Correspondencia Al señor don Simón Rodríguez Pativilca, 19 de enero de 1824.

Correspondencia
Al señor don Simón Rodríguez

Pativilca, 19 de enero de 1824.
Al señor don Simón Rodriguez.
¡Oh mi Maestro! Oh mi amigo! Oh mi Robinson! Vd. en Colombia! Vd. en Bogotá, y nada me ha dicho, nada me ha escrito. Sin duda es Vd. el hombre más extraordinario del mundo; podría Vd. merecer otros epítetos pero no quiero darlos por no ser descortés al saludar un huésped que viene del Viejo Mundo a visitar el Nuevo; sí, a visitar su patria que ya no conoce, que tenía olvidada, no en su corazón sino en su memoria. Nadie más que yo sabe lo que Vd. quiere a nuestra adorada Colombia. ¿Se acuerda Vd. cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria? Ciertamente no habrá Vd. olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros; día que anticipó, por decirlo así, un juramento profético a la misma esperanza que no debíamos tener.
Vd., Maestro mío, cuánto debe haberme contemplado de cerca aunque colocado a tan remota distancia. Con qué avidez habrá seguido Vd. mis pasos; estos pasos dirigidos muy anticipadamente por Vd. mismo. Vd. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Vd. me señaló. Vd. fue mi piloto aunque sentado sobre una de las playas de Europa. No puede Vd. figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Vd. me ha dado; no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Vd. me ha regalado. Siempre presentes a mis ojos intelectuales las he seguido como guías infalibles. En fin, Vd. ha visto mi conducta; Vd. ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel, y Vd. no habrá dejado de decirse: todo esto es mío, yo sembré esta planta, yo la regué, yo la enderecé tierna, ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos; ellos son míos, yo voy a saborearlos en el jardín que planté; voy a gozar de la sombra de sus brazos amigos, porque mi derecho es imprescriptible, privativo a todo.
Sí, mi amigo querido, Vd. está con nosotros; mil veces dichoso el día en que Vd. pisó las playas de Colombia. Un sabio, un justo más, corona la frente de la erguida cabeza de Colombia. Yo desespero por saber qué designios, qué destino tiene Vd.; sobre todo mi impaciencia es mortal, no pudiendo estrecharle en mis brazos: ya que no puedo yo volar hacia Vd. hágalo Vd. hacia mí; no perderá Vd. nada; contemplará Vd. con encanto la inmensa patria que tiene, labrada en la roca del despotismo por el buril victorioso de los libertadores, de los hermanos de Vd. No, no se saciará la vista de Vd. delante de los cuadros, de los colosos, de los tesoros, de los secretos, de los prodigios que encierra y abarca esta soberbia Colombia. Venga Vd. al Chimborazo; profane Vd. con su planta atrevida la escala de los titanes, la corona de la tierra, la almena inexpugnable del Universo nuevo. Desde tan alto tenderá Vd. la vista; y al observar el cielo y la tierra, admirando el pasmo de la creación terrena, podrá decir: dos eternidades me contemplan: la pasada y la que viene; y este trono de la naturaleza, idéntico a su autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el Padre del Universo.
¿Desde dónde, pues, podrá decir Vd. otro tanto tan erguidamente? Amigo de la naturaleza, venga Vd. a preguntarle su edad, su vida y su esencia primitivas; Vd. no ha visto en ese mundo caduco más que las reliquias y los desechos de la próvida Madre: allá está encorvada con el peso de los años, de las enfermedades y del hálito pestífero de los hombres; aquí está doncella, inmaculada, hermosa, adornada por la mano misma del Creador. No, el tacto profano del hombre todavía no ha marchitado sus divinos atractivos, sus gracias maravillosas, sus virtudes intactas.
Amigo, si tan irresistibles atractivos no impulsan a Vd. a un vuelo rápido hacia mí, ocurriré a un apetito (*) más fuerte: la amistad invoco.
Presente Vd. esta carta al Vicepresidente, pídale Vd. dinero de mi parte, y venga Vd. a encontrarme.
BOLIVAR.
(*) Así está en la copia original de letra de Diego Ibarra, quien sirvió de amanuense en la secretaría. Palabra empleada en la acepción de deseo vehemente del ánimo. En las versiones publicadas dice "epíteto", lo que no viene al caso.


