Magdalena, 8 de febrero de 1826. A s. E. el general F. de P. Santander.

Magdalena, 8 de febrero de 1826.
A s. E. el general F. de P. Santander.
Mi querido general:
Ayer, al poner pie en tierra, fui saludado con la capitulación del Callao, que ignoraba por estar en marcha a esta ciudad. El general Salom ha instruido a Vd. detalladamente de todo lo que conocieron en este suceso, (*) que, por cierto, es muy importante, hará mucho ruido, y puede ser de mucho peso en Europa. El Perú está pues enteramente libre, y ni un solo español existe en toda esta vasta extensión.
Mi principal y casi único objeto al venir a esta capital ha sido asistir a la instalación del congreso general de esta república convocado para el 10 de febrero. Yo creo que no se instalará el día señalado, por que aun no se han reunido todos los diputados, pero no dejará de hacerse en todo este mes de febrero. Como acabo de llegar no conozco sino a uno que otro diputado, y, por lo mismo, no puedo decir con certeza cuáles serán sus opiniones, mas estoy seguro de que serán adictos, en la mayor parte, a mí, es decir, al orden y a la América. Aguardaremos a que se reúna y veremos lo que pueda hacerse en bien de este país que va a principiar una nueva carrera, y establecer su suerte futura.
Tengo a la vista las cartas de Vd. del 21 de noviembre y 6 de diciembre, y me ha causado una impresión ciertamente muy agradable, ver el modo con que Vds. han aplaudido a Bolivia. Aún no he leído el artículo de la Gaceta, de que Vd. me habla, pero supongo que será tal cual debe ser, y me adelanto a darle las gracias. Las observaciones que Vd. me hace sobre este nuevo nacimiento, son muy dignas de Vd., y cuántas más podrían hacerse. Sucre ha quedado en aquellas provincias con todas mis facultades y encargado de gobernarlas hasta que se establezca otro nuevo orden de cosas.
BOLÍVAR

P.D. - Dígale Vd. a Revenga que tengo a la vista su última correspondencia del 6 y 21 de noviembre, que, a la verdad, son de un inmenso interés. Apenas las he leído porque tal es el bullicio de gentes, que nada puedo leer detenidamente, y como no quiero detener el correo me reservo para el siguiente.

CARTA DE JAMAICA - SIMÓN BOLÍVAR- Parte 2

CARTA DE JAMAICA - SIMÓN BOLÍVAR Parte 2
Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos desconfiar de la fortuna. En unas partes triunfan los independientes, mientras que los tiranos en lugares diferentes, obtienen sus ventajas, ¿cuál es el resultado final? ¿No está el Nuevo Mundo entero, conmovido y armado para su defensa? Echemos una ojeada y observaremos una lucha simultánea en la misma extensión de este hemisferio.
El belicoso Estado de las Provincias del Río de la Plata ha purgado su territorio y conducido sus armas vencedoras al Alto Perú, conmoviendo a Arequipa, e inquietando a los realistas de Lima. Cerca de un millón de habitantes disfruta allí de su libertad.
El reino de Chile, poblado de 800,000 almas, está lidiando contra sus enemigos que pretenden dominarlo; pero en vano, porque los que antes pusieron un término a sus conquistas, los indómitos y libres araucanos, son sus vecinos y compatriotas; y su ejemplo sublime es suficiente para probarles que el pueblo que ama su independencia, por fin lo logra.
El virreinato del Perú, cuya población asciende a millón y medio de habitantes, es sin duda el más sumiso y al que más sacrificios se le han arrancado para la causa del rey; y bien que sean varias las relaciones concernientes a aquella porción de América, es indubitable que ni está tranquila, ni es capaz de oponerse al torrente que amenaza a las más de sus provincias.
La Nueva Granada, que es, por decirlo así, el corazón de la América, obedece a un gobierno general, esceptuando el reino de Quito que con la mayor dificultad contienen a sus enemigos, por ser fuertemente adicto a la causa de su patria, y las provincias de Panamá y Santa
Marta que sugren, no sin dolor, la tiranía de sus señores. Dos millones y medio de habitantes están esparcidos en aquel territorio que actualmente defienden contra el ejército español bajo el general Morillo, que es verosímil sucumba delante de la inexpugnable plaza de Cartagena.
Mas si la tomare será a costa de grandes pérdidas, y desde luego care cerá de fuerzas bastantes para subyugar a los morígeros y bravos moradores del interior.
En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela, sus acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia y a una soledad espantosa, no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían el orgullo de la América. Sus tiranos gobiernan un desierto, y sólo oprimen a tristes restos que escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia: algunas mujeres, niños y ancianos son los que quedan. Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven combaten con furor en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o arrojar al mar a los que, insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva. Cerca de un millón de habitantes de contaba en Venezuela; y sin exageración se puede asegurar que una cuarta parte ha sido sacrificada por la tierra, la espada, el hambre, la peste, las peregrinaciones; excepto el terremoto, todos resultados de la guerra.
En Nueva España había en 1808, según nos refiere el barón de Humboldt, 7,800,000 almas con inclusión de Guatemala. Desde aquella época, la insurreción que ha agitado a casi todas sus provincias, ha hecho disminuir sensiblemente aquel cómputo que parece exacto; pues más de un millón de hombres han perecido, como lo podrá V. ver en la exposición de Mr. Walton que describe con fidelidad los sanguinarios crímenes cometidos en aquel opulento imperio. Allí la lucha se mantiene a fuerza de sacrificios humanos y de todas especies, pues nada ahorran los españoles con tal que logren someter a los que han tenido la desgracia de nacer en este suelo, que parece destinado a empaparse con la sangre de sus hijos. A pesar de todo, los mexicanos serán libres, porque han abrazado el partido de la patria, con la resolución de vengar a sus pasados, o seguirlos al sepulcro. Ya ellos dicen con Raynal: llegó el tiempo, en fin, de pagar a los españoles suplicios con suplicios y de ahogar a esa raza de exterminadores en su sangre o en el mar.
Fuente: CARTA DE JAMAICA - SIMON BOLIVAR

