Discursos y proclamas
Discurso del jefe supremo en la sesión del
consejo de estado
19 de octubre de 1818
Señores del Consejo de Estado:
Llamado por mi deber al campo del honor no
puedo separarme de la Capital
sin consultar antes el dictamen del Consejo de Estado. Con 1a, mayor
satisfacción presento a V. E. el tenor de los Decretos que últimamente se han
expedido: revisados, modificados y corregidos por la sabiduría del Consejo
pueden alcanzar su perfección. El Consejo de Estado por su institución goza de
una gran parte de las atribuciones del Poder Legislativo, y es de su obligación
ejercerlas a beneficio de la
República.
Me lisonjeo al abrir la presente campaña que
las armas de Venezuela, conservado su antigua gloria, adquirirán nuevas
ventajas, y completarán el restablecimiento de la República. La sangre
de centenares de millares de hombres no se habrá derramado en sus campos sin
lavar las Manchas de la tiranía. La libertad de Venezuela a despecho de todo el
poder español, parece infalible. Las armas del Rey humilladas en tantos
sangrientos y gloriosos combates, han perdido todos los prestigios que las
hacían formidables: su número se ha disminuido considerablemente, y su moral ha
decaído en tanto grado que han perdido toda confianza, y ninguna esperanza las
anima. Nuestro ejército ha recibido lo que siempre le ha faltado, armas,
municiones; y se ha equipado tan completamente cuanto era de apetecer.
Extranjeros liberales, y sobre todo, bravos
Ingleses sedientos de una gloria benéfica, se han incorporado en nuestras
tropas. Por todas partes hemos experimentado los favores de la Providencia : los
amigos de la justicia, de la humanidad, y del comercio han enviado desde países
remotos, auxilios a Venezuela. Con estos auxilios, todas nuestras divisiones se
han aumentado hasta un pie de fuerza que, cada una puede obrar por su parte. El
enemigo será atacado simultáneamente sobre todos los puntos que ocupa; y si la
suerte nos concede la victoria, como todo lo promete, muy pronto llegará el
dichoso día, en que veamos nuestro Territorio libre de tiranos y restablecido
en toda su perfección el gobierno de la República.
Animado de tan halagüeñas esperanzas yo me
apresuro a proponer al Consejo de Estado la convocación del Congreso de
Venezuela. Y aunque el momento no ha llegado en que nuestra afligida Patria
goce de la tranquilidad que se requiere para deliberar con inteligencia y
acierto, podemos, sin embargo, anticipar todos los pasos que aceleren la marcha
de la restauración de nuestras instituciones republicanas. Por ardua que
parezca esta empresa, no deben detenernos los obstáculos: otros infinitamente
mayores hemos superado; y nada parece imposible para hombres que lo han
sacrificado todo por conseguir la Libertad. En tanto que nuestros guerreros
combaten, que nuestros ciudadanos pacíficos ejerzan las augustas funciones de
la soberanía. Todos debemos ocuparnos en la salud de la República ; como debemos
desear que todos a la vez la consigamos. No basta que nuestros ejércitos sean
victoriosos: no basta que los enemigos desaparezcan de nuestro territorio, ni
que el mundo entero reconozca nuestra Independencia; necesitamos aún más, ser
libres bajo los auspicios de leyes liberales, emanadas de la fuente más
sagrada, que es, la voluntad del pueblo.
Yo he convocado a V. E. para que delibere
sobre los saludables objetos que tengo el honor de ofrecer a su consideración,
y llamo muy particularmente la atención del Consejo sobre la inmediata
convocación del Congreso Nacional, yo no me he atrevido a resolverla sin oír su
dictamen, no sintiéndome capaz de tomar sobre mi solo la responsabilidad, o el
mérito de tan importante medida.
El Consejo, si lo juzga conveniente, puede
nombrar una comisión especial, encargada de la formación del proyecto y modo de
llevar a efecto las elecciones populares.
El Consejo de Gobierno vuelve a llenar las
funciones de su instituto; y quedará reinstalado el mismo día de mi partida.
Yo invito las secciones del Consejo de Estado
a que revisen con la más escrupulosa atención los decretos ya expedidos; y
recibiré con toda la consideración y docilidad debidas cuantas observaciones,
adiciones y representaciones el Consejo conceptúe conveniente hacerme, sobre
cualesquiera de los ramos que abraza, la esfera de sus alcances.
Publicado en el Correo del Orinoco N, 1°, del
10 de octubre de 1818. Hemos preferido la versión original, existente en el
Archivo del Libertador.
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