Cartas - A s. E. el general F. de P. Santander.

Cartas
Plata, 26 de noviembre de 1825.
A s. E. el general F. de P. Santander.
Mi querido general:
Hasta ahora no he recibido ni el correo pasado ni el que debe partir mañana. No sé con qué motivo sea este retardo, pero lo siento infinito, porque, privado de tan importantes comunicaciones, no sé qué responder.
Yo me hallo en esta capital organizando su nuevo gobierno, del mejor modo que es posible. Sin duda, el 19 de abril del próximo año será proclamada la república, y entonces le presentaré la constitución; la que será ciertamente muy fuerte y muy liberal, y mi discurso será igualmente muy fuerte y muy liberal. Estoy recogiendo materiales para hacer una obra regular: desde luego, creo que será mejor que el de Angostura, porque tengo más materiales acopiados. Ya he mandado al general Lara que esté pronto a embarcarse para marzo con su división, y repito que deseo que este brillante cuerpo de tropas marche a Venezuela por el Istmo. En teniendo el Norte de Colombia 5 ó 6.000 soldados del orden, todo está hecho, y todo está asegurado. Cada día estoy mejor con las repúblicas del Sur, pero casi nada sé de las del Norte, ni del Istmo tampoco, que parece encantado: supongo que por allá nada habrá de consideración, pero nosotros tenemos noticias de Europa muy frescas, y nada hay de nuevo; por lo mismo estoy tranquilo con respecto a Vds. Puede ser que antes de cerrar esta carta sepa algo de bueno y entonces contestaré largamente de lo que ocurra. De letra del Libertador: No ha llegado el correo y debe partir éste; lo que siento infinito pues no sé qué cosa de importancia puede haber que contestar de los dos correos que nos faltan, ni tampoco sé por qué nos faltan. Soy de Vd. de corazón.
BOLÍVAR.

Discursos y proclamas - Llamamiento a los extranjeros


Discursos y proclamas
Llamamiento a los extranjeros

Simón Bolívar,  brigadier de la unión, y general en jefe del ejército libertador de Venezuela.
Por cuanto las provincias de Venezuela han entrado por segunda vez en el goce de su libertad e independencia, que les fue usurpada momentáneamente por un. puñado de españoles que han señalado su gobierno con horrendos crímenes, y negras injusticias; siendo una de ellas la de robar, perseguir y exterminar a los honrados extranjeros que justamente merecían la protección y consideraciones del Gobierno en nuestra primera transformación política; y por cuanto la conducta de un pueblo libre debe ser absolutamente opuesta a la que observan nuestros enemigos, que lo han sido y serán siempre de la prosperidad y felicidad de las Américas, he resuelto por tanto: lo primero: que se invite de nuevo a los extranjeros de cualquiera nación y profesión que sean, para que vengan a establecerse en estas provincias, bajo la inmediata protección del Gobierno, que ofrece dispensársela abierta y francamente; en la segura inteligencia de que la fertilidad de nuestro suelo, sus varias y preciosas producciones, la benignidad de nuestro clima, y un régimen prudente de administración que garantice la seguridad individual, y el sagrado derecho de propiedad, debe proporcionarles todas las ventajas y utilidades que podrían desear en su país. Segundo: que a cualquier extranjero que milite bajo nuestras banderas, defendiendo la causa de la libertad e independencia, se le declare el derecho de ciudadano de Venezuela, y se recompensen sus servicios de un modo competente.
Dado en el Cuartel General de Caracas, registrado por el Secretario de estado y relaciones exteriores, y sellado con el sello de la república, a 16 de agosto de 1813, 3° de la Independencia, y 1° de la Guerra a Muerte.
SIMÓN BOLÍVAR.
Antonio Muñoz Tébar,
Secretario de Estado.
Impresa en Caracas, en castellano, francés e inglés. Existe un ejemplar en el Public Record Office, de Londres.
libertador de Venezuela