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Cuartel General en Andahuaylas, a 26 de septiembre de 1824 (Confidencial) Manuela mía:

Cuartel General en Andahuaylas, a 26 de septiembre de 1824 (Confidencial)
Manuela mía:
El 3 del próximo, deseo que te reportes con «Héctor», a fin de coordinar el asunto que nos preocupa. El coronel Salguero lleva los partes de la estrategia, para que Héctor vea la conveniencia de hacerlo en Huamanga frente al Condorcunga. El motivo: que todos los batallones sepan que el Libertador y Presidente está allí, con ellos, en su tienda de campaña, aunque «con tabardillo». El general Solom llegará en mi mula parda a fin de que se crea que soy yo.
Tú serás muy útil al lado de Héctor, pero es una recomendación para ti, y una orden de tu general en Jefe, de que te quedes pasiva ante el encuentro con el enemigo. Tu misión será la de «atenderme», entrando y saliendo de la tienda del Estado Mayor, y llevando viandas de agua para «refrescarme», al tiempo de que en cada salida llevas una orden mía (de los partes que estoy enviándote) a cada general. No desoigas mis consideraciones y mi preocupación por tu humanidad.
¡Te quiero viva! Muerta, yo muero.
Tuyo,

Fuente: Las más Hermosas cartas de Amor entre
Manuela y Simón acompañadas de los Diarios de Quito y Paita, así como de otros documentos
© Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia
Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República