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Cuartel General de Chalhuancada, a octubre 4 de 1824 A la señora Capitana de Húzares de la Guardia Manuela Sáenz

Cuartel General de Chalhuancada, a octubre 4 de 1824
A la señora Capitana de Húzares de la Guardia
Manuela Sáenz
(Personal)
Mi muy querida Manuelita:
Te pido con el consejo de mis pensamientos, que batallan con el ardor de mi corazón, que te quedes ahí. Lo hago, no por separarme de ti, pues tú eres el ser que más quiero y porque siempre estoy pensando en ti. Tu presencia servirá para que te encargues de hacerme llegar informes minuciosos de todo pormenor, que ninguno de mis generales me haría saber, más por sus preocupaciones personales, que por intrigas o desavenencias. Al mantenerme al tanto de todo lo que acontece allí, puedo mirar dos frentes, seguro de encontrar el respaldo que tú lograrás en ese cuartel.
Soy tuyo de corazón,

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Fuente: © Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia
Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República
Caracas - Venezuela, 2010
Depósito Legal: lf000000000000

ISBN: 0000000000000

La Negra Hipólita SUS ÚLTIMOS AÑOS

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La Negra Hipólita
SUS ÚLTIMOS AÑOS
Hipólita es ferviente bolivariana. Son más de sesenta años de vida dedicada en sentimiento y acción a cultivar el cariño por la familia Bolívar que es la suya, no sólo por llevar con orgullo ese noble apellido, sino por su convencimiento de la pureza presente en las acciones de “su hijo” Simón y lo descalificado por pérfidos que son quienes siembran y sostienen el sentimiento antibolivariano en nuestro país.
Los achaques propios de una sexagenaria son acrecentados por el inmenso dolor que lacera su alma ante la ingratitud de los caraqueños y los gobernantes para con el hombre que con mayor desprendimiento y entereza se ha sacrificado por el bien de la patria. Son como golpes que van mellando el filo de un espíritu fuerte. Ella no está sola. Vive acompañada de sus descendientes y con la constante visita y cuidados de María Antonia Bolívar, de su hija Valentina Clemente de Camacho, de las hijas de ésta y otras amistades integrantes de la familia Bolívar que tienen palpables gestos y muestras de sincero cariño a la que fue siempre fiel y abnegada servidora integrada a la familia. Con verdadero interés escuchan de sus labios narraciones de sucesos vividos en tiempo ya remotos o de las travesuras del niño Simón.
La noticia de la muerte del Libertador, ocurrida25 en Santa Marta, Colombia, el 17 de diciembre de 1830 es destacada en algunos panfletos que circulan en Caracas con expresiones que por denigrantes retratan acuerpo entero la bajeza de sus autores. La mezquindad de unos pocos peroque ejercen influencias en el poder público venezolano, aumenta la amargura del cáliz que en esa hora beben los amigos y familiares del Abel americano. Pero es mayor ese acíbar para la abnegada negra Hipólita, cuya leche alimentó el inicio de su vida y con su amor y entrega contribuyó a modelar el grandioso espíritu y la avasalladora voluntad de los cuarenta ysiete años de vida terrena de Simón Bolívar, del moderno Macabeo que
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25 En la quinta de San Pedro Alejandrino, propiedad de don Joaquín de Mier, y localizada a pocos kilómetros de la ciudad que fue fundada en 1525 por Rodrigo de Bastidas y es capital del Departamento de Magdalena. Había llegado a Santa Marta a las siete y media de la noche del 1º de diciembre y el día 6 se traslada en coche a la propiedad del español llamado Joaquín de Mier. El día 10 recibió, del obispo de Santa Marta, doctor José María Esteves, los Santos Sacramentos.
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vaticinara, cuando recién nacido lo tomó en sus manos, el buen sacerdote don José Félix de Xerez y Aristeguieta, miembro influyente de la familia, poco antes del momento de su bautizo.
La abatía también el triste recuerdo de cuando le correspondió atender en su enfermedad y momentos postreros a la frágil figura de María