Discursos y proclamas - Ciudadanos y magistrados de la ciudad de Barinas


Discursos y proclamas
Ciudadanos y magistrados de la ciudad de Barinas
Los tiranos que invadieron la confederación de Venezuela han sido expulsados de esta provincia que ellos oprimían con la mayor crueldad: a pesar de sus esfuerzos por prolongar su despótico dominio, nuestras armas los han vencido, y ya gozáis de vuestra antigua libertad.
El Soberano Congreso de la Nueva Granada, animado de los sublimes sentimientos que lo caracterizan, ha enviado su valeroso ejército a destruir el intruso Gobierno español y a restablecer la República de Venezuela sobre las mismas bases en que existía antes de la irrupción de los bandidos.
Las miras del Gobierno de la Nueva Granada no son otras que las que veréis por las sabias instrucciones que me lía dado y tengo el honor de presentaros pare. vuestra inteligencia y satisfacción. En consecuencia de las disposiciones del Congreso se repone el Poder Ejecutivo provincial en el ciudadano Manuel Antonio Pulido que ejercía esta funciones al tiempo de la disolución de la República. Este Magistrado se halla suficientemente autorizado para organizar el Gobierno político y civil del modo más conveniente a la naturaleza de las cosas en el día, interino se liberta la capital de Venezuela, y se restablece con solidez y legalidad el Gobierno que debe regir las provincias unidas de nuestra confederación.
El Intendente de la provincia, Nicolás Pulido, queda repuesto en su empleo y está especialmente encargado de la Administración de Rentas Nacionales, y colección de préstamos forzados y donativos voluntarios; pero en todo subordinado al Gobernador del Estado en quien reside la suprema autoridad de la provincia.
El coronel ciudadano Pedro Briceño antes Comandante General, vuelve a ejercer sus facultades militares, sin otra dependencia en el ramo de Guerra, que del Gobierno federal y a falta de éste del General en Jefe de las tropas de Venezuela.
El Comandante General es nombrado Gobernador interino del Estado, mientras llega a esta capital el propietario ciudadano Manuel Antonio Pulido.
Los bienes confiscados a los enemigos deben ser administrados provisoriamente por la comisión de secuestros, compuesta de los ciudadanos Luis Báez e Ignacio Requena, dependiente del Gobierno de esta provincia, cuyas órdenes deberá ejecutar fielmente.
En cuanto al Gobierno de la Iglesia no habrá otro Jefe en ella, en tanto que las circunstancias varíen, que el ciudadano Presbítero Ramón Ignacio Méndez.
Dejando así distribuidos los Departamentos de Estado, Hacienda, Guerra y de la Iglesia, en sujetos del más alto carácter, virtudes políticas y acendrado patriotismo, tengo la honra de ofreceros mis servicios y suplicaros os sirváis cooperar en cuanto esté al alcance de vuestras facultades a la redención del resto de la provincia de Caracas que afín gime bajo el yugo español, y yo parto a libertarla a la cabeza de nuestras invictas tropas.
SIMÓN BOLÍVAR.