Caracas - Venezuela, 2010

CARTA DE JAMAICA - SIMÓN BOLÍVAR Parte 1


CARTA DE JAMAICA - SIMÓN BOLÍVAR  Parte 1
Kingston, setiembre 6 de 1815
Muy señor mío:
Me apresuro a contestar la carta del 29 del mes pasado que V. me hizo el honor de dirigirme, y yo recibí con la mayor satisfacción.
Sensible, como debo, al interés que V. ha querido tomar por la suerte de mi patria, afligiéndose con ella por los tormentos que padece desde su descubrimiento hasta estos últimos períodos, por parte de sus destructores los españoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las solícitas demandas que V. me hace, sobre los objetos más importantes de la política americana. Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a la confianza con que V. me favorece, y el impedimento de satisfacerla, tanto por la falta de documentos y de libros, cuanto por los limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo.
En mi opinión es imposible responder a las preguntas con que V. me ha honrado. El mismo barón de Humboldt, con su univerdalidad de conocimientos teóricos y prácticos, apenas lo haría con exactitud, porque aunque una parte de la estadística y revolución de América es conocida, me atrevo a asegurar que la mayor está cubierta de tinieblas, y por consecuencia, sólo se pueden ofrecer conjeturas más o menos aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte futura, y a los verdaderos proyectos de los americanos; pues cuantas combinaciones suministra la historia de las naciones, de otras tantas es susceptible la nuestra por sus posiciones físicas, por las vicisitudes de la guerra, y por los cálculos de la política.
Como me conceptúo obligado a prestar atención a la apreciable carta de V., no menos que a sus filantrópicas miras, me animo a dirigir estas líneas, en las cuales ciertamente no hallará V. las ideas luminosas que desea, mas sí las ingenuas expresiones de mis pensamientos.
«Tres siglos ha, dice V., que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón.» Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades. El filantrópico obispo de Chiapa, el apóstol de la América, Las Casas, ha dejado a la posteridad una breve relación de ellas, extractada de las sumarias que siguieron en Sevilla a los conquistadores, con el testimonio de cuantas personas respetables había entonces en el Nuevo Mundo, y con los procesos mismos que los tiranos se hicieron entre sí; como consta por los más sublimes historiadores de aquel tiempo. Todos los imparciales han hecho justicia al celo, verdad y virtudes de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunció ante su gobierno y contemporáneos los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario.
¡Con cuánta emoción de gratitud leo el pasaje de la carta de V. en que me dice «que espera que los sucesos que siguieron entonces a las armas españolas, acompañen ahora a las de sus contrarios, los muy oprimidos americanos meridionales»! Yo tomo esta esperanza por una predicción, si la justicia decide las contiendas de los hombres. El suceso coronará nuestros esfuerzos; porque el destino de América se ha fijado irrevocablemente; el lazo que la unía a la España está cortado; la opinión era toda su fuerza; por ella se estrechaban mutuamente las partes de aquella inmensa monarquía; lo que antes las enlazaba ya las divide; más grande es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos separa de ella; menos difícil es unir los dos continentes, que reconciliar los espíritus de ambos países. El hábito a la obediencia; un comercio de intereses, de lueces, de religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno; no obstante que la inconducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía; o por mejor decir este apego forzado por el imperio de la dominación. Al presente sucede lo contrario; la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos; todo lo sufrimos de esa desnaturalización madrasta. El velo se ha rasgado; ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas; se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, la América combate con despecho; y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria.
Fuente: CARTA DE JAMAICA SIMON BOLIVAR
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SIMÓN BOLÍVAR Y LA GRAN COLOMBIA


SIMÓN BOLÍVAR Y LA GRAN COLOMBIA
Bolívar en Angostura y batalla de Boyacá
La consolidación del liderazgo supremo facilitó el control del Oriente venezolano y la instalación de Bolívar en Angostura , que trajo consigo el inevitable y largo enfrentamiento con las fuerzas expedicionarias del general español y la organización de los mecanismos elementales para que el Gobierno pudiese funcionar.
El desgaste del Ejército Español
Para entonces el Ejército Español ya se encontraba muy desgastado después de la larga campaña de reconquista realizada a lo largo de América y aunque el general Pablo Morillo era un comandante militar muy capaz que intentó por todos los medios paliar la situación, no pudo evitar que sus tropas iniciaran un lento pero inevitable declive debido a la falta de recursos y de refuerzos para cubrir las bajas que sufrían.
La instalación del Supremo Congreso de la República
Ya en 1818, la situación del Ejército Español en Venezuela se hizo insostenible y Morillo se vio obligado a retirar algunas de sus fuerzas de la Nueva Granada para intentar contener a Bolívar. Pero la situación política y militar era lo bastante buena como para pensar en la organización de un Estado y así fue como se instaló hacia el año 1819, el Supremo Congreso de la República.
INDEPENDENCIA
SE IMPULSA LA INDEPENDECIA
Después de liberar Guayana y Nueva Granada, Bolívar proclamó el 17 de Diciembre, en Angostura (actual Ciudad Bolívar ) su fundación. Los últimos contingentes realistas en Venezuela fueron derrotados en la histórica batalla de Carabobo el 24 de Junio de 1821 . El 28 de noviembre de ese mismo año, Panamá se independiza de España y voluntariamente se une al sueño de Bolívar firmando con España un pacto de no agresión.
Batalla de Ayacucho
La resistencia de España en el continente, terminó en Perú con la Batalla de Ayacucho el 9 de 1824 , en la que se consagró definitivamente como héroe Antonio José Sucre.
Todo el poderío español en el Virreinato de Nueva Granada y en Perú, quedó hundido bajo los golpes de tres hombres: Bolívar, Miranda y Sucre, y ; los tres venezolanos y fallecidos en diferentes circunstancias.
EL IDEAL DE LA GRAN COLOMBIA
●El territorio se divide en 3 departamentos: Cundinamarca (Bogotá), Venezuela (Caracas) y Quito (Quito)
●La Nueva Granada fue nombrada Cundinamarca con capital en Bogotá.
●Se crea la República de Colombia, gobernada por un presidente (Bolívar) y en su ausencia un vicepresidente (Francisco de Paula Santander)
En Agosto Bolívar continuara con su labor libertadora hacia a Ecuador y Perú.
●A Bolívar se le da el título de “Libertador” y su retrato se expondrá en el congreso bajo el lema de: “Bolívar, Libertador de Colombia y padre de la Patria”
Pero este ideal de unión latinoamericana no logró superar los diversos obstáculos que truncaron el sueño.....

