcán apagado que está en estas cercanías.
Me he alegrado mucho que haya venido el decreto de Buenos Aires como el oficio del gobierno, y más aún de que la conducta de Vd. haya sido aprobada por esos señores tan descontentadizos y tan injustos con nosotros. Su impotencia ha sido la fortuna de Vd. y la mía, pues no pudiendo gobernar el Alto Perú, se conforman con abandonarlo. Digo la mía, porque la conducta de Vd. siempre me la hubieran atribuido; y porque mi decreto no será desaprobado.
El general Arenales me ha escrito que siente mucho que no se haya publicado mi decreto; él va a decir en Buenos Aires que Vd. lo ha suspendido por miras de intrigas, porque hacía honor al gobierno de Buenos Aires el fundamento de mi decreto. Por otra parte, esto no parecerá bien y dirán que Vd. deshace lo que yo hago, de lo cual se alegrarán los porteños, para hacer ver que en todas partes hay cubiletes, y qué sé yo más lo que dirán. Puede ser que supongan que yo tengo buena fe con respecto a los negocios del Alto Perú, y que Vd. no tiene la misma buena fe. El hecho es que Arenales me ha escrito a mí mismo directamente sobre esto: ¿qué no hará con su gobierno? (*)
La memoria no va por la misma razón que he dicho: la ida de las cargas adelante hasta Puno. En Puno la corregiré y la mandaré. Yo estaré allí para el día 5 del que viene. Estaré allí cuatro días, dictando cosas favorables a aquel departamento y proveyendo a las mejoras del gobierno. Es lo menos que puedo estar en conciencia, cuando no pienso volver, sino marcharme a Arica para embarcarme para el Callao, cuando me haya desocupado de los negocios del Alto Perú.
Apruebo el que Vd. le mande al señor Funes los quinientos pesos. Yo pienso mandarle algún dinero más, porque me parece justo y conveniente.
De Colombia no han venido dos correos porque los pastusos se han vuelto a levantar; la correspondencia estaba detenida en Pasto para que no fuese tomada; pero ya debe estar marchando hace tiempo. El general Castillo ha mandado a Pasto 1.000 veteranos de los que han venido de Colombia.
Lo que Vd. me indica sobre las tropas del Callao yo lo había ordenado antes, y ahora lo repito de nuevo. Le he mandado al general Salom el despacho de general de división, suponiéndolo en el Callao, pues a principios de agosto esperaba éste buen resultado.
En todo el curso de este año pueden ir a Colombia 5.000 hombres, según las órdenes que he dado a todas partes. Nos quedarán sobre 3.000 hombres, puros colombianos, y alguno que otro peruano que no dejará de quedar en nuestras filas. En el Alto Perú no quedarán más que 2.000 colombianos y 4.000 en el Bajo, con los dos cuerpos que van de escolta a Arica. De este modo, en el Alto Perú quedarán 5.000 hombres, que supongo que habrá 1.000 peruanos cuando más, y 2.000 del Alto Perú. Así será muy fácil mantenerlos bien.
Yo no sé de dónde ha sacado Vd. que se les pagan quince pesos a los soldados del Perú, cuando no se les paga más que diez pesos desde el tiempo de San Martín, y desde que yo sé las cosas del Perú.
Escriba Vd. a esos señores comisionados por Buenos Aires que yo fijaré mi cuartel general en La Paz a mediados de agosto y parte del de setiembre; que si a ellos les parece, pueden venir a La Paz; hágales Vd. mil cumplimientos y asegúreles que yo tendré mucha satisfacción en verlos y recibirlos conforme a la dignidad de su legación. Supongo que Vd. les pondrá otras palabras más dignas, más elevadas, pues esas son muy comunes.
Saliendo de Puno el 9 y yendo a la laguna de Titicaca un día, estaré en La Paz del 18 al 19, y si puedo será el 17. Pero yo no sé cuáles serán las verlo y despacharlo todo, y mi comitiva es un poco grande y no puedo andar volando, jornadas del itinerario que me hagan en Puno. Por otra parte, me es imposible andar deprisa, porque quiero menos aun yo, porque me hallo tan acabado, y cada vez que me veo en el espejo lo siento conozco que no estoy para nada, sino para vivir. Lo peor de todo es que Vd. está lo mismo, según dice, conque así desertaremos juntos el día que no podamos más; y nos meteremos en un hospital.
Dele Vd. mil expresiones de mi parte a Córdoba; dígale que me alegro mucho saber que ha ganado mucha plata, y que la fortuna lo acompaña en todas partes.
Soy de Vd. de corazón.
BOLÍVAR
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Cartas - A s. E. el general F. de P. Santander.