A los venezolanos 13 de agosto de 1813



A los venezolanos 13 de agosto de 1813

13 de agosto de 1813
Simón Bolívar,  brigadier de la unión, y general en jefe dei. ejército libertador de Venezuela.
A los Venezolanos:
Nada me es más satisfactorio que haber venido venciendo tantas dificultades y peligros para daros la libertad de que estábais privados. Lo he conseguido, y defenderé vuestros derechos hasta el último periodo de mi vida. Se necesitan sacrificios, y cuento con vosotros. No otro interés, no otro deseo debe ser el de todo conciudadano, que el de conservar a toda costa la República. Yo he entrado en esta capital a tiempo que la dilapidación y torpeza del Gobierno español ha agotado todos los recursos, y reducido a la nada los fondos públicos. Aun no ha terminado la guerra, y me he propuesto llevar mis huestes vencedoras donde quiera que haya enemigos de la Patria; pero tocando los inconvenientes que resultan de la inmoderada distribución de los premios en personas que no los haya merecido por algún sacrificio extraordinario al Estado: desde ahora os hago conocer que todo empleado sea militar o político, lo será para servirlo, y no para presentarse con pomposas decoraciones y para obtener sueldos extraordinarios que debilitaron e hicieron ridícula nuestra República naciente.
Una multitud de pretendientes rodea los tribunales, les quita el tiempo precioso a la organización del Gobierno, y paraliza la marcha rápida que deben tomar en las actuales circunstancias. Ciudadanos, desde ahora os anuncio que habrá una reforma saludable en todos los empleos de la República, sea con respecto al número, sea con respecto a los sueldos. Nuestras erogaciones deben ser en proporción de nuestros ingresos para que se salve la patria. No faltarán hombres virtuosos que en todos ramos se contenten con lo necesario para su subsistencia; y de éstos son de los que me valdré para darle vigor a todos los ramos de la administración pública. Las naciones todas contemplan nuestro actual estado. Ellas fueron testigos del desorden espantoso de nuestra antigua administración, que lo sean también de nuestras reformas.
Habitantes de Venezuela: cuento con vuestras virtudes, que serán el apoyo de los sacrificios que debemos hacer; y mis disposiciones en esta parte, serán siempre firmes, y constantes a nuestro decoro y salvación.
Cuartel General de Caracas, a 13 de agosto de 1813, 3º. de la Independencia, y 1º. de la Guerra a Muerte.
SIMÓN BOLÍVAR,
Antonio Muñoz Tébar,
Secretario de Estado.