Teresa Rodríguez del Toro, la juvenil esposa que trajo Bolívar desde
España para formar hogar en su hacienda de San Mateo. La fiel vieja Hipólita no olvidaba que la muerte frustró su deseo de acunar en su regazo a la descendencia del chico que alimentó de su pecho, en papel de nodriza.
Poco a poco se fue mermando su energía vital. Lo que no disminuyó nunca fue su sincero amor por Bolívar y su responsabilidad en sentimientos y prácticas de la religión católica. En su propio hogar y en la Iglesia de San
Pablo dedicaba tiempo prolongado para la oración y su tranquilidad espiritual.
Exhala su último suspiro el día veintiséis de junio de mil ochocientos treinta y cinco, con avanzada edad y próxima a cumplir setenta y dos años.
El jueves 25 de junio de 1835, durante el día y toda la noche fueron de copiosas lluvias. Las nubes se desgranaban y el agua que caía en la ciudad se reflejaba y parecía a las lágrimas de los familiares que velaban los momentos postreros de la negra Hipólita Bolívar, la nodriza del Libertador.
El viernes 26 que era día de luna nueva, y también el sábado 27, fueron días soleados y hermosos, muy apropiados para acompañar, sin prisa, el triste cortejo hasta su última morada. Fue después de las ocho de la noche del sábado cuando volvió a diluviar.
En el folio 47 vuelto, del tercer libro de entierros generales para asentar las partidas de los adultos y párvulos que fallecieron en la Parroquia de San Pablo de la ciudad de Caracas, desde 23 de diciembre de 1833 hasta el 26 de septiembre de 1839, se inserta una con el tenor siguiente: “En la ciudad de Caracas a veintisiete de junio de mil ochocientos treinta y cinco, yo el infraescrito Teniente de Cura de la Parroquia de San Pablo di sepultura eclesiástica con entierro rezado al cadáver de Hipólita Bolívar, adulta, viuda de Mateo Bolívar, recibió los Santos Sacramentos de penitencia, el sagrado viático y extrema unción y para que conste lo firmo, Jacinto Madeleine”.
Fuente: CARMELO PAIVA PALACIOS
LA NEGRA HIPÓLITA, NODRIZA DEL LIBERTADOR
EDICIONES LIBRERÍA ESTELAR
CARACAS, 2007.
VIII.- BIBLIOGRAFÍA
EDUARDO BLANCO: Venezuela Heroica. Editorial Diana, México.
R. BLANCO FOMBONA: Mocedades de Bolívar, Editorial Nuevo Mundo
ANDRÉS ELOY BLANCO: La Juanbimbada. Editorial Cordillera, Venezuela.
SIMÓN BOLÍVAR: Obras Completas. Editorial LEX, La Habana, Cuba, 1947.
Diario “AHORA”. Caracas, Venezuela.
Diccionario de Historia de Venezuela. Ediciones Fundación Polar, Caracas, Venezuela.
JOSÉ GIL FORTOUL: Historia Constitucional de Venezuela. Ediciones del Ministerio de Educación. Caracas, Venezuela.
INDALECIO LIEVANO AGUIRRE: Bolívar. Ediciones de la Presidencia de la República y de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, Venezuela.
AUGUSTO MIJARES: El Libertador. Edición de la Academia Nacional de la Historia y Presidencia de la República. Caracas, Venezuela.
SIR ROBERT KER PORTER: Diario de un diplomático británico.
Ediciones Fundación Polar. Caracas, Venezuela.


Discursos y proclamas Habitantes de Soatá 14 de octubre de 1821

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Discursos y proclamas
Habitantes de Soatá

14 de octubre de 1821
Simón Bolívar, libertados, presidente de Colombia
Habitantes de Soatá!
Vuestra municipalidad me representó algunos meses ha contra vuestro Pastor. Yo seguí entonces la voz de la prudencia y lo amonesté en lugar de perseguirlo. Ahora alejándome quizás por mucho tiempo de vuestra Villa: quiero ofreceros mi protección especial contra cualquiera que os persiga, porque el primer deber del gobierno es defender los pueblos contra los malvados.
Habitantes de Soatá! mi brazo va a las extremidades de Colombia, a llevar la libertad a los que aun gimen esclavos, pero el Vice-Presidente de Colombia, será justo para todos, y para vosotros protector, como lo soy yo para cada vecino de Soatá. Cualquiera que sea vuestro enemigo, fuese el mismo que debía ser vuestro Pastor, ese será mi enemigo.
Cuartel General de Soatá a 14 de octubre de 1821.-11º.
Simón bolívar.

