Magdalena, 13 de junio de 1826. A S. E. el general F. de P. Santander.

Magdalena, 13 de junio de 1826.
A S. E. el general F. de P. Santander.
Mi querido general:
Devuelvo a Vd. el oficial que me trajo los pliegos de la reeleccion de Vd. y la mía. Un buque va expresamente a llevarlo a San Buenaventura y tiene orden de marchar volando a Bogotá a llevarle a Vd. estas comunicaciones: ellas son de un interés inmenso pues son relativas a los proyectos hostiles de los españoles contra nosotros.
Un coronel llamado don Juan Bermúdez, salido de La Habana por orden del gobernador Vives y Morales, salió de aquella isla para el Istmo con orden de que examinase el país y levantase un plano de él, con la mira de hacer una incursión por aquella parte con 6.000 hombres, para llamarme la atención, mientras que una expedición de 8.000 hombres debía ir sobre La Guaira y Venezuela. Este espía se ha hallado en el Istmo casi reconocido por tal, y a nadie le ha ocurrido echarle mano a sus papeles y obligarle a confesar el objeto de su misión. Por el contrario, lo ha favorecido el general Valero, y los mismos oficiales que lo han conocido godo se han retractado por hacerle favor. Todo a beneficio de la masonería y de cuarenta mil pesos que prodigó allí con estos señores. Valero lo ha recomendado como un pobre muchacho sabiendo que tenía tanto dinero. Estoy seguro que Valero está complicado en esta iniquidad y, por lo mismo, debe ser quitado del Istmo y expulsado del servicio. En fin, el Istmo está muy mal servido y lleno de godos. Las tropas que están allí deben partir para Cartagena o Venezuela y yo mandaré el reemplazo; y yo creo que Vd. debería mandar a Venezuela todas las tropas que pudieran marchar por tierra para que no sean interceptadas por mar. Y esto mismo voy a decirle al coman dante general del Istmo y de Cartagena, pues yo no dudo que los españoles están resueltos a continuar la guerra contra nos otros. Yo mandaré dentro de tres o cuatro meses 2.000 hombres al Istmo, y si fuere preciso los mandaré antes, para que Vd. pueda disponer de los cuerpos que están en el Istmo.
En este estado ha venido el coronel Bermúdez y he hablado muy largamente con él. Él parece que no sabe positivamente el plan de campaña de los españoles y, por lo mismo, no puede afirmar sus operaciones; pero no duda que me quieren llamar la atención por el Istmo para que yo no vaya a Venezuela, que es a la que quieren atacar y donde tienen partido Morales, López y sus compañeros. Diré a Vd., de paso, lo más que he podido sacar además de la declaración y esto mismo comunico al Istmo en los términos siguientes:
" Si en el acto Vds. no toman las más extraordinarias y sagaces determinaciones se pierde el fruto de tan importante des cubrimiento. Por supuesto, que los del buque que lleva este pliego van a dar parte a los interesados de los rumores que hayan corrido sobre la prisión de este espía. Espinar puede escribir igualmente al Istmo dándole parte a alguno de sus amigos, pues él está iniciado en el secreto. Así, pues, el intendente y el coman dante general de ese departamento deben tomar en el acto las medidas más eficaces a fin de proveer a todo sin andarse con muchos cumplimientos. El primero que debe salir del Istmo es Valero; los oficiales que se han retractado deben ser presos; lo mismo que Feraud y su hermano, que es espía últimamente venido de La Habana. Un tal Casis, los clérigos comprometidos en esto, y todos los cómplices deben ser presos e interrogados con la mayor sagacidad. (*) La casa de Chappel y los buques de esa casa americana de Baltimore deben ser aprehendidos. En una palabra, Vds. deben tomar todas las medidas imaginables a fin de lograr un fin satisfactorio. Don Juan Bermúdez dice que no sabe a punto fijo si el plan de campaña de los españoles es éste; que él lo infiere solamente por las instrucciones que ha recibido, pero que está cierto de que iban a atacar a Colombia, porque nadie pensaba en expedición, sino los oficiales y jefes expulsados de Colombia. Que nuestras costas deben estar cubiertas de espías y, que le dijeron que les iban a mandar. Que el Istmo está muy mal servido y muy mal mandado; que si lo atacan lo toman; que nadie