Caracas, 10 de agosto de 1813.
ILLMO. SEÑOR ARZOBISPO DE ESTA ARQUIDIOCESIS.
Illmo. señor
La marcha alevosa y destructora del intruso gobierno español
ha reducido un país floreciente (y que el Ser Supremo no ha condenado a una
eterna dependencia de la España )
a un exterminio lamentable y desconocido, que el deber y la autoridad del jefe
de Venezuela tratan de reparar por las más eficaces y enérgicas providencias.
Instruido por una experiencia cruel he descubierto que las contemporizaciones y
la impunidad en tiempo de la primera junta suprema y de los poderes ejecutivos
dieron audacia a los conspiradores y a los enemigos y lo que es más asombroso
aquellas autoridades toleraron sin sofocarlos los incentivos que en el
confesionario se suministraron a la guerra sorda que al fin aniquiló nuestra
independencia.
El general en jefe después de haber restablecido la
república ha empleado y sostendrá en sus resoluciones aquel carácter fuerte que
aterre a tan pérfidos maquinadores, que mantenga en el respeto debido a todos
los súbditos del gobierno y que infunda en las demás naciones la decorosa
consideración a que es acreedor el pabellón de una república civilizada y
triunfante.
No es ya el tiempo de burlar las disposiciones gubernativas,
y todo el peso de la ley caerá sobre los infractores. En consecuencia animando
a las órdenes de V. S. Illma. el mismo espíritu, intime V. S. Illma. bajo las
penas del resorte de su autoridad a todos los párrocos, predicadores y
confesores de la arquidiócesis expliquen semanalmente los justos principios de
la emancipación americana, persuadan la obligación de abrazarla y defenderla al
precio de los intereses y de la vida, precavan a los sencillos contra la
seducción y los conatos de los perturbadores, y que sobre todo presten cuantos
existen bajo la protección del gobierno, la correspondiente cooperación a sus
miras.
El confesionario que está sustraído por su sigilo a las
inquisiciones públicas es el que principalmente debe ocupar las reformas de V.
S. Illma., y parece que con la mayor eficacia impediría el abusar de este
sagrado ministerio, que V. S. Illma. dispusiese, que aquél que en semejante
acto tratase de extraviar la opinión política que sostiene el presente
gobierno, por el mismo hecho se considere suspenso de sus funciones.
Dios guarde a V. S. Illma. muchos años.
S. I.
SIMON BOLIVAR
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