Fuente: SIMÓN BOLÍVAR Y LA GRAN COLOMBIA

LA NEGRA HIPÓLITA, NODRIZA DEL LIBERTADOR II.- SU PAPEL DE NODRIZA


LA NEGRA HIPÓLITA, NODRIZA DEL LIBERTADOR
II.- SU PAPEL DE NODRIZA
El cuarto hijo del matrimonio formado por el coronel don Juan Vicente Bolívar y Ponte, y doña María de la Concepción Palacios y Blanco, nace en Caracas el 24 de julio de 1783. La madre es muy joven todavía (se había casado el primero de diciembre de 17734, ya para cumplir la edad de quince años por haber nacido el 9 de diciembre de 1758); sin embargo no puede amamantarlo pues se tiene que alejar del niño a la presentación de los síntomas de la grave enfermedad del pecho que años después la llevará a la tumba. Por unos pocos días el niño fue alimentado por la vecina y amiga de su madre, doña Inés Mancebo de Miyares5 (esposa de don Fernando Miyares González, quien después fue gobernador nombrado por el Rey para la Provincia de Maracaibo a principios del siglo XIX y, más tarde, Gobernador o Capitán General de Venezuela).
Pocos días después de nacido, se traerá desde San Mateo a una joven esclava negra que en esos días también había sido madre. Se trata de Hipólita, joven de unos veinte años rebosantes de buena salud, de agraciada estampa, alta, bien formada y ágil, con opulentos seños que desde entonces y hasta bien crecido alimentarán al niño Simón. Era de por sí una significativa distinción para una esclava el que le correspondiera amamantar a los hijos de sus amos. En el caso de Hipólita la situación es por demás singular porque le corresponderá suplir las faltas del padre y de la madre.
El 18 de enero de 1786, a los sesenta años de edad, muere el padre y queda huérfana esa familia de niños (María Antonia, 9 años; Juana, 7; Juan Vicente, 5; y Simón, 3 años), con una madre de precaria salud que sólo le sobrevivirá seis años, pues morirá en 1792 cuando contaba la edad de treinta y cuatro años6. De modo que antes de cumplir los nueve años,
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4 Según consta en el folio 200 del libro 8º de matrimonio de blancos llevado en la Catedral de 1746 a 1782.
5 Así lo recordará el Libertador, por ejemplo, en carta de agosto de 1813, desde Caracas, al coronel J. A. Pulido, Gobernador de Barinas, y también en carta al coronel J. Félix Blanco, Intendente del Orinoco, dirigida desde Caracas el 28 de junio de 1827.
6 Había nacido el 9 de diciembre de 1758 (hija de don Feliciano Palacios y Sojo, y doña Francisca Blanco y Herrera); y fallece, también en Caracas, a los primeros días del mes de julio de 1792.
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Simón había perdido a sus progenitores y tendrá que conformarse con el afecto maternal y la constante magnificencia de su esclava nodriza.
Hipólita no solamente hizo de madre alimentándolo, sino que como fiel y abnegada servidora de la familia se encargó completamente del niño dirigiendo y cuidando sus primeros pasos, enseñándole las primeras palabras, sustituyendo al padre y compensando los mimos que la madre enferma no podía prodigarle. Efectivamente, ella se consagró al pequeño
Simón exclusivamente y sobrepasa en su desempeño la responsabilidad que como nodriza le correspondía. Comprobación de ello es el reconocimiento que le hace Bolívar ya adulto cuando la llama madre y en carta dirigida a su hermana María Antonia refiriéndose a Hipólita expresa: “su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que ella”.
Después de la muerte de doña María de la Concepción, ese mismo año contraerán matrimonio las dos hermanas7: María Antonia con don Pablo Clemente y Palacios, el 22 de octubre de 1792; y dos meses más tarde, Juana con don Dionisio Palacios y Blanco. El niño Simón queda bajo la potestad y tutorías de su abuelo don Feliciano Palacios8 y de su tío
Carlos Palacios, y encargados de su educación en diferentes momentos
figuran9, principalmente, el Padre capuchino Francisco de Andujar, Licenciado Miguel José Sanz y don Simón Rodríguez. Pero la abnegada negra Hipólita siempre estará cumpliendo su papel, y evitará que sea mayor el trauma psicológico que pudo ocurrirle al niño al perder a sus padres en tan tierna edad. Se había ido a vivir con María Antonia y por eso el chico se fugaba de la casa de sus tutores y buscaba refugio en el hogar de su hermana mayor, donde encontraba las caricias y el regazo de su nodriza.
Disfrutaba las innumerables narraciones fantásticas y la protección y apoyo a sus infantiles travesuras.
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7 Los pretendientes eran sus primos hermanos: la madre de Pablo Clemente (doña María Petronila Palacios y Sojo) era tía abuela de María Antonia. Por su parte, el padre de Dionisio Palacios (don Bernabé Francisco Palacios y Gil de Arratia) era hermano del abuelo por vía materna de Juana. Por ello debieron solicitar y obtener las dispensas o autorizaciones formalmente otorgadas por las autoridades eclesiásticas.
8 Ya anciano y enfermo; antes de su fallecimiento en diciembre de 1798, designará para tutores de sus nietos a: don Juan Félix Palacios y Blanco para el primogénito (Juan Vicente), y para Simón el tío Esteban, pero como éste se hallaba en España, será el hermano don Carlos Palacios y Blanco.
9 También, entre quienes fueron sus maestros caraqueños, pueden citarse como educadores a: Carrasco y a Vides, en lecciones de escritura y de aritmética; a Fray Jesús Nazareno Zicardia, al presbítero José Antonio Negrete, profesor de Historia y de Religión; Guillermo Pelgrón, preceptor de Latinidad; y lecciones de Historia y de Geografía que le dio Andrés Bello.
Fuente: CARMELO PAIVA PALACIOS
LA NEGRA HIPÓLITA, NODRIZA DEL LIBERTADOR
EDICIONES LIBRERÍA ESTELAR