ignoraba que él era espía y no se atrevieron ni a tomarle sus papeles, a pesar de que cada día caía en nuevas contradicciones y hacía cosas extraordinarias. Que el intendente es un miserable que lo amenazaba por una parte y por otra lo convidaba a comer a su casa. Que Feraud sabe todo, y a pesar de esto trabajaba porque lo expulsasen a fin de ponerse a cubierto. Que el país es muy patriota excepto los individuos que ha nombrado. Añade que los españoles con taban con 14.000 hombres; pero que esperaban 9 ó 10.000 hombres más que debían haber hecho la expedición antes de ahora; que cree que hayan recibido en La Habana sus comunicaciones en que avisaba mi marcha con un ejército para aquella isla y que por eso quizás no la han mandado; que 1.500 colombianos que están en la isla junto con Morales y López están instando por la expedición, confiados en que tienen mucho partido en Venezuela, y que con 3.000 hombres basta para tomar aquel país porque cuentan levantar 6 u 8.000 godos. El mismo Bermúdez parece convencido de esta ilusión y manifiesta ser un godo cerrado y sin arrepentimiento, orgulloso y vano. Yo he obtenido todo esto a fuerza de terror, pues le hice decir que lo iba a fusilar y le mandé poner dos pares de grillos si no decía la verdad; pero que lo perdonaría si me confesaba el objeto y miras de su misión. Él debía sostener una revolución si podía lograrlo con doscientos cincuenta mil duros que pusieron a su disposición. Esta suma prueba: primero, que La Habana tiene dinero; segundo, que efectivamente se piensa en nuevas empresas; y tercero, que lo que se ha hecho en el Istmo se hará en Cartagena, Santa Marta, Maracaibo, Coro y demás puertos de la costa. Yo no dudo que levantarán contra nosotros a la gente del pueblo para destruirnos. Bermúdez asegura que él no tenía nada que hacer en el Perú; que a él no se le dio comisión para esto y que otro sería el encar gado de este ramo. Yo mismo he tomado esta declaración a Ber múdez después de tres que ha dado. La primera le era entera mente favorable sin confesar la verdad: las otras dos están con formes con lo que llevo dicho. Yo deseo que Vds. manden a Cartagena uno o dos batallones de los que están allí, pues yo mandaré su reemplazo inmediatamente. No dudo que el vicepresidente mande tropas a Venezuela, pues así se lo indico. En estas circunstancias es una locura que el gobierno civil esté separado del militar, tal demencia no le ha ocurrido a nadie, por lo mismo debe refundirse semejante división de mando. Tenemos las manos atadas cuando el enemigo las tiene sueltas. Por esta razón Bermúdez no comprende cómo puede existir un estado tan mal servido. Me ha llenado de rubor (**) todo lo que me ha dicho ".
Hasta aquí alcanza la carta que he escrito al general Carreño y otro tanto y más he dicho al general Briceño, a Gual, al inten dente del departamento y últimamente mando un oficial a Pa namá a que lleve todos estos avisos y les hable a esos señores en mi nombre. En la segunda declaración que ha dado Bermúdez verá Vd. que el americano Chappel desembarcó mil escopetas por Chagres. Esta operación indica la facilidad con que se pueden hacer otras de igual especie y de más entidad, y así, yo reco miendo a Vd. que haga tener la mayor vigilancia sobre estos americanos que frecuentan las costas: son capaces de vender a Colombia por un real y la tuvieran. (***)
Me parece que fuera muy conveniente y útil a nuestra tran quilidad que Vds. hicieran correr la voz de que yo voy al Istmo con 12.000 hombres a hacer una expedición contra La Habana. No es difícil conocer el objeto de esta política.
Ayer hemos tenido la noticia de que en Chiloé ha habido una revolución y han proclamado a O´Higgins por director su premo. Se asegura que en Valdivia y Concepción ha sucedido otro tanto. La de Chiloé no deja duda. Parece, pues, inevitable la caída completa de Freire y el triunfo de O´Higgins, del cual me alegraré infinito por muchas razones. Desde luego que lo primero que hará el nuevo gobierno será mandar sus diputados al Istmo, y luego se unirá a nosotros en principios y en política.
Soy de Vd. afmo. amigo.
BOLÍVAR

Magdalena, 8 de febrero de 1826. A s. E. el general F. de P. Santander.

