SIMÓN BOLÍVAR: ENSAYO DE UNA
INTERPRETACIÓN BIOGRÁFICA A
TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS
La evolución de la salud de doña Concepción no era satisfactoria. Sabemos que en la
carta para Esteban, que se acaba de citar, ella le decía: "estoy ya buena y me parece
que del todo gracias a Dios''.. Para esa fecha, a pesar de tales afirmaciones según los
indicios que se conocen, su estado era muy grave, aunque parecía haber mejorado algo,
quizá por haber pasado una temporada en su finca de San Mateo.
Estaba en cuenta de que su muerte no tardaría. Por eso se sintió en la necesidad de
otorgar testamento.. Quiso hacerlo por medio de apoderado, convencida como estaba
de que no le era posible personalmente y así dijo que 'estando como estoy enferma en
cama en achaque grave que Dios Nuestro Señor se ha servido darme" y por "la
aceleración de mi accidente y su gravedad" no creía tener tiempo para expresar por sí
misma esa manifestación testamentaria..
Nunca cedió su ánimo, como lo muestran tanto la tenacidad de su conducta como la
continua acción que se desprende de los documentos.
Se agravó el día de San Pedro (29 de junio de 1792) en tal forma que "acometió el
término de su enfermedad arrojando mucha sangre por la boca, continuando su
gravedad hasta esta mañana (6 de julio de 1792), a las 11,30 que fue Dios servido
llevársela"(23).
Fue una persona querida por sus familiares. Así puede verse de las expresiones que,
con respecto a ella, aparecen en diversas cartas. Muestra de esos sentimientos la
manifestará su pariente político, don Francisco José Bernal, diciendo: "creo que había
muy pocos que la conocieron que no hayan sentido aflicción por su alma generosa" (24).
Esta mujer merece un homenaje especial. Casada a los 14 años y viuda a los 28, con
cuatro hijos menores, tuvo que seguir juicios y discusiones administrativas, ocuparse de
propiedades, manejar construcciones y educar a sus hijos, sin fallar, sin decaer en el
espíritu, enferma y casi sola, con su padre anciano y también enfermo, apoyada en unos
hermanos que no le serian del todo útiles.
A los nueve años el niño Simón Bolívar quedó sin padre ni madre, dueño de una
importante fortuna, con dos hermanas mayores, María Antonia y Juana y un hermano,
Juan Vicente.
Esa fortuna ascendía al equivalente de ocho millones de dólares, según cálculos hechos
sobre la base del valor, año 1976, de los bienes que aparecen de los testamentos
materno y paterno (25). Era necesario pensar en nuevos rumbos.
Doña Concepción en su testamento dispuso que, al ella morir, sus hijos estarían bajo la
tutela del abuelo don Feliciano.. Este, cuando asumió el cargo de tutor se sentía tan
enfermo que apreció conveniente hacer testamento. Lo otorgó el 18 de agosto de 1792 y
en ese documento manifestó haber considerado que, antes de designar a sus nietos los
tutores sustitutos, era conveniente consultar la opinión de éstos.
Explica don Feliciano que a Simón, quien debía quedar "al abrigo" de la casa del abuelo, se le buscaría persona "de su inclinación, que cuide con esmero de su persona y de sus bienes". Esa persona, escogida por el niño y aceptada por el abuelo, fue el tío Esteban quien, en su ausencia, debía ser sustituido por su hermano Carlos Palacios y Sojo Blanco. No era ilógico que el niño mencionara al tío Esteban como su preferido para la tutela (26).
Don Feliciano falleció en diciembre de 1793. Dispuso que sus hijas Josefa y María
Ignacia "que habían visto a su sobrino Simón como hijo suyos" continuasen
temporalmente la labor de atenderlo con sus criados y criadas "para su servicio y prolijo
cuidado"(27).. Josefa, de las dos, fue la que prestó al niño mayor atención hasta el
momento de llevarlo a la casa de su tutor.
Muertos sus padres y el abuelo y ausente Esteban, ¿qué pasaría con el niño y su tutor?
En la lista de los alumnos de la Escuela Pública de Caracas, que aparece en el Acta del
Ayuntamiento de la ciudad y correspondiente al día 10 de julio de 1793, se indica que
entre esos alumnos estaba "el discípulo Simón; su padre Juan Vicente Bolívar y su
madre Doña Concepción Palacios".. Su pago, ocho reales (28). La inscripción del niño
en esa Escuela fue, necesariamente, decidida por su abuelo como la única persona que
en ese tiempo pudo haberlo hecho.
La Escuela Pública de Caracas era un organismo oficial que inicialmente había
dependido de la Municipalidad, luego de la llamada "Junta de Temporalidades", que
administraba los bienes confiscados a la Compañía de Jesús y por último, desde el 27
de septiembre de 1788, volvió a ser asumida por el Cabildo de Caracas..
No tenía un reglamento específico y todos los intentos hechos para organizarla
fracasaron.. Su primer Director fue don Guillermo Peigrón (29). Al nombrarlo la
Municipalidad lo facultó para que "usando la prudencia y suavidad posible instruya a la
puericia e infancia con el mayor cuidado en primeras letras, latinidad y elocuencia"..
La Escuela Pública se componía de dos planteles, uno de "primeras letras" y otro de
latinidad.. Había en ella un "maestro principal" y maestros "subalternos".
La Escuela de "primeras letras" enseñaba la doctrina cristiana, la lectura, la escritura y la aritmética.. La "doctrina", mediante el aprendizaje de oraciones; la "lectura", con el
conocimiento del alfabeto letra por letra, luego de sílabas y después de palabras y de
frases hasta lograr la lectura "corrida"; la "escritura" se enseñaba haciendo copiar letras,
sílabas y palabras y la "aritmética" por el conocimiento de las cuatro reglas. Hasta allí
llegaba el proceso educativo (30).
Fuente: SIMÓN BOLÍVAR: ENSAYO DE UNA
INTERPRETACIÓN BIOGRÁFICA A
TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS
Tomás Polanco Alcántara