CARACAS, 2007.

Magdalena, 12 de mayo de 1826

Magdalena, 12 de mayo de 1826
A.s. E. El gran mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre
Mi querido general:
Incluyo a Vd. una carta que he dirigido al general Santander, para que se imponga más por ella del alarmante estado de cosas.
El señor Pando, que ha venido del Istmo, me asegura que Colombia está en un estado de no poder marchar, y que todo amenaza ruina: primero, por los partidos; segundo por hacienda; tercero, por la organización civil, que es lo más complicada y costosa; cuarto, porque las leyes son tantas que ahogan a la república. De suerte que en Quito están envidiando el estado del Perú, y Demarquet, que acaba de llegar, me ha confirmado esto con superabundancia de pruebas y una profusión de hechos que me han afligido sobremanera. Demarquet dice que Quito no se ha levantado contra el gobierno por respeto a mí, y porque me espera de un momento a otro. La municipalidad de Bogotá se queja de que ya no se puede soportar el peso de las leyes, porque son innumerables y contrarias al estado de las cosas. En Venezuela todo va peor, porque el ejército tiene un partido y el pueblo otro. Páez es aborrecido del pueblo en tanto que es jefe del ejército, y la pardocracia va ganando terreno en todo lo que pierden los demás partidos.
El congreso dividido: la cámara de representantes está por el pueblo y contra el gobierno, y pide que yo vaya. El senado, al contrario, por el gobierno y me permite que me quede.
El ministerio dividido: Castillo tiene perdida la república por su mala administración de hacienda y ha querido ser vicepresidente; por consiguiente, enemigo de Santander. Revenga dice que no lo quiere Santander, y por consiguiente, ha renunciado tres veces en una semana, y me encarga que predique la virtud.
 