Magdalena, 8 de febrero de 1826.
A s. E. el general F. de P. Santander.
Mi querido general:
Ayer, al poner pie en tierra, fui saludado con la capitulación del Callao, que ignoraba por estar en marcha a esta ciudad. El general Salom ha instruido a Vd. detalladamente de todo lo que conocieron en este suceso, (*) que, por cierto, es muy importante, hará mucho ruido, y puede ser de mucho peso en Europa. El Perú está pues enteramente libre, y ni un solo español existe en toda esta vasta extensión.
Mi principal y casi único objeto al venir a esta capital ha sido asistir a la instalación del congreso general de esta república convocado para el 10 de febrero. Yo creo que no se instalará el día señalado, por que aun no se han reunido todos los diputados, pero no dejará de hacerse en todo este mes de febrero. Como acabo de llegar no conozco sino a uno que otro diputado, y, por lo mismo, no puedo decir con certeza cuáles serán sus opiniones, mas estoy seguro de que serán adictos, en la mayor parte, a mí, es decir, al orden y a la América. Aguardaremos a que se reúna y veremos lo que pueda hacerse en bien de este país que va a principiar una nueva carrera, y establecer su suerte futura.
Tengo a la vista las cartas de Vd. del 21 de noviembre y 6 de diciembre, y me ha causado una impresión ciertamente muy agradable, ver el modo con que Vds. han aplaudido a Bolivia. Aún no he leído el artículo de la Gaceta, de que Vd. me habla, pero supongo que será tal cual debe ser, y me adelanto a darle las gracias. Las observaciones que Vd. me hace sobre este nuevo nacimiento, son muy dignas de Vd., y cuántas más podrían hacerse. Sucre ha quedado en aquellas provincias con todas mis facultades y encargado de gobernarlas hasta que se establezca otro nuevo orden de cosas.
BOLÍVAR

P.D. - Dígale Vd. a Revenga que tengo a la vista su última correspondencia del 6 y 21 de noviembre, que, a la verdad, son de un inmenso interés. Apenas las he leído porque tal es el bullicio de gentes, que nada puedo leer detenidamente, y como no quiero detener el correo me reservo para el siguiente.