1822

Discursos y proclamas Soldados 17 de abril de 1821

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Discursos y proclamas
Soldados

17 de abril de 1821
Simón bolívar, Libertador. Presidente de Colombia, general en jefe de sus ejércitos
Soldados:
La paz debió ser el fruto del armisticio que va a romperse; pero la España ha visto con indolencia los horrorosos tormentos que padecemos por su culpa.
Las reliquias del poder español en Colombia, no pueden medirse con la fuerza de veinticinco provincias que habéis arrancado del cautiverio.
Colombia espera de vosotros el complemento de su emancipación; pero espera aun más, y os exige imperiosamente que en medio de vuestras victorias seáis religiosos en llenar los deberes de nuestra santa guerra.
Siempre he contado con vuestro valor y disciplina: vuestra obediencia me anticipa la satisfacción de la nueva gloria con que váis a cubriros. Os hablo, soldados, de la humanidad, de la compasión que sentiréis por vuestros más encarnizados enemigos. Ya me parece que leo en vuestros rostros la alegría que inspira la libertad, y la tristeza que causa una victoria contra hermanos.
Soldados: interponed vuestros pechos entre los rendidos y vuestras armas victoriosas, y mostraos tan grandes en generosidad como en valor.
Cuartel General Libertador en Barinas, a 17 de abril de 1821.

BOLÍVAR.

25 de abril de 1821 -Al ejército libertador.

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25 de abril de 1821
Simón Bolívar, Libertador Presidente De Colombia, General En Jefe De Sus Ejércitos
Al ejército libertador.
Soldados:
Las hostilidades van a abrirse dentro de tres días, porque no puedo ver con indiferencia vuestras dolorosas privaciones.
Soldados: Todo nos promete una victoria final, porque vuestro valor no puede ya ser contrarrestado. Tanto habéis hecho, que poco os queda que hacer; pero sabed que el Gobierno os impone la obligación rigurosa de ser más piadosos que valientes.
Sufrirá una pena capital el que infringiere cualquiera de los artículos de la regularización de la guerra. Aun cuando nuestros enemigos los quebranten, nosotros deberemos cumplirlos, para que la gloria de Colombia n® se mancille con sangre.
Cuartel General Libertador en Barinas, a 25 de abril de 1821.-11º.
BOLÍVAR.
Por S. E.,
El Ministro de la Guerra,

Pedro B. Méndez.

25 de abril de 1821 - Simón Bolívar, Libertador Presidente de Colombia, general en jefe de sus ejércitos A las tropas Españolas.

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25 de abril de 1821
Simón Bolívar, Libertador Presidente de Colombia, general en jefe de sus ejércitos
A las tropas Españolas.
Españoles:
Vuestro general en jefe os ha dicho que no queremos la paz; que hemos infringido el armisticio: que os despreciamos. Vuestro general os engaña. Es el Gobierno Español el que quiere la guerra. Se le ha ofrecido la paz por medio de nuestro enviado en Londres bajo un pacto federal y el duque de Frías por orden del Gobierno español ha respondido: que es absolutamente inadmisible.
Españoles: ¿No es vuestro Gobierno el que pretende nuestra sumisión a costa de vuestra sangre? ¿No es vuestro Rey el que os desprecia enviándoos a un sacrificio infalible?
El Gobierno de Colombia no ha infringido el armisticio, sino tan sólo en haber tomado cuarteles nuestras tropas dentro de esta ciudad, cuando no podía alojarlas sino en sus cercanías. De resto en nada hemos quebrantado los artículos de aquel tratado, en tanto que por muchas partes se nos ha hostilizado sin reparación de agravios.
Españoles: a pesar de todos los graves dolores que nos causa vuestro Gobierno, seremos los más observantes del tratado de regularización de la guerra. Una pena capital se aplicará al que lo infrinja, y vosotros seréis respetados aun en el exceso del furor de vuestra sed de sangre. Vosotros venís a degollarnos y nosotros os perdonamos: vosotros habéis convertido en horrorosa soledad a nuestra afligida patria, y nuestro más ardiente anhelo es volveros a la vuestra.
Cuartel General Libertador en Barinas, a 25 de abril de 1821.-11º
BOLÍVAR.
Por S. E.,
El Ministro de la Guerra,

Pedro B. Méndez.

sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...