Soublette está por Santander y contra Páez: me llama, y me dice que no debo ir, porque ellos están perdiendo lo que yo haga. Dice que la cámara de representantes está hecha un volcán juzgando a Páez, a Santander, a Hurtado y al empréstito.
El Vicepresidente me dice que tiene poco que comunicarme en su última carta; pero esta carta indica un disgusto sumo, pues no quiere encargarse mas de la vicepresidencia, aunque no sabía todavía, entonces, que lo habían nombrado de vicepresidente. Después fue nombrado el 15 de marzo por una gran mayoría de votos, y la carta de él del 21 no ha llegado, aunque debió haber venido en el correo del 8 del corriente.
En una palabra, Colombia presenta el cuadro más lamentable por una superabundancia de fuerza liberal mal empleada; y una sobriedad absoluta en el gobierno es el único remedio. Por esta consideración tengo que irme a Colombia dentro de dos o tres meses, y no espero, para ejecutar mi marcha, más que tener respuesta de Vd. a esta carta, y ver establecer aquí, por dos o tres meses, el nuevo consejo de gobierno, que voy a organizar con Santa Cruz de presidente; Unanúe, vicepresidente; Pando, secretario de estado; Larrea, de Hacienda y Heres, de guerra. Cada vez tengo más confianza en estos señores del consejo: ellos desean la reunión de las tres repúblicas en una federación más estrecha que la de los Estados Unidos, mandaba por mi como presidente. y por el vicepresidente de mi elección, que debe ser Vd.
Se está imprimiendo hoy mismo mi constitución boliviana: ésta debe servir para los estados en particular y para la federación en general, haciéndose aquellas variaciones que se crean necesarias. Vd. debe dar el ejemplo con Bolivia a esta federación, adoptando desde luego la constitución que ha recibido una perfección casi inesperable. Pando dice que es divina, que es la obra del genio y que es la perfección posible. Pando que es un hombre incapaz de adular, recto hasta ser inexorable, instruido y firme más que nada; por consiguiente, debemos creer la aprobación de Pando: él cree la constitución adaptable al gobierno de un estado y de muchos a la vez, por las variaciones del caso. Todos recibirán esta constitución como el arca de la alianza y como la transacción de la Europa con la América, del ejército con el pueblo, de la democracia con la aristocracia y del imperio con la república. Todos me dicen que mi constitución va a ser el gran móvil de nuestra reforma social.
Empéñese Vd. pues, con su congreso para que la acepte sin restricción alguna. Dígale Vd. a esos señores que su sabiduría en el primer congreso ha salvado la América, y que no la pierdan ahora por una negativa que sería terrible. Dígales más, que los pueblos aguerridos en la anarquía y veteranos en la revolución, están todos clamando por un imperio, porque nuestras reformas han probado su incapacidad para hacer el bien y su incompatibilidad con nuestros pueblos. El clero y el ejército están ligados contra los principios, porque el clero y el ejército están hollados por nuestras reformas; que mi vida es la esperanza y la vida de nuestras repúblicas, pero que se acuerden de Epaminondas, cuyos funerales fueron celebrados por Alejandro con la destrucción absoluta de Tebas; que muchos tiranos van a levantarse sobre mi sepulcro y que estos tiranos serán otros Silas, otros Marios que anegarán en sangre sus guerras civiles. Yo doy a los pueblos, que el ejército ha liberado, un código de salud que reúne la permanencia a la libertad, al grado más eminente que se conoce en el gobierno de los hombres; y que si aspiran a lo perfecto alcanzarán lo ruinoso.
El consejo de gobierno va a reconocer a Bolivia y a proponerle un pacto de unión, para que ese mismo pacto sirva a Colombia, donde yo lo haré adoptar.
La intención de este pacto será la más perfecta unidad posible bajo un forma federal. El gobierno de los estados particulares quedará al presidente y vicepresidente con sus cámaras, con todo lo relativo a la religión, justicia, administración civil, económica, y, en fin, todo lo que no sea relaciones exteriores, guerra y hacienda nacional. El gobierno general se compondrá de un presidente, vicepresidente y tres cámaras para manejar la hacienda nacional, la guerra y las relaciones exteriores. Cada departamento de las tres repúblicas mandará un diputado al gran congreso federal, y ellos se dividirán en las tres acciones correspondientes, teniendo cada sección un tercio de diputados de cada república. Estas tres cámaras, con el vicepresidente y los secretarios de estado (que serán escogidos éstos en toda la república) gobernarán la federación.