CARTA DE JAMAICA - SIMÓN BOLÍVAR- Parte 2

CARTA DE JAMAICA - SIMÓN BOLÍVAR Parte 2
Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos desconfiar de la fortuna. En unas partes triunfan los independientes, mientras que los tiranos en lugares diferentes, obtienen sus ventajas, ¿cuál es el resultado final? ¿No está el Nuevo Mundo entero, conmovido y armado para su defensa? Echemos una ojeada y observaremos una lucha simultánea en la misma extensión de este hemisferio.
El belicoso Estado de las Provincias del Río de la Plata ha purgado su territorio y conducido sus armas vencedoras al Alto Perú, conmoviendo a Arequipa, e inquietando a los realistas de Lima. Cerca de un millón de habitantes disfruta allí de su libertad.
El reino de Chile, poblado de 800,000 almas, está lidiando contra sus enemigos que pretenden dominarlo; pero en vano, porque los que antes pusieron un término a sus conquistas, los indómitos y libres araucanos, son sus vecinos y compatriotas; y su ejemplo sublime es suficiente para probarles que el pueblo que ama su independencia, por fin lo logra.
El virreinato del Perú, cuya población asciende a millón y medio de habitantes, es sin duda el más sumiso y al que más sacrificios se le han arrancado para la causa del rey; y bien que sean varias las relaciones concernientes a aquella porción de América, es indubitable que ni está tranquila, ni es capaz de oponerse al torrente que amenaza a las más de sus provincias.
La Nueva Granada, que es, por decirlo así, el corazón de la América, obedece a un gobierno general, esceptuando el reino de Quito que con la mayor dificultad contienen a sus enemigos, por ser fuertemente adicto a la causa de su patria, y las provincias de Panamá y Santa
Marta que sugren, no sin dolor, la tiranía de sus señores. Dos millones y medio de habitantes están esparcidos en aquel territorio que actualmente defienden contra el ejército español bajo el general Morillo, que es verosímil sucumba delante de la inexpugnable plaza de Cartagena.
Mas si la tomare será a costa de grandes pérdidas, y desde luego care cerá de fuerzas bastantes para subyugar a los morígeros y bravos moradores del interior.
En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela, sus acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia y a una soledad espantosa, no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían el orgullo de la América. Sus tiranos gobiernan un desierto, y sólo oprimen a tristes restos que escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia: algunas mujeres, niños y ancianos son los que quedan. Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven combaten con furor en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o arrojar al mar a los que, insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la América a su raza primitiva. Cerca de un millón de habitantes de contaba en Venezuela; y sin exageración se puede asegurar que una cuarta parte ha sido sacrificada por la tierra, la espada, el hambre, la peste, las peregrinaciones; excepto el terremoto, todos resultados de la guerra.
En Nueva España había en 1808, según nos refiere el barón de Humboldt, 7,800,000 almas con inclusión de Guatemala. Desde aquella época, la insurreción que ha agitado a casi todas sus provincias, ha hecho disminuir sensiblemente aquel cómputo que parece exacto; pues más de un millón de hombres han perecido, como lo podrá V. ver en la exposición de Mr. Walton que describe con fidelidad los sanguinarios crímenes cometidos en aquel opulento imperio. Allí la lucha se mantiene a fuerza de sacrificios humanos y de todas especies, pues nada ahorran los españoles con tal que logren someter a los que han tenido la desgracia de nacer en este suelo, que parece destinado a empaparse con la sangre de sus hijos. A pesar de todo, los mexicanos serán libres, porque han abrazado el partido de la patria, con la resolución de vengar a sus pasados, o seguirlos al sepulcro. Ya ellos dicen con Raynal: llegó el tiempo, en fin, de pagar a los españoles suplicios con suplicios y de ahogar a esa raza de exterminadores en su sangre o en el mar.
Fuente: CARTA DE JAMAICA - SIMON BOLIVAR

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Cuartel General en Andahuaylas, a 26 de septiembre de 1824 (Confidencial) Manuela mía:

Cuartel General en Andahuaylas, a 26 de septiembre de 1824 (Confidencial)
Manuela mía:
El 3 del próximo, deseo que te reportes con «Héctor», a fin de coordinar el asunto que nos preocupa. El coronel Salguero lleva los partes de la estrategia, para que Héctor vea la conveniencia de hacerlo en Huamanga frente al Condorcunga. El motivo: que todos los batallones sepan que el Libertador y Presidente está allí, con ellos, en su tienda de campaña, aunque «con tabardillo». El general Solom llegará en mi mula parda a fin de que se crea que soy yo.
Tú serás muy útil al lado de Héctor, pero es una recomendación para ti, y una orden de tu general en Jefe, de que te quedes pasiva ante el encuentro con el enemigo. Tu misión será la de «atenderme», entrando y saliendo de la tienda del Estado Mayor, y llevando viandas de agua para «refrescarme», al tiempo de que en cada salida llevas una orden mía (de los partes que estoy enviándote) a cada general. No desoigas mis consideraciones y mi preocupación por tu humanidad.
¡Te quiero viva! Muerta, yo muero.
Tuyo,

Fuente: Las más Hermosas cartas de Amor entre
Manuela y Simón acompañadas de los Diarios de Quito y Paita, así como de otros documentos
© Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia
Las más hermosas cartas de Amor entre Manuela y Simón
Ediciones de la Presidencia de la República