Cartas
Plata, 26 de noviembre de 1825.
A s. E. el general F. de P. Santander.
Mi querido general:
Hasta ahora no he recibido ni el correo pasado ni el que debe partir mañana. No sé con qué motivo sea este retardo, pero lo siento infinito, porque, privado de tan importantes comunicaciones, no sé qué responder.
Yo me hallo en esta capital organizando su nuevo gobierno, del mejor modo que es posible. Sin duda, el 19 de abril del próximo año será proclamada la república, y entonces le presentaré la constitución; la que será ciertamente muy fuerte y muy liberal, y mi discurso será igualmente muy fuerte y muy liberal. Estoy recogiendo materiales para hacer una obra regular: desde luego, creo que será mejor que el de Angostura, porque tengo más materiales acopiados. Ya he mandado al general Lara que esté pronto a embarcarse para marzo con su división, y repito que deseo que este brillante cuerpo de tropas marche a Venezuela por el Istmo. En teniendo el Norte de Colombia 5 ó 6.000 soldados del orden, todo está hecho, y todo está asegurado. Cada día estoy mejor con las repúblicas del Sur, pero casi nada sé de las del Norte, ni del Istmo tampoco, que parece encantado: supongo que por allá nada habrá de consideración, pero nosotros tenemos noticias de Europa muy frescas, y nada hay de nuevo; por lo mismo estoy tranquilo con respecto a Vds. Puede ser que antes de cerrar esta carta sepa algo de bueno y entonces contestaré largamente de lo que ocurra. De letra del Libertador: No ha llegado el correo y debe partir éste; lo que siento infinito pues no sé qué cosa de importancia puede haber que contestar de los dos correos que nos faltan, ni tampoco sé por qué nos faltan. Soy de Vd. de corazón.
BOLÍVAR.

Discursos y proclamas - Llamamiento a los extranjeros


Discursos y proclamas
Llamamiento a los extranjeros

Simón Bolívar,  brigadier de la unión, y general en jefe del ejército libertador de Venezuela.
Por cuanto las provincias de Venezuela han entrado por segunda vez en el goce de su libertad e independencia, que les fue usurpada momentáneamente por un. puñado de españoles que han señalado su gobierno con horrendos crímenes, y negras injusticias; siendo una de ellas la de robar, perseguir y exterminar a los honrados extranjeros que justamente merecían la protección y consideraciones del Gobierno en nuestra primera transformación política; y por cuanto la conducta de un pueblo libre debe ser absolutamente opuesta a la que observan nuestros enemigos, que lo han sido y serán siempre de la prosperidad y felicidad de las Américas, he resuelto por tanto: lo primero: que se invite de nuevo a los extranjeros de cualquiera nación y profesión que sean, para que vengan a establecerse en estas provincias, bajo la inmediata protección del Gobierno, que ofrece dispensársela abierta y francamente; en la segura inteligencia de que la fertilidad de nuestro suelo, sus varias y preciosas producciones, la benignidad de nuestro clima, y un régimen prudente de administración que garantice la seguridad individual, y el sagrado derecho de propiedad, debe proporcionarles todas las ventajas y utilidades que podrían desear en su país. Segundo: que a cualquier extranjero que milite bajo nuestras banderas, defendiendo la causa de la libertad e independencia, se le declare el derecho de ciudadano de Venezuela, y se recompensen sus servicios de un modo competente.
Dado en el Cuartel General de Caracas, registrado por el Secretario de estado y relaciones exteriores, y sellado con el sello de la república, a 16 de agosto de 1813, 3° de la Independencia, y 1° de la Guerra a Muerte.
SIMÓN BOLÍVAR.
Antonio Muñoz Tébar,
Secretario de Estado.
Impresa en Caracas, en castellano, francés e inglés. Existe un ejemplar en el Public Record Office, de Londres.
libertador de Venezuela

Discursos y proclamas - Ciudadanos y magistrados de la ciudad de Barinas


Discursos y proclamas
Ciudadanos y magistrados de la ciudad de Barinas
Los tiranos que invadieron la confederación de Venezuela han sido expulsados de esta provincia que ellos oprimían con la mayor crueldad: a pesar de sus esfuerzos por prolongar su despótico dominio, nuestras armas los han vencido, y ya gozáis de vuestra antigua libertad.
El Soberano Congreso de la Nueva Granada, animado de los sublimes sentimientos que lo caracterizan, ha enviado su valeroso ejército a destruir el intruso Gobierno español y a restablecer la República de Venezuela sobre las mismas bases en que existía antes de la irrupción de los bandidos.
Las miras del Gobierno de la Nueva Granada no son otras que las que veréis por las sabias instrucciones que me lía dado y tengo el honor de presentaros pare. vuestra inteligencia y satisfacción. En consecuencia de las disposiciones del Congreso se repone el Poder Ejecutivo provincial en el ciudadano Manuel Antonio Pulido que ejercía esta funciones al tiempo de la disolución de la República. Este Magistrado se halla suficientemente autorizado para organizar el Gobierno político y civil del modo más conveniente a la naturaleza de las cosas en el día, interino se liberta la capital de Venezuela, y se restablece con solidez y legalidad el Gobierno que debe regir las provincias unidas de nuestra confederación.
El Intendente de la provincia, Nicolás Pulido, queda repuesto en su empleo y está especialmente encargado de la Administración de Rentas Nacionales, y colección de préstamos forzados y donativos voluntarios; pero en todo subordinado al Gobernador del Estado en quien reside la suprema autoridad de la provincia.
El coronel ciudadano Pedro Briceño antes Comandante General, vuelve a ejercer sus facultades militares, sin otra dependencia en el ramo de Guerra, que del Gobierno federal y a falta de éste del General en Jefe de las tropas de Venezuela.
El Comandante General es nombrado Gobernador interino del Estado, mientras llega a esta capital el propietario ciudadano Manuel Antonio Pulido.
Los bienes confiscados a los enemigos deben ser administrados provisoriamente por la comisión de secuestros, compuesta de los ciudadanos Luis Báez e Ignacio Requena, dependiente del Gobierno de esta provincia, cuyas órdenes deberá ejecutar fielmente.
En cuanto al Gobierno de la Iglesia no habrá otro Jefe en ella, en tanto que las circunstancias varíen, que el ciudadano Presbítero Ramón Ignacio Méndez.
Dejando así distribuidos los Departamentos de Estado, Hacienda, Guerra y de la Iglesia, en sujetos del más alto carácter, virtudes políticas y acendrado patriotismo, tengo la honra de ofreceros mis servicios y suplicaros os sirváis cooperar en cuanto esté al alcance de vuestras facultades a la redención del resto de la provincia de Caracas que afín gime bajo el yugo español, y yo parto a libertarla a la cabeza de nuestras invictas tropas.
SIMÓN BOLÍVAR.

A los venezolanos 13 de agosto de 1813



A los venezolanos 13 de agosto de 1813

13 de agosto de 1813
Simón Bolívar,  brigadier de la unión, y general en jefe dei. ejército libertador de Venezuela.
A los Venezolanos:
Nada me es más satisfactorio que haber venido venciendo tantas dificultades y peligros para daros la libertad de que estábais privados. Lo he conseguido, y defenderé vuestros derechos hasta el último periodo de mi vida. Se necesitan sacrificios, y cuento con vosotros. No otro interés, no otro deseo debe ser el de todo conciudadano, que el de conservar a toda costa la República. Yo he entrado en esta capital a tiempo que la dilapidación y torpeza del Gobierno español ha agotado todos los recursos, y reducido a la nada los fondos públicos. Aun no ha terminado la guerra, y me he propuesto llevar mis huestes vencedoras donde quiera que haya enemigos de la Patria; pero tocando los inconvenientes que resultan de la inmoderada distribución de los premios en personas que no los haya merecido por algún sacrificio extraordinario al Estado: desde ahora os hago conocer que todo empleado sea militar o político, lo será para servirlo, y no para presentarse con pomposas decoraciones y para obtener sueldos extraordinarios que debilitaron e hicieron ridícula nuestra República naciente.
Una multitud de pretendientes rodea los tribunales, les quita el tiempo precioso a la organización del Gobierno, y paraliza la marcha rápida que deben tomar en las actuales circunstancias. Ciudadanos, desde ahora os anuncio que habrá una reforma saludable en todos los empleos de la República, sea con respecto al número, sea con respecto a los sueldos. Nuestras erogaciones deben ser en proporción de nuestros ingresos para que se salve la patria. No faltarán hombres virtuosos que en todos ramos se contenten con lo necesario para su subsistencia; y de éstos son de los que me valdré para darle vigor a todos los ramos de la administración pública. Las naciones todas contemplan nuestro actual estado. Ellas fueron testigos del desorden espantoso de nuestra antigua administración, que lo sean también de nuestras reformas.
Habitantes de Venezuela: cuento con vuestras virtudes, que serán el apoyo de los sacrificios que debemos hacer; y mis disposiciones en esta parte, serán siempre firmes, y constantes a nuestro decoro y salvación.
Cuartel General de Caracas, a 13 de agosto de 1813, 3º. de la Independencia, y 1º. de la Guerra a Muerte.
SIMÓN BOLÍVAR,
Antonio Muñoz Tébar,
Secretario de Estado.

sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...