Carta dirigida al general Francisco de Paula Santander




Carta dirigida al general Francisco de Paula Santander

Pativilca, 25 de febrero de 1824.
A S. E. AL GENERAL F. de P. SANTANDER
Mi querido general:
Nuevos apuros para Vd. y nuevos apuros para mí. Vd. ha tenido la satisfacción de manejar tan bien los negocios de Colombia que ha podido presentarla al mundo enteramente libre y enteramente tranquila. Yo no he tenido la misma suerte. Pasto combate con encarnizamiento, y el Perú ofrece un cuadro de horrores. Mi mala proclama dirá a Vd. una parte de estos horrores; el crimen personificado en diferentes formas y representando todas las pasiones, ha cavado a mis pies un inmenso abismo de maldades que me rodea por todas partes y me aísla en medio del Perú. ¿Podrá Vd. creer que es ésta la situación maestra de mi vida? Pues no se debe dudar. Si salgo bien de ella podré tomar con justicia el epíteto de fausto que se tomó Sila.
Todos los aliados han cometido defecciones o traiciones. Ultimamente se ha descubierto una traición del mismo gobierno del Perú que hemos favorecido, como lo verá Vd. por la carta de Canterac dirigida a un amigo de Torre Tagle, en que habla expresamente del proyecto de éste de entregar el país a sus enemigos, el que está nombrado por las dos iniciales T. T. Yo he mandado prender a los de la facción, que son bien conocidos, y será el primer acto de justicia que haga en el Perú, pues hasta ahora no he sido más que un simple majadero. En adelante no puedo serlo porque un grande interés me obliga a emplear el rigor en beneficio de Colombia y del Perú. Estamos vendidos y no podemos abandonar este país sin un gran riesgo de perderlo todo. El suceso de Puerto Cabello me alienta a esperar los refuerzos de Colombia: si me vienen a tiempo podemos triunfar, pero si no vienen espere Vd. mayores desastres.
Observe Vd. lo que dice Canterac al terminar su carta de que siempre serán españoles, gane quien ganare. La decisión de estos godos ha sido siempre por la guerra; como todos los españoles, tenaces por la tiranía y por la injusticia, sin tener este carácter para sostener los principios liberales. La guerra, pues, es el partido que nos dejan; yo creo que en el día nos es conveniente para emplear en ella, y a costa ajena, nuestro ejército, después que se ha tomado a Puerto Cabello. Después llevaremos allá cuerpos aguerridos y compuestos de un modo conveniente a nuestra situación política. A más no poder digamos: no hay mal que por bien no venga. Vd. sabe que todos nuestros bienes nos han venido del exceso de nuestros males; así debemos animarnos a nuevos sacrificios con esperanzas de mejoras. Pero estas mejoras no se ganan sino a costa de sangre y de dinero. Por mi parte, estoy resuelto a hacerlo todo, y quiera Dios que Vd. se anime a hacer otro tanto.
La carta de Canterac está escrita antes del suceso del Callao, pero para esta hora (*) el señor Canterac está en marcha para Lima y lo esperan del 26 al 28, y, en mi opinión, demasiado ha tardado, lo que nos ha servido de algo para salvar algunos objetos y algunas tropas; si es que no lo perdemos todo al salir de Lima.
Me parece que ya será superfluo repetir el cuadro lamentable a que nos hallamos reducidos por falta de recursos. El Callao se ha perdido por falta de víveres, y plata para la tropa; el Perú se acabará de perder por la misma causa, y el Sur de Colombia no puede resistir 12.000 ó 14.000 hombres que necesitamos para resistir a los enemigos. ¡Por Dios! póngase Vd. en mi lugar.
La marina de Colombia y del Perú nos cuesta más de lo que valemos, porque son ingleses los oficiales y marineros, y porque ganan de 18 a 20 pesos los de última clase, mantenidos a la inglesa, y costando todo tres veces más caro que en Inglaterra. Agregue Vd. que tres o cuatro provincias de Colombia y del Perú no pueden hacer la guerra solas, manteniendo a la vez gobiernos, ejércitos y marina. La guerra de Pasto sola consume más de lo que da el departamento de Quito. Quiere decir que Guayaquil y Trujillo han de hacer milagros. A Vd. le ha parecido asombroso el miserable gasto de 3 a 4.000 hombres enviados a Panamá, hecho por todas las provincias de Colombia. Quiero saber cuál será el valor de 16 ó 18.000 hombres traídos al Perú la mayor parte desde el Istmo, y hecho este gasto por solas dos provincias y con la diferencia que en este mar se gastan para venir, meses como días en el mar del Norte para ir a Chagres; y con la diferencia que nos están haciendo perder los víveres y multiplicando el tiempo a los buques fletados por los crueles retardos de las tales tropas. El intendente del Istmo no da nada y pide dinero como se le ha mandado; se queda con los buenos fusiles y manda los malos, y lo mismo hace con los hombres, porque él es muy bueno y muy amable a costa ajena. Que todos se hagan la misma cuenta y pronto veremos en qué para Colombia.
Supongo que el coronel Ibarra estará embarcando las tropas que estaban en Valencia y Caracas, y también supongo que las del Magdalena y Zulia estarán ya en el Istmo. Y si estas suposiciones salen falsas mando retirar al general Sucre con el ejército de Colombia, y yo me voy a los infiernos. También digo que si no vienen 1.000 hombres de buena caballería nada hemos hecho, porque los godos tienen 2.500 caballos, y nosotros tenemos el pico; pues aunque hay 800 más son de Bochalema. Los "Guías" están en Pasto y aquí tenemos solamente los Lanceros que fueron de Rondón y los Húsares de Silva; en muy buen estado y capaces de derrotar doble número; pero no un quíntuplo, como Vd. puede imaginar fácilmente, a menos que repitamos los antiguos milagros de Maturín, San Mateo y Boyacá. En este caso no necesitamos de auxilio ninguno, porque tenemos más que suficiente tropa para hacer el último milagro.
Yo estoy aquí esperando la caída de Lima para irme a Trujillo a establecer allí mi gobierno ambulante, y acordarme de Guayana pero sin el Orinoco; porque si tuviéramos un Orinoco o un Apure inundado me echarla a dormir hasta que vinieran noticias de Colombia de que ya venían mis demandas de los 10.000 hombres, de los dos millones de pesos y de los objetos para la escuadrilla. Esto lo digo por si se hubiesen perdido mis cartas, porque no lo creo a Vd. sordo ni ciego para no haber visto mis quinientas cartas sobre esta materia.
Ya Vd. sabrá que no mandé comisión a Méjico a pedir los auxilios que había dicho a Vd. antes; ahora mando una a Guatemala a pedir doscientos mil pesos, y 2 ó 3.000 hombres de refuerzo: si los mandan, bien, y si no, no hemos perdido más que el trabajo, que no es mucho.
Mando a Vd. varias cartas que he tomado al acaso para que se informe de algunas noticias buenas o malas que me sería muy fastidioso repetir y aun difícil, porque no se retiene todo lo que se lee. Vea Vd. si se puede hacer algo contra la Habana.
No haga Vd. caso de algunas exageraciones favorables que encuentre en estas cartas, porque son dictadas más por el deseo de parecer bien que de otra cosa. Vd. no crea más que a mí, que soy buen oráculo en materias colombianas.
He sabido el nombramiento de comisionados y cónsules ingleses para Colombia y la América entera; esto es bueno proforma en un gabinete o en un estrado, mas no creo llegue al campo este beneficio, a menos que todo cambie; mas tampoco temo nada de los aliados; todos quedaremos quedos, como hasta el presente en que haya otra diplomacia efectiva que la bayoneta y la lanza. Parece que todos los hombres han dejado abandonada la causa de América al Juicio de Dios que es el más eficaz de todos los juicios, porque suele ser sin remisión.
No acabaré este carta sin decir a Vd. que Pasto necesita de 3.000 hombres de Antioquia, Chocó, Mariquita, y Cauca; pero que marchen por Almaguer, y bien mandados para que no los derroten como ya tienen de costumbre los señores pastusos. En este caso, yo me contentaré con que Vd. me mande por el Istmo 7.000 hombres compuestos de 1.000 caballos y 6.000 infantes; pero que vengan armados y equipados, o por lo menos, para no retardar sus marchas, que vengan los equipos separados.
Podría Vd. mandar comprar a cuenta de derechos o de otro modo, a Cartagena, Santa Marta o Jamaica, ropa, armamento y otras cosas y mandarlo al Istmo para nuestro ejército del Sur. Debiendo Vd. tener presente que todo eso por allá vale la mitad menos que acá, y que por acá ya no hay más que deuda y más deuda, (**) crimen, más crimen, traición y más traición. Y con esto, adiós, de Vd. de corazón.
BOLIVAR.
P.D. – Pronto tendrán los godos una escuadra mejor que la nuestra, y entonces, adiós del Sur.
(*) El original dice "obra".

SIMÓN BOLÍVAR: ENSAYO DE UNA INTERPRETACIÓN BIOGRÁFICA A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS Tomás Polanco Alcántara



SIMÓN BOLÍVAR: ENSAYO DE UNA INTERPRETACIÓN BIOGRÁFICA A
TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS
Tomás Polanco Alcántara
Por su parte, Carlos, al contestar, pone de manifiesto su actitud ante el sobrino: "El
Simón ha gastado infinito en su viaje superfluamente y así es necesario contenerlo como
te he dicho, lo uno porque se enseñará gastar sin regla ni economía y lo otro porque ni
tiene tanto caudal como se imagina él... "," ...es necesario hablarle gordo o ponerlo en
un colegio si no se porta con aquel juicio y aplicación que es debido..." y a esas
previsiones, que hasta podrían estar justificadas, añade: "Creo no habrás olvidado el
asunto de la casa en que vivo para que le tomes a Simón un papel firmado por si
variasen las cosas y también para el caso de que fallezca para que me redima de la
dación de cuentas, que le tomarás por triplicado. . . "(26)
De ese modo el "amoroso tío" quería librarse de rendir cuentas si el sobrino fallecía.
Después, el sobrino y el tío tendrán graves diferencias por esas cuentas.
Citas:
1.- El Almirante Alcalá Galiano (1762-1805), padre del Ministro y político Antonio Alcalá
Galiano, fue un eminente marino, que alcanzó nombradía por sus viajes y trabajos
técnicos. Murió en la Batalla de Trafalgar. En el Capítulo Tercero de la Primera Sección
de la Tercera Parte se alude a la actividad de Alcalá Galiano hijo.
2.-Sobre Esteban Escobar puede verse la carta que dirigió al Rey, desde Caracas, el 8
de enero de 1798, posiblemente por causa de su viaje a España y en la cual solicitaba
entrada al Colegio Militar de Segovia. LECUNA, Catálogo..., I-95. Escobar aparece,
desde 1810, en repetidas menciones de la Gaceta de Caracas, como residente en la
zona de La Guaira y vinculada a la causa realista. La última referencia a su persona es
la de haber actuado como Regidor, en 1820, en el Ayuntamiento Constitucional, que se
reunió en La Guaira, el 6 de noviembre de 1620, para pedir al Rey la continuación de
Don Pablo Morillo en sus funciones. Gaceta de Caracas, número 17 del miércoles 22 de
noviembre de 1820, Reedición de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1985,
Volumen IX, página 85. Las citas posteriores de la Gaceta de Caracas estarán referidas
a esa edición e indicarán el número y fecha y cuando sea necesario el volumen de la
reedición y página.
3.-RAFAEL FUENTES CARVALLO, El Navío San Ildefonso, Publicaciones de la
Embajada de Venezuela, Madrid, 1974.
4.-En el Capitulo Segundo de la Segunda Parte mencionaremos que durante la Batalla
de Trafalgar, el San Ildefonso estuvo bajo el mando del Capitán don Domingo de
Monteverde, cuya actuación personal y política allí se comenta.
5.-LECUNA, I-1-13.
6.-El Ilustrísimo señor Juan Antonio de la Virgen Viana (1745-1800) fue Obispo de
Venezuela entre 1792 y 1798. Perteneció a la Orden de los Carmelitas Descalzos. El
año 1798 la Santa Sede lo trasladó a la Diócesis de Almería. Era hermano del Conde
Tepa, a quien mencionaremos en el Capítulo Cuarto de esta Primera Parte. Parece
haber sido persona de mucha influencia en la vida de la Capitanía General venezolana.
Véase la entrada sobre él en el Diccionario de Historia de Venezuela, FUNDACION
POLAR, Tomo III, página 889, firmada Y.G. (Yraima Granados).
7.-La Comisión Editora de los Escritos del Libertador identifica a ese personaje como
funcionario de la Real Hacienda en Venezuela durante los años finales del siglo XVIII.
En 1795 fue nombrado Secretario del Real de Veracruz, en donde falleció en 1806. Su
estada en Venezuela explica por qué recibió tan amablemente al niño Bolívar. Escritos
del Libertador, tomo II, documento 2, página cinco. La colección Escritos del Libertador,
será citada en adelante con la palabra Escritos..., seguida de un número romano,
indicativo del tomo, separado por un guión del número que corresponde al documento y
por otro guión del que corresponde a la página del tomo.
Fuente: SIMÓN BOLÍVAR: ENSAYO DE UNA
INTERPRETACIÓN BIOGRÁFICA A
TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS
Tomás Polanco Alcántara

Lisonjeado el ejército de Yáñez



Simón Bolívar, libertador de Venezuela, y general en jefe de sus ejércitos
Lisonjeado el ejército de Yáñez con los sucesos parciales obtenidos en el Occidente por las tropas Españolas que mandaba Ceballos invadió la indefensa provincia de Barinas, y los pueblos de la de Caracas hasta Araure, donde estos dos principales corifeos de la tiranía, reunieron sus fuerzas con las cuales creían poder destruir todas las provincias de Venezuela. En efecto, la soledad espantosa que reina en los pueblos que ocuparon, las lágrimas de algunas pocas infelices mujeres por sus maridos, padres e hijos asesinados, y cuyos cadáveres se hallan atravesados hasta en los caminos públicos, descubren manifiestamente sus proyectos y que eran los de un exterminio general de los habitantes.
La Providencia irritada de tantos crímenes ha permitido que muchos perezcan al filo de la espada victoriosa de la justicia en los campos de Araure, y que sus restos miserables huyan de nuestro territorio, seguidos de la infamia y de la execración que merecen sus delitos.
Habitantes de Venezuela! Todos los soldados que sostenían a los opresores de Barinas y del Occidente han sido destruidos. La victoria de Araure que ha sepultado en la nada el más numeroso ejército, con que os han amenazado, ha hecho caer de las manos de los otros la espada que empuñaron los cobardes para su oprobio. La buena causa ha triunfado de la mala, y la justicia, la libertad y la paz empiezan a colmaros con sus dones.
Tenemos que lamentar entre tanto un mal el más sensible y es el de nuestros compatriotas, que se han prestado a ser el instrumento odioso de los malvados españoles. Dispuesto a tratarlos con indulgencia a pesar de sus crímenes, se obstinan no obstante en sus delirios, y los unos entregados al robo han establecido en los desiertos su residencia, y los otros huyen por los montes, prefiriendo esta suerte desesperada a volver al seno de sus hermanos, y al acogerse a la protección de un gobierno que trabaja por su bien.
Mis sentimientos de humanidad no han podido contemplar sin compasión el estado deplorable a que as habéis reducido, vosotros Americanos, demasiado fáciles en alistaros bajo las banderas de los asesinos de vuestros conciudadanos. El Gobierno legítimo de vuestra patria os abre por la última vez la puerta a la felicidad. Elegid, compatriotas, o venir a disfrutar de la libertad bajo el Gobierno independiente, o espirar de miseria en los bosques o víctimas de una justa persecución.
Yo os empeño mi palabra de honor de olvidar todos vuestros pasados delitos, si en el término de un mes os restituís a vuestros hogares. Bajo esta salvaguardia, sagrada para mi, podréis gozar tranquilos de los bienes que os ofrece vuestra patria y podréis después aspirar por una buena conducta y útiles servicios a las consideraciones del Gobierno. Si alguno de vosotros resiste aún esta vía para entrar en el orden, es menester que sea un monstruo indigno de toda generosidad, y debe ser abandonado a la venganza de las leyes. Por lo tanto he venido en decretar y decreto lo siguiente:
1°-Todo americano que se presente al juez de su pueblo u otra cualquiera autoridad pública, en el término de un mes será admitido, y no se le perseguirá en manera alguna por haber servido en el ejército español o por haberse. alistado en las cuadrillas de salteadores.
2°-Tendrá este indulto toda fuerza por un mes, contado desde el día en que se publicare en cada pueblo. Pasado este término no será de ningún valor, a vio ser que pruebe el que se presentare, que no ha podido realizarlo antes, impedido por dificultades invencibles.
3°-Se publicará este indulto, imprimirá y circulará y registrará en el libro correspondiente.
Dado en el cuartel general de San Carlos, firmado de A mano y refrendado del infrascrito secretario de estado y del despacho de gracia y justicia, a 7 de diciembre de 1813, 3° de la República y 1° de la Guerra a Muerte.
SIMÓN BOLÍVAR.
Rafael D. Mérida.
Valencia. Imprenta del Gobierno.
convento de religiosos franciscanos

sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...