Caracas - Venezuela, 2010

CARTA DE JAMAICA - SIMÓN BOLÍVAR Parte 1


CARTA DE JAMAICA - SIMÓN BOLÍVAR  Parte 1
Kingston, setiembre 6 de 1815
Muy señor mío:
Me apresuro a contestar la carta del 29 del mes pasado que V. me hizo el honor de dirigirme, y yo recibí con la mayor satisfacción.
Sensible, como debo, al interés que V. ha querido tomar por la suerte de mi patria, afligiéndose con ella por los tormentos que padece desde su descubrimiento hasta estos últimos períodos, por parte de sus destructores los españoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las solícitas demandas que V. me hace, sobre los objetos más importantes de la política americana. Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a la confianza con que V. me favorece, y el impedimento de satisfacerla, tanto por la falta de documentos y de libros, cuanto por los limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo.
En mi opinión es imposible responder a las preguntas con que V. me ha honrado. El mismo barón de Humboldt, con su univerdalidad de conocimientos teóricos y prácticos, apenas lo haría con exactitud, porque aunque una parte de la estadística y revolución de América es conocida, me atrevo a asegurar que la mayor está cubierta de tinieblas, y por consecuencia, sólo se pueden ofrecer conjeturas más o menos aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte futura, y a los verdaderos proyectos de los americanos; pues cuantas combinaciones suministra la historia de las naciones, de otras tantas es susceptible la nuestra por sus posiciones físicas, por las vicisitudes de la guerra, y por los cálculos de la política.
Como me conceptúo obligado a prestar atención a la apreciable carta de V., no menos que a sus filantrópicas miras, me animo a dirigir estas líneas, en las cuales ciertamente no hallará V. las ideas luminosas que desea, mas sí las ingenuas expresiones de mis pensamientos.
«Tres siglos ha, dice V., que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón.» Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades. El filantrópico obispo de Chiapa, el apóstol de la América, Las Casas, ha dejado a la posteridad una breve relación de ellas, extractada de las sumarias que siguieron en Sevilla a los conquistadores, con el testimonio de cuantas personas respetables había entonces en el Nuevo Mundo, y con los procesos mismos que los tiranos se hicieron entre sí; como consta por los más sublimes historiadores de aquel tiempo. Todos los imparciales han hecho justicia al celo, verdad y virtudes de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunció ante su gobierno y contemporáneos los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario.
¡Con cuánta emoción de gratitud leo el pasaje de la carta de V. en que me dice «que espera que los sucesos que siguieron entonces a las armas españolas, acompañen ahora a las de sus contrarios, los muy oprimidos americanos meridionales»! Yo tomo esta esperanza por una predicción, si la justicia decide las contiendas de los hombres. El suceso coronará nuestros esfuerzos; porque el destino de América se ha fijado irrevocablemente; el lazo que la unía a la España está cortado; la opinión era toda su fuerza; por ella se estrechaban mutuamente las partes de aquella inmensa monarquía; lo que antes las enlazaba ya las divide; más grande es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos separa de ella; menos difícil es unir los dos continentes, que reconciliar los espíritus de ambos países. El hábito a la obediencia; un comercio de intereses, de lueces, de religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno; no obstante que la inconducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía; o por mejor decir este apego forzado por el imperio de la dominación. Al presente sucede lo contrario; la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos; todo lo sufrimos de esa desnaturalización madrasta. El velo se ha rasgado; ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas; se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, la América combate con despecho; y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria.
Fuente: CARTA DE JAMAICA SIMON BOLIVAR
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SIMÓN BOLÍVAR Y LA GRAN COLOMBIA


