Ciudadanos de Cundinamarca!
17 de diciembre de 1814
Simón Bolívar, general en jefe del ejército de
la unión
Ciudadanos de Cundinamarca!
La guerra os ha traído la paz, de que
carecíais desde que la discordia civil desgarra vuestro seno, por brazos que
debían enlazarse, para estrechar vuestra unión fraternal, y elevar el naciente
edificio de vuestra libertad. Sí, la guerra os ha reunido, y os ha vuelto a
formar la gran familia, que descarriada, dispersa y encontrada, presentaba al
mundo un cuadro espantoso de escándalo y fratricidio.
Granadinos: aunque la guerra es el compendio
de todos los males, la tiranía es el compendio de todas las guerras. Así los
sacrificios que acabamos de consagrar a la obtención de la paz, son muy
inferiores a los que debemos a la adquisición de la libertad, que es la única
paz sólida y estable para corazones republicanos, que no ven en el reposo de la
esclavitud sino un verdadero estado de muerte. Vosotros parecíais tranquilos y
estabais agitados por los furores de la discordia: no sentíais el ruido de las
armas, pero sufríais los tormentos de una cruel división, que os privaba de la
gloria de hacer esfuerzos simultáneos y acordes, que os habrían puesto en
posesión del triunfo de vuestros tiranos, si no hubiesen sido impotentes, porque
eran parciales. Armas que debían emplearse contra el común enemigo; gobiernos
que debían dirigirse a un objeto sólo: hombres que cooperaban por caminos
opuestos; todo presentaba el aspecto de un cuerpo cuyos miembros desprendidos
de la cabeza y despedazándose entre si, se chocaban por reunirse.
Cuando no nos quedaba otro partido de salud,
combatimos, mas siempre ofreciendo la paz; exponiendo nuestros pechos, mas bien
que disparando nuestras armas, ;contienda singular en que el invasor sufría las
heridas que la resistencia de su-contrario le forzaba a abrir! Nuestro objeto
era desarmarlo y no rendirlo; el prisionero era nuestro amigo, los hogares de
nuestros enemigos eran asilos inviolables; y el soldado veía con respeto y
ternura como a su padre, esposa o hijo, al anciano, a la virgen y al infante.
Reducidos los sitiados a la última extremidad,
y obtinados en perecer por el prestigio de un error involuntario, entonces les
presenté la paz, la unión; les ofrecí el honor, la vida y la fortuna; les abro
mis brazos, y mis soldados, derramando lágrimas cordiales por la sangre vertida
de las heridas de sus armas, son sus defensores. Se lamentan de una victoria
que les ha hecho triunfar de los hermanos de sus libertadores. Reciben con
horror aplausos dignos de su valor, bien que fatales a los hijos de la América : en fin, ellos
deploran la suerte que les ha hecho vencer a sus amigos. Pero su pesar se
alivia al ver parecer la oliva de paz, que ofrece la concordia entre los
ciudadanos, la abundancia en los campos, el orden en las ciudades, y el imperio
de las leyes en toda la república.
Compañeros y amigos: que una espesa tiniebla
encierre para siempre los monumentos de una guerra que será nuestro oprobio en
las generaciones futuras, si la fama trasmite a nuestros descendientes, que los
que nacieron en el hemisferio de Colombia han vuelto sus arenas contra si
mismos, y han dado la muerte a hombres que consagrando su vida a la libertad,
han sido los destructores de los tiranos de la Nueva Granada y
Venezuela. Olvidemos que un momento hemos podido ser enemigos: olvidemos que
nuestras manos están teñidas de nuestra propia sangre: olvidemos. que nuestro
furor nos ha hecho clavar el puñal en el corazón dé la Patria.
Cuartel General Libertador en Santa Fe,
diciembre 17 de 1814.
SIMÓN BOLÍVAR
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