El Libertador, como jefe supremo, marchará cada año a visitar los departamentos de cada estado. La capital será un punto céntrico como Quito o Guayaquil, Colombia deberá dividirse en tres estados, Venezuela, Cundinamarca y Quito; uno tomará el nombre de Colombia, que probablemente será Cundinamarca; la federación llevará el nombre que se quiera, pero sería probable que fuese Boliviana. Habrá una bandera, un ejército y una nación sola. Heres dice que es mejor que haya dos naciones como Bolivia compuesta del Bajo y Alto Perú, y Colombia compuesta con sus partes constituyentes. Que yo sea el presidente de ambas naciones y haga lo mismo que con una. El consejo de gobierno quiere la reunión de las tres repúblicas, como he dicho antes, y Pando se inclina a uno y otro partido.
Por consiguiente, debemos dar el ejemplo de esta federación entre Bolivia y el Perú, y en marcha a Colombia yo veré lo que conviene más. Colombia no puede quedarse más en el estado en que está, porque todos quieren una variación, sea federal o sea imperial. Aquí se quiere lo mismo; y Bolivia no puede quedar en el estado en que está, pues el Río de la Plata, y el Emperador por su parte, al fin destruirán esa república. No hay otro partido que un ejército, una bandera y una nación en Colombia como en Bolivia. De otro modo los desórdenes serán tantos, que forzosamente pedirán un imperio, pues el ejército, el clero y la Europa lo quieren absolutamente;
De cualquier modo que sea, creo indispensable el que se dé principio a este plan por Bolivia y Perú, y todavía creo más indispensable el que Vd. conduzca los negocios de ese país hasta que yo vuelva a darle una dirección general a esta federación. Entonces no faltará algún amigo a quien convenga favorecer para esa presidencia. El general Santa Cruz servirá ésta del Perú, a menos que se desagraden de él, lo que no espero, porque él es bastante agradable y sagaz.
¡Amigo! Vd. no debe abandonarnos en esta coyuntura tan difícil y cuando más necesitamos de hombres capaces, llenos de gloria y popularidad como Vd. Yo soy el que estoy más cansado y el que necesito de más reposo; pero la presencia del peligro y de las dificultades estimulan a mi espíritu decaído. Para un valiente el riesgo es el verdadero apetito, y como yo estoy cierto que Vd. participa de mis sentimientos, no he dudado un instante de que, al saber el gran riesgo de la América, sus deseos de servir se habrán reanimado. Persuádase Vd. que los más grandes destinos le esperan. A mí me han ofrecido una corona que no puede venir a mi cabeza, y que yo concibo en la oscuridad de las combinaciones futuras planeando sobre las sienes del vencedor de Ayacucho; y si no fuere esta diadema, será otra mil vece más gloriosa, la de los laureles, recompensa de las virtudes. En una palabra, yo sin Vd. no soy nada, y por consiguiente, el mundo que pesa sobre nuestros hombres, caerá a sumergirse en un vasto océano de anarquía.
Haga Vd. escribir mucho sobre estas cosas, y no dude que me marche a Colombia y vuelva a poner las grandes bases.
Chile y el Río de la Plata junto con Guatemala pueden entrar en nuestro proyecto como aliados.
Escriba Vd. a Córdoba y a los amigos del Río de la Plata, para mantener aquellas buenas relaciones.
De un momento a otro tendremos a Chile por nosotros, y Guatemala tiembla de Méjico y, por lo mismo, Panamá.
Resumiré mis demandas:
Que Vd. se quede en Bolivia hasta mi vuelta;
Que se adopte la constitución;
Que se negocie la reunión de estas dos repúblicas;
Que se guarde Vd. la mejor armonía con este consejo de gobierno; y
Que trabaje Vd. en el Río de la Plata por establecer nuestros buenos principios.
No tema Vd. al emperador del Brasil, pues la Inglaterra se entiende con nosotros en esta materia, y guardará armonía por necesidad y por política.
Los Estados Unidos con la Rusia y la Francia están trabajando con España para que nos reconozca; por lo mismo, no hay necesidad de levantar los batallones más que a seiscientas plazas, en lugar, de mil como he dicho antes. El emperador de Rusia no es Constantino, a quien tocaba, sino su hermano Nicolás. Este tiene los principios de Alejandro, mientras que el otro es un cosaco. Dicen que costó un poco de sangre el advenimiento al trono, por causa del celo de las tropas, pero que los hermanos se portaron con generosidad recíproca etc. etc.

BOLÍVAR

sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...