SIMÓN BOLÍVAR Y LA GRAN COLOMBIA
Bolívar en Angostura y batalla de Boyacá
La consolidación del liderazgo supremo facilitó el control del Oriente venezolano y la instalación de Bolívar en Angostura , que trajo consigo el inevitable y largo enfrentamiento con las fuerzas expedicionarias del general español y la organización de los mecanismos elementales para que el Gobierno pudiese funcionar.
El desgaste del Ejército Español
Para entonces el Ejército Español ya se encontraba muy desgastado después de la larga campaña de reconquista realizada a lo largo de América y aunque el general Pablo Morillo era un comandante militar muy capaz que intentó por todos los medios paliar la situación, no pudo evitar que sus tropas iniciaran un lento pero inevitable declive debido a la falta de recursos y de refuerzos para cubrir las bajas que sufrían.
La instalación del Supremo Congreso de la República
Ya en 1818, la situación del Ejército Español en Venezuela se hizo insostenible y Morillo se vio obligado a retirar algunas de sus fuerzas de la Nueva Granada para intentar contener a Bolívar. Pero la situación política y militar era lo bastante buena como para pensar en la organización de un Estado y así fue como se instaló hacia el año 1819, el Supremo Congreso de la República.
INDEPENDENCIA
SE IMPULSA LA INDEPENDECIA
Después de liberar Guayana y Nueva Granada, Bolívar proclamó el 17 de Diciembre, en Angostura (actual Ciudad Bolívar ) su fundación. Los últimos contingentes realistas en Venezuela fueron derrotados en la histórica batalla de Carabobo el 24 de Junio de 1821 . El 28 de noviembre de ese mismo año, Panamá se independiza de España y voluntariamente se une al sueño de Bolívar firmando con España un pacto de no agresión.
Batalla de Ayacucho
La resistencia de España en el continente, terminó en Perú con la Batalla de Ayacucho el 9 de 1824 , en la que se consagró definitivamente como héroe Antonio José Sucre.
Todo el poderío español en el Virreinato de Nueva Granada y en Perú, quedó hundido bajo los golpes de tres hombres: Bolívar, Miranda y Sucre, y ; los tres venezolanos y fallecidos en diferentes circunstancias.
EL IDEAL DE LA GRAN COLOMBIA
●El territorio se divide en 3 departamentos: Cundinamarca (Bogotá), Venezuela (Caracas) y Quito (Quito)
●La Nueva Granada fue nombrada Cundinamarca con capital en Bogotá.
●Se crea la República de Colombia, gobernada por un presidente (Bolívar) y en su ausencia un vicepresidente (Francisco de Paula Santander)
En Agosto Bolívar continuara con su labor libertadora hacia a Ecuador y Perú.
●A Bolívar se le da el título de “Libertador” y su retrato se expondrá en el congreso bajo el lema de: “Bolívar, Libertador de Colombia y padre de la Patria”
Pero este ideal de unión latinoamericana no logró superar los diversos obstáculos que truncaron el sueño.....

Fuente: SIMÓN BOLÍVAR Y LA GRAN COLOMBIA

LA NEGRA HIPÓLITA, NODRIZA DEL LIBERTADOR II.- SU PAPEL DE NODRIZA


LA NEGRA HIPÓLITA, NODRIZA DEL LIBERTADOR
II.- SU PAPEL DE NODRIZA
El cuarto hijo del matrimonio formado por el coronel don Juan Vicente Bolívar y Ponte, y doña María de la Concepción Palacios y Blanco, nace en Caracas el 24 de julio de 1783. La madre es muy joven todavía (se había casado el primero de diciembre de 17734, ya para cumplir la edad de quince años por haber nacido el 9 de diciembre de 1758); sin embargo no puede amamantarlo pues se tiene que alejar del niño a la presentación de los síntomas de la grave enfermedad del pecho que años después la llevará a la tumba. Por unos pocos días el niño fue alimentado por la vecina y amiga de su madre, doña Inés Mancebo de Miyares5 (esposa de don Fernando Miyares González, quien después fue gobernador nombrado por el Rey para la Provincia de Maracaibo a principios del siglo XIX y, más tarde, Gobernador o Capitán General de Venezuela).
Pocos días después de nacido, se traerá desde San Mateo a una joven esclava negra que en esos días también había sido madre. Se trata de Hipólita, joven de unos veinte años rebosantes de buena salud, de agraciada estampa, alta, bien formada y ágil, con opulentos seños que desde entonces y hasta bien crecido alimentarán al niño Simón. Era de por sí una significativa distinción para una esclava el que le correspondiera amamantar a los hijos de sus amos. En el caso de Hipólita la situación es por demás singular porque le corresponderá suplir las faltas del padre y de la madre.
El 18 de enero de 1786, a los sesenta años de edad, muere el padre y queda huérfana esa familia de niños (María Antonia, 9 años; Juana, 7; Juan Vicente, 5; y Simón, 3 años), con una madre de precaria salud que sólo le sobrevivirá seis años, pues morirá en 1792 cuando contaba la edad de treinta y cuatro años6. De modo que antes de cumplir los nueve años,
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4 Según consta en el folio 200 del libro 8º de matrimonio de blancos llevado en la Catedral de 1746 a 1782.
5 Así lo recordará el Libertador, por ejemplo, en carta de agosto de 1813, desde Caracas, al coronel J. A. Pulido, Gobernador de Barinas, y también en carta al coronel J. Félix Blanco, Intendente del Orinoco, dirigida desde Caracas el 28 de junio de 1827.
6 Había nacido el 9 de diciembre de 1758 (hija de don Feliciano Palacios y Sojo, y doña Francisca Blanco y Herrera); y fallece, también en Caracas, a los primeros días del mes de julio de 1792.
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Simón había perdido a sus progenitores y tendrá que conformarse con el afecto maternal y la constante magnificencia de su esclava nodriza.
Hipólita no solamente hizo de madre alimentándolo, sino que como fiel y abnegada servidora de la familia se encargó completamente del niño dirigiendo y cuidando sus primeros pasos, enseñándole las primeras palabras, sustituyendo al padre y compensando los mimos que la madre enferma no podía prodigarle. Efectivamente, ella se consagró al pequeño
Simón exclusivamente y sobrepasa en su desempeño la responsabilidad que como nodriza le correspondía. Comprobación de ello es el reconocimiento que le hace Bolívar ya adulto cuando la llama madre y en carta dirigida a su hermana María Antonia refiriéndose a Hipólita expresa: “su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que ella”.
Después de la muerte de doña María de la Concepción, ese mismo año contraerán matrimonio las dos hermanas7: María Antonia con don Pablo Clemente y Palacios, el 22 de octubre de 1792; y dos meses más tarde, Juana con don Dionisio Palacios y Blanco. El niño Simón queda bajo la potestad y tutorías de su abuelo don Feliciano Palacios8 y de su tío
Carlos Palacios, y encargados de su educación en diferentes momentos
figuran9, principalmente, el Padre capuchino Francisco de Andujar, Licenciado Miguel José Sanz y don Simón Rodríguez. Pero la abnegada negra Hipólita siempre estará cumpliendo su papel, y evitará que sea mayor el trauma psicológico que pudo ocurrirle al niño al perder a sus padres en tan tierna edad. Se había ido a vivir con María Antonia y por eso el chico se fugaba de la casa de sus tutores y buscaba refugio en el hogar de su hermana mayor, donde encontraba las caricias y el regazo de su nodriza.
Disfrutaba las innumerables narraciones fantásticas y la protección y apoyo a sus infantiles travesuras.
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7 Los pretendientes eran sus primos hermanos: la madre de Pablo Clemente (doña María Petronila Palacios y Sojo) era tía abuela de María Antonia. Por su parte, el padre de Dionisio Palacios (don Bernabé Francisco Palacios y Gil de Arratia) era hermano del abuelo por vía materna de Juana. Por ello debieron solicitar y obtener las dispensas o autorizaciones formalmente otorgadas por las autoridades eclesiásticas.
8 Ya anciano y enfermo; antes de su fallecimiento en diciembre de 1798, designará para tutores de sus nietos a: don Juan Félix Palacios y Blanco para el primogénito (Juan Vicente), y para Simón el tío Esteban, pero como éste se hallaba en España, será el hermano don Carlos Palacios y Blanco.
9 También, entre quienes fueron sus maestros caraqueños, pueden citarse como educadores a: Carrasco y a Vides, en lecciones de escritura y de aritmética; a Fray Jesús Nazareno Zicardia, al presbítero José Antonio Negrete, profesor de Historia y de Religión; Guillermo Pelgrón, preceptor de Latinidad; y lecciones de Historia y de Geografía que le dio Andrés Bello.
Fuente: CARMELO PAIVA PALACIOS
LA NEGRA HIPÓLITA, NODRIZA DEL LIBERTADOR
EDICIONES LIBRERÍA ESTELAR

CARACAS, 2007.

sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío

 /sin fecha General Simón Bolívar Muy señor mío: Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos...